Fue discutido en los inicios, de nuevo el pasado en el punto de mira como ya ocurriera con tantos futbolistas con pasado o relación esportinguista. Avalado por el cuerpo técnico, buena temporada con el Real Unión, indiscutible en banda izquierda y buen registro goleador en un equipo que compitió en el siempre difícil grupo vasco, y que como el Real Oviedo, se quedó a las puertas del playoff. Entró de lleno en la política de austeridad veraniega, futbolista de vuelta a su tierra con menor aspiración económica que otros en su puesto.
La sombra de Nano es alargada, el andaluz dejó el listón muy alto tras temporada y media sobresaliente a las órdenes de Pacheta. Cuando se quedó sin fuerzas el equipo perdió su sustento, el sueño del ascenso empezó con Xavi Moré y acabó cuando Nano no pudo más. Exigencia máxima para Íker Alegre, empezar con la misión de hacer olvidar a otro nunca es tarea sencilla, menos en un equipo que siempre aspira al máximo y en el que la necesidad va a más a cada año que pasa.
Sobre la campana llegó Javi Casares para aumentar la competencia de los extremos, tras el fichaje frustrado de Aarón Bueno irrumpió el jerezano para que Sarriugarte se quedase con tres futbolistas de banda más Jandro como alternativa a todos. Xavi Moré con el cartel de indiscutible en la derecha cuando se recuperase de lesión, la batalla por la titularidad enfocada hacia la izquierda pero el cartel y el debut de Javi Casares en Avilés y la lesión de Íker Alegre en pretemporada le ponían las cosas difíciles al gijonés.
Contó con el apoyo y la confianza de Sarriugarte, Íker se adueñó del costazo izquierdo ante la falta de fe del cuerpo técnico en Dani Aquino. La lucha por un hueco en el once pasaba al lado diestro, con Xavi Moré entrando y saliendo para afianzar su rodilla y Javi Casares intentando sin éxito volver a deslumbrar como hizo en el Suárez Puerta. Era por aquel entonces el oviedista un equipo plano, horizontal, pausado, demasiado dependiente del 1vs1 en estático, que pagaba su incapacidad de generar superioridades a través de la circulación rápida de balón.
Íker Alegre era un extremo sin desborde, incansable en el esfuerzo pero ya en el punto de mira del Tartiere por la suma de factores. Sarriugarte apostó por él contra viento y marea, más indiscutible que ninguno a pesar de no marcar las diferencias en un bloque que necesitaba de la inspiración individual para crecer. El equipo se decidió a entregar metros al rival para poder correr al espacio, fue entonces cuando empezamos a ver destellos del extremo zurdo, que tuvo su momento de gloria firmando el gol de la victoria el día en que el oviedismo bramó por su supervivencia. Volcar juego a la derecha para finalizar en la izquierda: era el nuevo plan, con Íker Alegre destinado a la diagonal hacia zona de remate.
Terminó 2012 mostrando destellos y creciendo con el equipo, Sarriugarte había dado con la tecla con Javi Casares como agitador de la ofensiva jugando por detrás de Cervero. Tras el batacazo del Molinón surgió Íker Alegre para que el equipo se volcase a la izquierda, exhibición física y de desborde ante el Avilés, diferencial en Fuenlabrada para que el equipo diese un golpe sobre la mesa tras la llegada de los fichajes. Provocó el penalty para el primer gol, regaló el segundo tras jugada antológica que probablemente haya sido lo mejor del curso azul. Íker Alegre recogía el testigo de Cervero y Casares como líder de la ofensiva.
Pepe Díaz y Fran Sol aumentan una competencia de la que el Real Oviedo no puede otra cosa que beneficiarse siempre y cuando la gestión de recursos por parte del cuerpo técnico sea justa. Posiciones dobladas, el único sin rival específico por el puesto es un Íker Alegre en estado de gracia. Incisivo en los primeros 45' ante el Salamanca, en la segunda mitad le tocó bailar en la peor zona del campo, aquella en la que resbalaban futbolistas de uno y otro equipo con cada salida, con cada frenada, con cada giro. Ni él ni Álvaro Cuello podían hacer más de lo que hicieron, el barro resultó peor rival que Zubiaurre.
Ha tornado los pitos en aplausos, ha correspondido a la confianza de Sarriugarte y ya nadie duda de sus méritos. Xavi Moré se va encontrando así mismo tras semanas de 'pausa', Pepe Díaz vive en periodo de adaptación y Javi Casares ha pasado a ser carne de banquillo. Ante las lesiones de Manu Busto y los problemas físicos de Cervero, Íker Alegre está ante sus semanas de responsabilidad como líder de la ofensiva azul.
Foto: @ACampoPhoto
La sombra de Nano es alargada, el andaluz dejó el listón muy alto tras temporada y media sobresaliente a las órdenes de Pacheta. Cuando se quedó sin fuerzas el equipo perdió su sustento, el sueño del ascenso empezó con Xavi Moré y acabó cuando Nano no pudo más. Exigencia máxima para Íker Alegre, empezar con la misión de hacer olvidar a otro nunca es tarea sencilla, menos en un equipo que siempre aspira al máximo y en el que la necesidad va a más a cada año que pasa.
Sobre la campana llegó Javi Casares para aumentar la competencia de los extremos, tras el fichaje frustrado de Aarón Bueno irrumpió el jerezano para que Sarriugarte se quedase con tres futbolistas de banda más Jandro como alternativa a todos. Xavi Moré con el cartel de indiscutible en la derecha cuando se recuperase de lesión, la batalla por la titularidad enfocada hacia la izquierda pero el cartel y el debut de Javi Casares en Avilés y la lesión de Íker Alegre en pretemporada le ponían las cosas difíciles al gijonés.
Contó con el apoyo y la confianza de Sarriugarte, Íker se adueñó del costazo izquierdo ante la falta de fe del cuerpo técnico en Dani Aquino. La lucha por un hueco en el once pasaba al lado diestro, con Xavi Moré entrando y saliendo para afianzar su rodilla y Javi Casares intentando sin éxito volver a deslumbrar como hizo en el Suárez Puerta. Era por aquel entonces el oviedista un equipo plano, horizontal, pausado, demasiado dependiente del 1vs1 en estático, que pagaba su incapacidad de generar superioridades a través de la circulación rápida de balón.
Íker Alegre era un extremo sin desborde, incansable en el esfuerzo pero ya en el punto de mira del Tartiere por la suma de factores. Sarriugarte apostó por él contra viento y marea, más indiscutible que ninguno a pesar de no marcar las diferencias en un bloque que necesitaba de la inspiración individual para crecer. El equipo se decidió a entregar metros al rival para poder correr al espacio, fue entonces cuando empezamos a ver destellos del extremo zurdo, que tuvo su momento de gloria firmando el gol de la victoria el día en que el oviedismo bramó por su supervivencia. Volcar juego a la derecha para finalizar en la izquierda: era el nuevo plan, con Íker Alegre destinado a la diagonal hacia zona de remate.
Terminó 2012 mostrando destellos y creciendo con el equipo, Sarriugarte había dado con la tecla con Javi Casares como agitador de la ofensiva jugando por detrás de Cervero. Tras el batacazo del Molinón surgió Íker Alegre para que el equipo se volcase a la izquierda, exhibición física y de desborde ante el Avilés, diferencial en Fuenlabrada para que el equipo diese un golpe sobre la mesa tras la llegada de los fichajes. Provocó el penalty para el primer gol, regaló el segundo tras jugada antológica que probablemente haya sido lo mejor del curso azul. Íker Alegre recogía el testigo de Cervero y Casares como líder de la ofensiva.
Pepe Díaz y Fran Sol aumentan una competencia de la que el Real Oviedo no puede otra cosa que beneficiarse siempre y cuando la gestión de recursos por parte del cuerpo técnico sea justa. Posiciones dobladas, el único sin rival específico por el puesto es un Íker Alegre en estado de gracia. Incisivo en los primeros 45' ante el Salamanca, en la segunda mitad le tocó bailar en la peor zona del campo, aquella en la que resbalaban futbolistas de uno y otro equipo con cada salida, con cada frenada, con cada giro. Ni él ni Álvaro Cuello podían hacer más de lo que hicieron, el barro resultó peor rival que Zubiaurre.
Ha tornado los pitos en aplausos, ha correspondido a la confianza de Sarriugarte y ya nadie duda de sus méritos. Xavi Moré se va encontrando así mismo tras semanas de 'pausa', Pepe Díaz vive en periodo de adaptación y Javi Casares ha pasado a ser carne de banquillo. Ante las lesiones de Manu Busto y los problemas físicos de Cervero, Íker Alegre está ante sus semanas de responsabilidad como líder de la ofensiva azul.
Foto: @ACampoPhoto