Otrora jugador superlativo, fue él quién iluminó el camino la temporada pasada y el que hizo ver al oviedismo que la posibilidad de volver a Segunda División era real. Manu Busto hizo creer en el ascenso, jugadas antológicas, magia en estado puro que no se veían en el Tartiere desde nuestro últimos años en la élite. En estado de gracia, hacía un roto como enganche o partiendo desde la izquierda, cuando lleva velocidad de crucero poco le importa el punto de partida.
Equipo construído a su alrededor, todo giraba en torno a Manu Busto. Era aquel un once más compensado que éste, con Invernón trabajando en banda izquierda liberando de trabajo al cántabro; el control de balón era azul y Rubén García y Curro daban sentido al juego aunque después se penalizase en el balance defensivo. Xavi Moré y Perona a su máximo nivel completaban un equipo que debió pasar la eliminatoria ante el Pontevedra cuando con 1-1 en Pasarón perdonó la vida a los gallegos. Demasiadas cosas han cambiado desde entonces.
Se sabe que Busto no es jugador de primeras vueltas, la temporada pasada tampoco encontró su sitio con Raúl, alternó titularidades y suplencias y Manu no fue Manu hasta que Jandro y Xavi Moré dieron el primer empujón. Fue eso lo que le salvó de la crítica en los inicios, todos le dimos margen de confianza porque sabíamos de lo que es capaz: pretemporada intensa, piernas cargadas, falta de chispa por acumulación de trabajo, el oviedismo entendió que aún no era la hora del cántabro y Perona fue el que tiró del carro. Pero a día de hoy Manu Busto sigue sin aparecer, no aparece y no disfruta jugando.
Condenarle a banda izquierda es un error que penaliza más al colectivo que a él mismo. En forma, es perfectamente capaz de recibir escorado y crear fútbol desde el costado; sin balón es un cero a la izquierda, no persigue a su par más allá de mediocampo provocando situaciones de 2vs1 contra nuestro lateral zurdo. Juanma se ha retratado él sólo pero alguno de los marrones que se ha comido vienen por culpa de la pasividad de Manu Busto. El equipo ya nace cojo por la necesidad de meter al cántabro con calzador en el once cuando la realidad es otra. Si está en condiciones, construyes al resto a su alrededor siendo Manu un futbolista especial; si no lo está, no puedes recluirle en una posición que requiera sacrificios defensivos.
El grupo vasco no le favorece: demasiada fuerza, choque, disputa y balón por arriba. Los equipos presionan más que la temporada pasada, la velocidad es de una marcha más. A domicilio se entiende que sufra pero en el Tartiere un futbolista de su calidad debe marcar las diferencias independientemente del rival. Él es el primero que debe cambiar el chip, perder algo de peso y ganar chispa y salida, volver a sentirse importante en un equipo cuyo objetivo ha cambiado por otro más modesto pero no por ello más asequible, al contrario.
El cuerpo técnico debe buscar alternativas, la posibilidad de falso ‘9’ sigue estando ahí aunque a éste Real Oviedo le faltan jugadores para asociarse en zona de 3/4. Solamente Aitor Sanz tiene esa capacidad para tocar y jugar más allá de mediocampo, ni los hombres de banda ni Pelayo, que es un magnífico llegador, pueden hacerlo. En ese sentido debe ir la prioridad para el mercado invernal, se necesita un futbolista con trato de balón, capaz de asociarse, dar calma y sentido al juego, alguien capaz de sumar para conseguir la superioridad a través de la posesión. Sin bandas (Xavi va volviendo poco a poco) estamos obligados a jugar por dentro.
Manu Busto debe aparecer, lo sabe. Quizá no tan brillante como antes, la situación no es la misma que hace un año, pero debe volver a ser el guía de este equipo. Implicación, ganas, ambición y hambre, ése es el Manu Busto que queremos. Si es capaz de volver, no tendremos de qué temer; si sigue desaparecido como hasta ahora, debemos ponernos en lo peor …
Equipo construído a su alrededor, todo giraba en torno a Manu Busto. Era aquel un once más compensado que éste, con Invernón trabajando en banda izquierda liberando de trabajo al cántabro; el control de balón era azul y Rubén García y Curro daban sentido al juego aunque después se penalizase en el balance defensivo. Xavi Moré y Perona a su máximo nivel completaban un equipo que debió pasar la eliminatoria ante el Pontevedra cuando con 1-1 en Pasarón perdonó la vida a los gallegos. Demasiadas cosas han cambiado desde entonces.
Se sabe que Busto no es jugador de primeras vueltas, la temporada pasada tampoco encontró su sitio con Raúl, alternó titularidades y suplencias y Manu no fue Manu hasta que Jandro y Xavi Moré dieron el primer empujón. Fue eso lo que le salvó de la crítica en los inicios, todos le dimos margen de confianza porque sabíamos de lo que es capaz: pretemporada intensa, piernas cargadas, falta de chispa por acumulación de trabajo, el oviedismo entendió que aún no era la hora del cántabro y Perona fue el que tiró del carro. Pero a día de hoy Manu Busto sigue sin aparecer, no aparece y no disfruta jugando.
Condenarle a banda izquierda es un error que penaliza más al colectivo que a él mismo. En forma, es perfectamente capaz de recibir escorado y crear fútbol desde el costado; sin balón es un cero a la izquierda, no persigue a su par más allá de mediocampo provocando situaciones de 2vs1 contra nuestro lateral zurdo. Juanma se ha retratado él sólo pero alguno de los marrones que se ha comido vienen por culpa de la pasividad de Manu Busto. El equipo ya nace cojo por la necesidad de meter al cántabro con calzador en el once cuando la realidad es otra. Si está en condiciones, construyes al resto a su alrededor siendo Manu un futbolista especial; si no lo está, no puedes recluirle en una posición que requiera sacrificios defensivos.
El grupo vasco no le favorece: demasiada fuerza, choque, disputa y balón por arriba. Los equipos presionan más que la temporada pasada, la velocidad es de una marcha más. A domicilio se entiende que sufra pero en el Tartiere un futbolista de su calidad debe marcar las diferencias independientemente del rival. Él es el primero que debe cambiar el chip, perder algo de peso y ganar chispa y salida, volver a sentirse importante en un equipo cuyo objetivo ha cambiado por otro más modesto pero no por ello más asequible, al contrario.
El cuerpo técnico debe buscar alternativas, la posibilidad de falso ‘9’ sigue estando ahí aunque a éste Real Oviedo le faltan jugadores para asociarse en zona de 3/4. Solamente Aitor Sanz tiene esa capacidad para tocar y jugar más allá de mediocampo, ni los hombres de banda ni Pelayo, que es un magnífico llegador, pueden hacerlo. En ese sentido debe ir la prioridad para el mercado invernal, se necesita un futbolista con trato de balón, capaz de asociarse, dar calma y sentido al juego, alguien capaz de sumar para conseguir la superioridad a través de la posesión. Sin bandas (Xavi va volviendo poco a poco) estamos obligados a jugar por dentro.
Manu Busto debe aparecer, lo sabe. Quizá no tan brillante como antes, la situación no es la misma que hace un año, pero debe volver a ser el guía de este equipo. Implicación, ganas, ambición y hambre, ése es el Manu Busto que queremos. Si es capaz de volver, no tendremos de qué temer; si sigue desaparecido como hasta ahora, debemos ponernos en lo peor …