El duro despertar

1. Si algo ha demostrado el oviedismo en estos años es que es capaz de levantarse con más fuerza tras cada golpe. Lo hemos visto esta semana, sin ir más lejos. Pero ya apeados de la carrera por el ascenso, el despertar del sueño es duro. Con una plantilla confeccionada en dos semanas, y con menos medios que en años anteriores, se ha alcanzado la segunda ronda de playoff a base de corazón, empuje y fe. Y cuando eso no basta, y el sueño se acaba, vienen días difíciles.

2. La dificultad era máxima: resultado adverso, rival magnífico y 90' en Ipurúa. El Eibar comenzó con iniciativa, dispuesto a no dejar que los de Granero se metiesen en la eliminatoria ni viesen el resquicio para asustar a Irureta. Capa arrastraba a Álvaro Cuello hacia dentro, Arruabarrena iba al espacio que dejaba el lateral y Baquero sufría para evitar peligros mayores. Minutos de zozobra, el 1-0 estuvo cerca y con ello el golpe de gracia.

3. Pero sobrevivió el Real Oviedo. Y apareció Señé. El catalán recibía a la espalda de Dani García y Errasti, y por ahí se comenzó a meter en el partido. Control y encare, puso a prueba a Irureta desde la frontal pero obtuvo buena respuesta del meta vasco. Buscó descargar en banda, dos situaciones de 1vs1 con Xavi Moré para exigir y apretar a Yuri. Cuando no había espacios en 3/4, bajó a recibir Señé para que fuese Cerrajería quien se descolgase. Por desgracia, no fue la tónica general de un equipo que naufragó por no saber lo que el partido y la eliminatoria requerían.

4. Todos los estilos son buenos si se sabe aplicarlos. Eso incluye el momento. Pero el Real Oviedo convirtió el recurso del juego directo en una doctrina. El Eibar lo sabía, y Cervero nunca saltaba solo. Atarle fue la llave para anular a los azules, alejarle del área y evitar que jugase de espaldas para sus compañeros. En lugar de buscar otras vías, los de Granero insistieron en la misma, sin darse cuenta de que se empotraban una y otra vez ante un muro inderrumbable. O quizá siendo conscientes, pero esperando el lapsus armero que abriese las puertas del milagro.

5. Era el partido de las disputas, de los duelos individuales. Aitor Sanz en el salto con Arruabarrena, Álvaro Cuello sufriendo de lo lindo ante Capa, la presencia de Javi Casares y Xavi Moré coartaba las subidas de Bóveda y Yuri; Cervero competía ante todos. Cerrajería saltó de inicio para sumar en los duelos, asegurar kilómetros y presencia desde segunda línea. Poca continuidad al filo del descanso, minutos imberbes y el reloj corriendo a favor de los armeros. La peor de las noticias para los nuestros es que ni Irureta ni el propio Orlando Quintana intervinieron para salvar a sus compañeros.

6. Cambios en la reanudación: previsible el de Gálder, sorprendente el de Señé. Siendo Josep la única baza capaz de encontrar la vía de agua, extraña el cambio de hombre por hombre para dar entrada a Manu Busto. Quedaba poco más de media hora, necesidad de dos goles y momento para el riesgo. Sacar del campo al futbolista con más desequilibrio de la plantilla no parecía buena idea, y no lo fue. Nunca más encontraron los azules la manera de acercarse a Irureta.

7. Garitano volvió a jugar la carta Mainz como ya hiciera en el Tartiere, a sabiendas de los espacios que irían apareciendo en la zaga azul conforme se acercase el final de los 90'. A quince del final Granero quemó su última baza: se fue del campo Mantovani, entró Pepe Díaz en banda izquierda, y Javi Casares acompañó a Cervero para encerrar a Añibarro y Raúl Navas en el área y liberar el salto del '9'. Pasaba el Oviedo a defensa de tres, con Aitor Sanz como central tras pérdida para no dejar a Baquero solo ante el peligro.

8. Poco tardó en llegar la sentencia, y de nuevo por obra de Guille Roldán tras jugada maestra de Arruabarrena en línea de fondo. Carencias al desnudo, golpe esta vez mortal porque los 10' que quedaban por delante no eran más que los minutos de la agonía en busca de un imposible que ni siquiera estuvo cerca de producirse. El Real Oviedo se sabía fuera de la lucha, también los aficionados que poblaban Ipurúa y que nuevamente estuvieron por encima de las expectativas. La única mira que quedaba era la de intentar morir de pie.

y 9. El final de un sueño. Un rival superior, detalles en el primer partido que convirtieron la victoria en el más difícil todavía. Desprende el Eibar aroma de ascenso, recursos tiene para ello un equipo que puede culminar el trabajo de tres temporadas. Hoy es un día duro. Pero esta vez sabemos que la derrota es un punto y seguido, y que la historia del Real Oviedo continuará pase lo que pase. Aprender de los errores y del rival, dar el salto de calidad necesario dando continuidad a una base de futbolistas a los que les ha faltado un paso. Alguno salió ayer de Ipurúa como salió del Tartiere ante el Arteixo; creyendo que a la siguiente no se escapa...

Foto: Luisma Murias