
La paciencia tiene sus frutos, ahora se recogen años de aprendizaje, alternancia de minutos y titularidades, vivencias de vestuario para hacerse futbolista y no jugador de fútbol. Raúl le dio la alternativa hace cuatro años, vio algo en aquél chico del Juvenil para hacerle debutar en Copa del Rey ante la Ponferradina. Fue un año de palo y zanahoria, partidos en la poco exigente Tercera para formarse sin prisa pero sin pausa, tampoco debía pasar por delante de otros en la rotación porque el descaro no lo es todo. El chaval debe crecer alejado de los focos, la presión y el peso de los resultados son para los veteranos, Raúl supo hacer caso omiso del clamor de la grada para hacer valer su experiencia.
Tras el ascenso en Mallorca llegó Rubén García para complementarles a él y a Curro, tres futbolistas de tres perfiles distintos, el de Mario Prieto era el papel más claro. Con Pichi Lucas jugaban muchos minutos los tres juntos, ahí se empezó a ver al Pelayo llegador jugando de '8' y siendo vértice del mediocampo, alejado de la construcción para aprovechar la fiereza de su disputa y su ímpetu para entrar en carrera. Aquél era un equipo blando, faltaba físico y potencia, por eso Aulestia encajaba y por eso Igor Da Souza nos pasó por encima en la primera eliminatoria del playoff. Pero Pelayo como estilete es el legado de Pichi Lucas como entrenador del Real Oviedo.

Las comparaciones son odiosas, Pelayo no es Michu. Comparten características pero el momento de su irrupción no fue el mismo, el impacto del crack del Rayo fue brutal, también necesario en 2003. La paciencia que tuvo después para llegar a Primera es el espejo donde se ha mirado y debe seguir mirándose Pelayo, con trabajo duro siempre llega el premio. Supo aguardar su momento, no tuvo prisa por hacerse indiscutible, otros se fueron por no esperar los tiempos de formación y ninguno está jugando más arriba que el Real Oviedo. Es el futuro capitán, tampoco debe tener prisa por llevar el brazalete ya que es algo más que un acto simbólico, conlleva una responsabilidad para la que se ha de estar preparado también como persona.
Ahora ya es referencia, con 21 años ha dado el paso adelante definitivo, aún le quedan muchos por dar por lo que su techo sólo se lo pondrá él, nadie más. Pieza fija de la columna vertebral, no hay nadie insustituible en un once del Real Oviedo pero sin Pelayo Pacheta perdería un signo de identidad del equipo. Juventud, calidad, espíritu de trabajo, oviedismo por bandera: Michu fue su espejo pero ahora él lo es para los que vienen por detrás. Pelayo es la fuerza del Requexón.
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Fotos: Jonás Sánchez