Lucien Owona, difícil rotación

Llegada llena de sombras en su día, los precedentes de fichajes extranjeros no ayudaban en época de José Manuel; todos nos acordamos de Franco Fasciana, por decir uno. Llegó a Oviedo con problemas en su pasaporte pero el aval de haber pasado por la cantera del PSG. Sin documentación en regla no había ficha, ni del primer equipo ni del Vetusta. Mantener al futbolista en la ciudad durante tantos meses aumentaba el nivel de exigencia para cuando después pudiese vestirse de corto.

Planta de central, carencias tácticas que le desplazaron al lateral derecho por decisión de Pacheta. Aprendizaje a base de dar una de cal y una de arena, tan pronto sacaba el aplauso del Tartiere por un tackle feroz o una disputa prodigiosa que infundía el pánico por un mal control o un despiste en la marca. Partido a partido fue creciendo con el equipo, logró ser lateral que se atrevía con las subidas, llegó incluso hasta a doctorarse como central en San Mamés ante el Athletic. La inercia final fue la que fue, pero las bases estaban sentadas para un curso mejor que el anterior.

Sarriugarte cuenta con él como lateral diestro desde el principio, para eso ficha tres centrales. Indiscutible en los inicios, afianzado como titular en un equipo que semana a semana se iba buscando a sí mismo. Lucien Owona como un fijo en el once, tan solo la acumulación de amarillas y problemas en su tobillo le apartaron de la titularidad en un par de jornadas. La disputa por el sitio estaba en el centro con David Fernández como alternativa a Baquero, y con Álvaro Cuello ganándole la partida a Javi Cantero en el carril zurdo tras la mala tarde que pasó este último en El Helmántico.

Sin sobresaltos, misma línea de la temporada anterior; físico prodigioso para subsanar carencias relativas al juego. El camerunés sigue siendo un futbolista casi infranqueable en el 1vs1 por más que los conceptos sigan siendo confusos, como cuando le encaran en banda y Lucien retrocede hasta entrar en el área, aumentando las posibilidades del atacante de 'pescar' algo en esa acción. Sus duelos despiertan al Tartiere, siempre ha sido la parroquia azul una afición generosa con el esfuerzo y la disputa. Owona se gana el aplauso con sus impulsos, cada vez menos arriesgados y más medidos.

En Coruxo surge la opción de jugar con tres centrales, desplazar a David Fernández a la diestra para volcar el equipo a banda izquierda siendo Álvaro Cuello el futbolista que da salida desde atrás, y Baquero el que inicia la jugada desde ese perfil. Primero se trató de un recurso puntual ante las bajas, pero tras la victoria en Galicia se convirtió en el primer plan de Sarriugarte para dar un paso más en la evolución del bloque. Buenos partidos, imagen solvente, el equipo cerca del primer puesto. Owona pasaba de indiscutible a alternativa a los cuatro titulares, los resultados mandan.

Con la nueva zaga, la lista de dieciséis era el quebradero de cabeza. Sarriugarte no cuenta con el camerunés como central, tampoco es partidario de desplazar a Baquero al lateral zurdo en caso de percance de Álvaro Cuello pues te quedas sin figura que inicie desde atrás y sin hombre de banda que dé salida. De ahí la prioridad de Javi Cantero para completar convocatoria si Owona no va a ser de la partida. El técnico vasco se cubre las espaldas ante percance en banda izquierda, y juega con la polivalencia de Álvaro para ocupar el centro de la zaga o el lateral diestro en caso de necesidad.

Ante Sanse y Salamanca 'Luisín' fue de la partida en el Tartiere. Actuaciones dignas de mención, sobrio en defensa y atrevido en ataque, capaz de animarse a doblar a Xavi Moré o a buscar portería desde la frontal con un chut que hubiese llevado al mejor gol en lo que va de vida del 'nuevo' estadio de no ser por la mano del meta charro. Partidos y rendimiento para fomentar el debate, aún más si cabe tras unas derrotas a domicilio que vuelven a sembrar de dudas el camino oviedista. Owona llama a la titularidad, hace méritos para volver al once, quién sabe si el 'factor Tartiere' le es tan determinante a él como a los demás.

Quizá por eso se hagan más difíciles de entender sus ausencias cuando toda la zaga está disponible, por más que la idea de Sarriugarte tenga todo el sentido del mundo. Decisión consensuada y argumentada, lógica por parte del míster; pero no por ello sencilla de aceptar por los implicados. Y es que pasar del once a la grada no debe ser plato de buen gusto, como tampoco debe serlo saborear cada Domingo el banquillo y no ser nunca recurso para salir desde el inicio.

Foto: Irma Collín