El cambio, Manu Busto

Referente al comienzo de temporada, ausente durante gran parte del curso por culpa de unas lesiones musculares que no le han dado tregua por el momento. Ausente en el gran momento del equipo entre Diciembre y Enero cuando la caza al líder era el único objetivo; también ausente en la crisis de resultados e imagen que acabó con los días de Sarriugarte como entrenador del Real Oviedo. Fue añorado como nunca, uno siempre se acuerda de los que no están cuando las cosas no salen.

Fue el abrelatas oviedista en los primeros partidos de Liga, con doblete en el debut en el Suárez Puerta y gol agónico ante el Fuenlabrada para el primer 'seis de seis' desde que comenzase nuestra andadura por la Segunda B. También vio puerta ante Alcalá y Ourense en el Tartiere, pichichi azul y referencia del colectivo hasta que una inoportuna gripe y una rotura de fibras le apartaron de un equipo que buscaba su identidad y su sitio en la tabla en aquellos meses de Otoño.

Acostumbrados a las maravillas de su primer año, no recuerdan mis ojos una superioridad tan manifiesta de un futbolista sobre rivales y compañeros. Aquellas actuaciones aumentaron el nivel de exigencia, pero esa versión no apareció nunca más. Pedirlo era utópico, el nivel de ese futbolista no era de Segunda B sino de Primera, estaba de un dulce imposible de mantener. Receptor en zona de 3/4 o partiendo desde la izquierda, en cuanto Manu Busto se hacía con el balón el equipo movía sus fichas.

Pacheta llegó a un Real Oviedo a la deriva, y simplificó la idea para construir un equipo más vertical y más directo. No quedaba otra que adaptarse al nuevo estilo. Primero Miguel y Rubiato, más tarde Martins como referencias aéreas del envío en largo, y Manu Busto obligado a cambiar el chip para convertirse en futbolista de segunda jugada, no para la disputa sino para ir a la prolongación y definir. Acabó viendo puerta en los primeros pasos del técnico burgalés, también los hizo la temporada pasada aun sin la vitola de indiscutible que siempre había tenido.

Sarriugarte dio con la tecla cuando Javi Casares tuvo continuidad como agitador por detrás de Diego Cervero, por más que la referencia goleadora siguiese siendo para el '9'. El Domingo, Granero apostó por la salida lavolpiana de balón, con centrales abiertos y Héctor Simón incrustado entre ellos. Faltaron receptores por dentro, Cerrajería nunca estuvo cómodo como receptor, y cuando Manu Busto bajó a ofrecerse, su pérdida de balón acabó en contra zamorana que se perdió en las manos de Orlando Quintana. El equipo necesita la 'nueva' versión del cántabro, la que vimos la temporada pasada.

El 1-2 llegó con Cervero jugando de espaldas y tocando de primeras para un Manu Busto que corre al espacio y define ante Sergio Sánchez. El empate lo empujó Diego tras un rechace a disparo del '10', de nuevo el cántabro en el papel de hombre de área. Nuevo rol para Manu Busto, que ya no debe ser el mago en zona de tres cuartos de campo sino el finalizador de un equipo que tiene dos meses para encontrar su mejor versión de cara al playoff. Talento y fútbol desbordantes, si el colectivo comprende y asimila el nuevo papel de Manu, la calidad hará el resto.

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