La despedida, Mr.Pacheta

Las prioridades son otras, el día a día del oviedismo no mira al plano deportivo sino al judicial, convocar lo antes posible la Junta de accionistas, delegar en la APARO y en Symmachiarii para poder superar el poder de Alberto en la misma. Todos juntos contra él, Ayuntamiento y Celso ya han confirmado que irán con nosotros, sólo falta Paco Gómez por pronunciarse. Es la hora y nuestro momento, nunca hemos tenido más cerca el fin de Control Sport en el Real Oviedo y tampoco la posibilidad de cambiar algo en la SAD con la reducción y posterior ampliación de capital. Las fuerzas de todo el oviedismo han de ir centradas en un frente común, #porelROCFéchalos

Pero el día de ayer nos dejó una despedida, no por esperada deja de ser una lástima, aunque el míster deje una puerta abierta los tiempos dicen otra cosa. Pacheta se va para dejar sitio a alguien nuevo, a un entrenador que cuente con el consenso y la tranquilidad para trabajar con su estilo desde el primer día, alguien que empiece de cero. Con el burgalés ya no era posible, la división entre la afición sobre su figura era palpable, más allá de realidades, fanatismos y fobias. De quedarse sería juzgado a las primeras de cambio, un mal inicio de Liga le condenaría echando por tierra meses de planificación y trabajo. En Oviedo no existen los proyectos ni la paciencia, no con José Manuel al frente de la dirección deportiva y tampoco con el equipo fuera de la LFP por décimo curso consecutivo.

Pacheta siempre será el técnico que salvó al Real Oviedo del descenso a Tercera y el que volvió a generar una ilusión inusitada por volver a Segunda. Sus primeros meses fueron colosales, más del 90% de los puntos en juego para llevar al equipo desde el puesto de promoción de descenso a la octava plaza que daba derecho a disputar la Copa del Rey. Ideas claras, mensaje directo, el famoso "ganar al Eibar" caló en el oviedismo y consiguió que el Tartiere se centrase en la batalla por la salvación porque de nada servía la lucha contra Alberto González si el equipo daba con sus huesos en Tercera. Liberó al futbolista, potenció virtudes y despejó la mente de los suyos, mensaje positivo ante la adversidad para convencer a los chicos, exigencia tras la victoria para obligar a ir a por más. Diez victorias y dos empates en trece partidos para disparar la ilusión del oviedismo de cara al nuevo curso, empezando desde la Jornada 1 nada podía salir mal.

Consiguió que en la ciudad sólo se hablase de fútbol, ése fue su gran pecado y su condena. Discurso dirigido al futbolista y al aficionado, directo y claro, machacante y repetitivo. Con las victorias llegó a todos, involucró del primero al último en el estilo Pacheta. Con las derrotas llegaron las dudas, las ruedas de prensa pasaron a ser examinadas con lupa para buscar causas e incongruencias cuando las palabras ante los medios no son más que otra táctica cualquiera para ganarse al futbolista y convencer al vestuario. Mensaje positivo en los momentos difíciles, toques de atención en las victorias para mantener la activación y el nivel de intensidad lo más altos posibles. Fue el único rostro visible durante todo el curso, el manager total; Pacheta abarcó tanto campo en el día a día que nadie miró a José Manuel y Vaca, tampoco al desaparecido Alberto González. El míster fue el pararrayos perfecto para los mangantes, quizá fue él mismo quién lo buscó en pos de la unidad deportiva aunque después el boomerang de su discurso se volviese en su contra.

El estilo es bueno o malo en función de las victorias, los juicios de valor al final siempre dependen de si la pelota entra o no en la portería, el fútbol no tiene memoria ni perspectiva. No hay excusa para justificar el fracaso, Pacheta se equivoca al no llamar a las cosas por su nombre porque no hay gloria en la derrota, no para el Real Oviedo. Pero culpas y responsabilidades las justas, tan alejado está el que no las ve como el que atribuye al entrenador más de lo que le corresponde. Tiene razón el burgalés cuando dice que el fútbol ha sido injusto con su equipo, decisiones polémicas y situaciones de 1vs1, que normalmente son goles cantados y que este curso se tradujeron en fallos, penalizaron en demasía. La frontera fue de tres puntos, de acertar Manu Busto ante el Coruxo u Óscar Martínez ante el Montañeros seguramente estaríamos compitiendo ahora mismo. Mención aparte para la lesión de alguien tan imprescindible como Xavi Moré, futbolista bandera del estilo y la idea del entrenador, su baja fue el principio del fin.

Ahora aparecen los debates, algunos sostienen que había futbolistas para jugar a otra cosa. En Diciembre no había oposición al estilo, por eso digo que el fútbol no tiene memoria. Sin Xavi Moré el equipo se quedó cojo, se volvió más largo y menos profundo para no sobrecargar a Nano, aún así el andaluz llegó fundido al mes de Abril por lo que más que nunca se fió el éxito a la segunda jugada más que a la profundidad por banda. Se perdió una seña de identidad, con el camino que se había emprendido se jugó a lo que ya había. Resultó cuanto menos curioso que primero se defenestrase a Manu Busto y sobre todo a Abásolo por su fútbol pausado y en apariencia parsimonioso para después ensalzarlos como alternativa al estilo que proponía Pacheta. El cántabro fue titular en más de 30 partidos de Liga, el vasco vivió la segunda vuelta en la misma irregularidad que en la primera.

El legado de Pacheta en lo deportivo nos deja a Pelayo afianzado como llegador con todas las de la ley, a Nano recuperado para la causa como un puñal en banda izquierda, a Juanma como el central total de la categoría, y a Álvaro Cuello como el lateral zurdo para muchos años. Asegurarse la continuidad de todos ellos será el primer paso para que el nuevo proyecto empiece con buen pie, perderlos sería tirar al traste el camino recorrido esta temporada, insuficiente pero en parte aprovechable. Caminos separados, que el nuevo entrenador tenga el mismo apoyo que tuvo Pacheta pero esta vez desde todos los sectores, si algo nos ha quedado claro en estos dieciocho meses es que cuando todos vamos unidos somos prácticamente imparables. Al mister desearle mucha suerte allá donde vaya, darle las gracias por la ilusión generada y lamentar que el final no fuese el feliz que todos esperábamos. Seguro que nuestros caminos se cruzarán en el futuro, ojalá que en lo más alto posible.

Foto: La Voz de Asturias