Martín Mantovani, nuevo celador

Pleno de victorias y puntos en el inicio de temporada, nunca durante la travesía por las catacumbas había comenzado el Real Oviedo un curso en Segunda B de manera victoriosa. Seis de seis en Liga, Fuenlabrada en la cuneta en Copa del Rey, los tres duelos finalizados con portería a cero. Fiabilidad defensiva, solidez, la casa construida sobre los cimientos para que la calidad individual en zona de 3/4 en adelante vaya decidiendo partidos. Así hasta que el método Sarriugarte vaya calando.

Tan sólo Lucien Owona y Álvaro Cuello repiten en la retaguardia respecto al curso pasado, ambos parecen destinados a pelear por un puesto en el lateral diestro. Baquero y David Fernández para aportar salida de balón, Javi Cantero para ganar profundidad y poderío en el 1vs1, Efrén para dar paso al Vetusta. Pero sobre todos ellos la sensación en los inicios está siendo Martín Mantovani, el indiscutible, el estandarte de una línea de garantías que crece a pasos agigantados tras menos de un mes trabajando juntos.

Llegó de rebote, segunda opción, ojalá todos saliesen igual. Planificación de chapeau, tras los problemas con Aarón Bueno y César Diop ahí estaban Javi Casares y Galder Cerrajería para mantener o subir el nivel. Con el central pasó lo mismo, Jaime Astrain era la primera opción, el Córdoba anunció su cesión de forma oficial pero faltaba el paso del reconocimiento médico. Generalmente visto como un trámite, requisito y seriedad en la revisión son fundamenteales a la hora de firmar un futbolista. Roto el acuerdo, Mantovani estaba en Oviedo apenas 48 horas después.

Apenas fichado ya trabajó en Navia mientras sus compañeros se preparaban para jugar frente al Racing B, cultura de trabajo, en pretemporada no hay tiempo que perder. Los problemas físicos de David Fernández le allanaron el camino, ahora ya no se entiende la zaga sin su presencia con tan sólo tres partidos oficiales a las espaldas. Seguro de vida en el juego aéreo, ni él ni Baquero han tenido problemas en centros laterales ni tampoco a balón parado. Sarriugarte quiere defensa adelantada, Mantovani lo posibilita: colocación y velocidad en el giro para no perder la espalda, perfecto al corte para anular último pase y al cruce para salvaguardar a Owona y al propio Baquero.

Ahí comienza todo, dejar metros a la espalda permite juntar líneas, jugar en campo contrario para mandar: cuanto más y en menos tiempo robes, más y mejor atacas. Pacheta lo buscó en el inicio del curso pasado, el inicio liguero es conocido por todos. Cada error costaba un gol en contra, la efectividad rival era máxima y ese precedente es el mejor aval para Mantovani y el resto de la zaga. La idea entraña riesgos pero el resultado avala, el argentino es un corrector para proteger a los suyos y afianzar la idea de Sarriugarte.

Se gana al Tartiere en cada disputa, no ha perdido un duelo individual en tres partidos ni a ras de césped ni por arriba. Ante Avilés y Fuenlabrada pudo con todos, velocidad y anticipación para salir victorioso, una colocación soberbia para estar siempre donde debe. Los números lo dicen todo, cero goles en contra y tres disparos a puerta cedidos en 270 minutos: dos desde fuera del área, el otro un mano a mano de Pachón ante Dani Barrio tras despiste en el perfil zurdo. Una posición la de central que requiere dotes de mando, el carácter argentino no es un estereotipo. El grito ya es unánime, Mantovani apunta a nuevo líder azul.

Foto: Álvaro Campo.