Tras el impass, Aitor Sanz

Aitor Sanz comenzó el curso siendo más imprescindible que cualquiera en el oviedismo. Dos temporadas de altura, se ganó el brazalete de capitán y el cariño de una afición con un rendimiento que dejaba claro que la Segunda B se le quedaba pequeña. Aitor Sanz y diez más, esa era la alineación para todos los entrenadores desde su llegada a Oviedo. El retorno de Cervero el pasado verano no desplazó su posición de líder del vestuario, sino que la reforzó. Ambos complementos, ejemplos de profesionalidad y entrega, la capitanía en buenas manos.

Indiscutible para Sarriugarte, el debate estaba en su pareja de baile. Empezó Pascual, llegó Cerrajería para formar junto a él una pareja indisoluble. Gálder es futbolista box-to-box que dicen en el Reino Unido: kilómetros, ida y vuelta, desgaste y llegada desde segunda línea. El mérito del vasco es fácil de reconocer, y es que ha conseguido en poco tiempo que una baja tan dura como la de Pelayo no fuese traumática. Ambos son las niñas bonitas de Félix, no se entiende una alineación del técnico azul sin la presencia de Aitor y Cerrajería.

 Los inicios no fueron fáciles, nunca lo son. Expectativas altas en la parroquia azul, el cielo abierto en lo extradeportivo desató la ilusión desde el primer momento y el debut liguero en Avilés confirmó la euforia. Los resultados acompañaron, más allá de alguna salida calamitosa, pero el juego no llegaba. Equipo sólido, portería afianzada y pocos goles en contra, el trabajo de los dos medioscentros fuera de toda duda. La crítica llegaba en fase ofensiva: poca fluidez y nula construcción; lentitud en la circulación; equipo compacto pero plano. Los rivales conocieron la debilidad oviedista, dos líneas con nueve hombres detrás del balón y a esperar el paso de los minutos.

Problema focalizado en Aitor Sanz y Cerrajería. Lo que se ganaba en su sitio se perdía en otro, saltó la voz de alarma porque allá por el mes de Noviembre el equipo seguía sin carburar. Surgió la solución Pascual, remedio para mover de un lado a otro. Era cambio recurrente, pero nunca en sustitución de un mediocentro. Mantener a Aitor y Gálder es obsesión de Sarriugarte, quizá esa incapacidad para decidir entre uno y otro, aunque fuese como hombre sustituido, fomentase aún más el debate sobre los medioscentros. Los goles de Cerrajería dieron puntos, Aitor empezó a ser cuestionado porque el futbolista de la temporada pasada seguía sin dejarse ver más que en cuentagotas.

Consenso en cuanto a la posición más urgente a reforzar en el mercado de invierno. Llegó Héctor Simón con carta de presentación impoluta, una trayectoria que le avala y doce minutos en el debut para deleitarnos con su golpeo a balón parado. Coincide la vuelta de las vacaciones con el resurgir de Aitor Sanz. Se mostró ante el Avilés, continuó la progresión en Fuenlabrada y se confirmó en la última victoria ante el Sanse. El Aitor de siempre ha vuelto: más vertical, menos conductor, capaz de jugar y soltar más rápido para que su equipo sea menos previsible, para que el pánico cunda en el rival ante un Real Oviedo más veloz y desatado que en los inicios.

La mejor versión del capitán comienza a surgir con el año nuevo, como si se hubiese tomado un descanso para llegar con las pilas cargadas al momento justo. Refuerzos procedentes de la LFP para el asalto al ascenso en Mayo, liderato enfilado esperando el pinchazo del Tenerife. Y en la hora de la verdad, paso adelante de Aitor Sanz para guiar a los suyos en el camino al éxito. Todo ejército necesita un gran capitán, y este Real Oviedo tiene dos. Valor seguro.

Foto: Álvaro Campo @Alwarrete