Pelayo y RM Castilla, impulso oviedista

Victoria obligada, los resultados de la jornada no eran favorables y no sumar los tres puntos acercaba a un rival directo y ponía en peligro la tercera y la cuarta plaza. Invertir la tendencia, no basta con ganar sino que hay que hacerlo bien, alejar fantasmas y recuperar confianza para el tramo final de la temporada, futbolistas y afición todos a una.

El Tartiere con las mejores galas, fiesta pre-partido para celebrar el 84º aniversario, gran entrada en el coliseo oviedista: 11.300 espectadores, toca calentar motores para lo que se avecina. Enfrente un rival propicio, con calidad y con nombre. Da igual que se trate de un filial, enfrente hay un escudo y para los jugadores siempre es una motivación, también lo era para los blancos visitar un estadio como el nuestro. Llegó el RM Castilla al Tartiere apurando sus opciones de entrar entre los cuatro primeros, con el refuerzo de Marcos Alonso tras debutar con el primer equipo y con Mosquera al mando.

Un rival que juega y deja jugar, el Real Oviedo cuajó unos magníficos 45 primeros minutos, se podría decir que los mejores de la temporada. Pichi Lucas repitió el dibujo táctico de la semana pasada (4-3-3) aunque con matices respecto al partido de Butarque. Rubén García como pivote por delante de la pareja de centrales, Pelayo en la izquierda para la prolongación y Curro cerca de Perona para la llegada desde atrás. Tres líneas distintas, ninguno jugaba en línea con un compañero y eso creó más opciones de pase, la posesión era azul, el rondo eterno.

Volvió Gonzalo al centro de la defensa como si no hubiese pasado el tiempo, como si la pubalgia que le ha traído de cabeza dos meses y medio no hubiese existido. De nuevo Káiser, seguro en el corte, veloz al cruce, rápido a las ayudas e infranqueable por arriba, volvió a hacer mejor a los suyos. Jorge Rodríguez no sufrió sin balón, sino con él: un par de errores en la salida y una cesión peligrosa a Aulestia fueron sus lunares, nada imperdonable.

La responsabilidad de la salida desde atrás para Rubén García, que con Curro alejado volvió a sentirse eje, a estar cómodo como referencia en el centro del campo. Pocos toques, encontró fácil al extremeño y a un gigante Pelayo, la fluidez y la rápida circulación hacían al Castilla correr tras la pelota como los mayores habían hecho en la noche del Sábado. Tocaba el Real Oviedo con paciencia, de un lado a otro, aparecían los cambios de orientación, situaciones de 1vs1 en banda.

Laterales largos, Javi Barral y Rubén González desdoblaban constantemente a Manu Busto y Xavi Moré, con más éxito para los primeros que para los segundos. Brutal el partido del madrileño, hizo suya la banda izquierda y atacó como un extremo más, dio libertad a Busto para buscar el centro con diagonales y asociarse con Pelayo y Perona. Xavi Moré estuvo voluntarioso en el otro costado, intentó el regate pero se encontró con un gran lateral como es Marcos Alonso, futurible de Primera División de aquí a no mucho. No tuvo suerte el catalán pero la tendrá, que aparezca y encare como hizo es el primer paso.

Sufría el filial merengue, el balón no les duraba en los pies debido a la gran presión azul en primera línea. Superioridad en el centro del campo, Jorge Perona en trabajo impagable, hombres de banda sacrificados en la recuperación. El balón tenía un único dueño y el fútbol era de órdago para lo que estamos acostumbrados; ahora debe llegar la continuidad.



El acoso a la puerta de Adán fue constante, el chaval salvó a los blancos de irse goleados al descanso y se redimió del mal despeje ante Pelayo en la acción del 1-0; Curro soñará con él esta noche, le sacó dos tantos con sendas manos prodigiosas. Majestuoso Pelayo, hemos perdido un ‘6’ para ganar un brutal ‘8’, capaz de recibir de espalda, jugar a uno y dos toques y de entrar a gol desde segunda línea. Lo que se intuía ante el Cerro Reyes lo confirmó ante el Castilla: es un llegador nato y una baza importante en ataque. Fue además referencia aérea para Aulestia en los saques de puerta y para los centrales en el desplazamiento en largo, más no se le puede pedir al partido del chaval.

Reanudación con el temor de repetir males pasados, no fue así. Los de Pichi Lucas siguieron intentando tocar y manejar posesiones largas, buscar el pase vertical para Perona a la espalda de la defensa adelantada. Pecó el valenciano de ansiedad en el desmarque, la falta de gol en las últimas jornadas le condenó. Esas ganas por ver puerta le hizo romper medio segundo antes en cada movimiento para caer en fuera de juego. Cierto que el linier le privó de un mano a mano ante Adán injustamente pero vivir en el alambre es lo que tiene.

Con el paso de los minutos el Castilla se estiró, buscó el gol y la posesión se repartió. La diferencia respecto a otros partidos fue que el Real Oviedo no le perdió la cara al choque, poder a poder para mantener el 2-0. El tanto blanco llegó en acción desafortunada, falta inexistente al borde del área y Aulestia que se condena al dar un paso hacia dentro para dejar libre su palo. Después salvó a los azules en la prolongación tras desviar al poste un disparo de Rubén Ramos que había tocado en un compañero.

Sufrimiento inmerecido esta vez, es el sino oviedista. Toca mantener el nivel a domicilio, se hace indispensable sumar de tres en tres para volver a la segunda plaza y tener ventaja de campo en una primera ronda de playoff. Pero sobre todo, es vital la victoria en Torrelavega para seguir creciendo como equipo, para que la confianza de plantilla y afición vaya a más de cara al tramo decisivo. En la primera parte se puso la primera piedra, mantener el nivel es lo difícil; no todos los equipos dejarán jugar ni todos los campos son el Carlos Tartiere.

Fotos: Álvaro Campo