Pedro Baquero, el reforzado

Si un futbolista azul salió reforzado del primer duelo de playoff, golazo de Héctor Simón aparte, ése fue Pedro Baquero. Discutido durante buena parte del curso a pesar de su regularidad, eclipsado por la espectacularidad y fortaleza de un Martín Mantovani que desde el primer día levantó al público del Tartiere de sus asientos para convertirse en el celador de la zaga azul. Baquero asumió su rol, con cualidades menos llamativas para el tackle y el corte, pero llegando a ser más imprescindible que cualquiera en los esquemas de Sarriugarte o Granero.

El onubense es el comienzo del ataque azul, aportando claridad y pausa en la salida de balón desde el perfil zurdo. Correcta primera parte ante el Albacete, en la línea de sus compañeros, un poco de cada uno sirvió para someter a los manchegos y llegar a vestuarios con ventaja. Tras el descanso comenzaron a flaquear las fuerzas en los chicos de Granero, y los de Sampedro cumplieron el primer paso de disputar la posesión para meter el duelo en su terreno. Fue entonces cuando la figura de Baquero creció por encima de todas las demás sobre el recuperado césped del Tartiere.

Difícil encontrar un futbolista en Segunda B al que, siendo central, no le queme el balón en los pies. Los manchegos lo tienen en Noguerol, por eso Cervero y Manu Busto priorizaron la recepción de Nuñez para castigar la salida manchega. Baquero representa la calma y la lucidez a la hora de tratar la pelota. El Real Oviedo no entregaba el control pero le costaba mirar al arco de Campos, dar un paso atrás podía suponer un acoso y derribo por parte manchega que hubiese sido taquicárdico para los azules. Baquero cogió el balón, buscó a Héctor Simón y Aitor Sanz en la medular, y tranquilizó a los suyos. Posesión defensiva para impedir al Albacete crecer.

Mantovani era el contrapunto: al argentino le quemaba el cuero en los pies, complicaciones mínimas y más tratándose de un partido de playoff. Pero el equipo necesitaba otra cosa. Martín se llevó la bronca de Granero por rifarla, y Baquero le entregó un par de balones sencillos, le colocó otras veces, le animó siempre; gestos representativos de la función del onubense en la zaga carbayona. El equipo jugó volcado a la diestra, en parte también por el desplazamiento en largo de Baquero desde el perfil zurdo, con Cervero buscando la disputa con Nuñez y Xavi Moré para la prolongación. Todo enfocado al mismo fin.

Sampedro exige la salida limpia desde atrás, pero en momentos de agobio la baza de Calle como referencia de espaldas a portería es un salvavidas. Digna de enmarcar la batalla entre el '9' manchego y los centrales azules, se podría decir que todos salieron airosos porque, si bien es cierto que Calle (y con ello el Albacete) estuvo controlado todo el partido, también lo es que el delantero tuvo dos ocasiones clarísimas para que ahora estuviésemos hablando de 'otra' eliminatoria totalmente opuesta a la conocida. Batalla que tendrá su asalto final en el Carlos Belmonte.

La tan necesitada experiencia, esa que siempre se echa en falta cuando toca justificar una eliminación prematura. Son muchos años consecutivos para Baquero jugando fase de ascenso a Segunda y siendo importante en sus equipos. El Domingo demostró el porqué, confirmó que poco hay de leyenda urbana cuando se apela a la veteranía, los partidos de playoff son distintos a todo. Granero necesitará del mejor Baquero para seguir adelante.

Foto: @jonas_sanchez