Real Oviedo, formación tortuga

Real Oviedo en lo bueno y en lo malo, el peso del escudo y de la historia son inmensos para los futbolistas, no todos pueden sacar lo que llevan dentro porque el escenario no tiene parangón con los del resto de la categoría. Pero la camiseta no es una carga solo para los recién llegados, también lo es para los rivales impresionados por la magnitud del equipo al que se enfrentan. El Real Oviedo ha sobrevivido en momentos delicados por la falta de ambición y confianza de sus combatientes.

Equipos plantados en su propio campo, el Carlos Tartiere es la primera baza azul desde el calentamiento. El objetivo del visitante es salir vivo de Oviedo, arañar un punto es la proeza para ser recibidos en sus casas como héroes. Escenario en el que sufrieron Rivaldo y su Balón de Oro, el mejor Valencia de la historia o el Super Depor que un año después rozaría una final de Champions. La grandeza del pasado oviedista les atenaza, les tira para atrás, mengua su ambición. Muchas veces todos nosotros hemos salido del Tartiere diciendo aquello de "si estos vienen a por el partido nos lo levantan".

Repliegan líneas, ceden la iniciativa, pierden tiempo desde el inicio para desespero de la grada aunque en muchas ocasiones terminen probando de su propia medicina por el gol in-extremis de los azules. La insistencia no siempre tiene premio, la categoría es un hándicap y es que en Segunda B siempre será infinitamente más fácil destruir que crear. El rival no presiona al futbolista con balón sino al receptor, se atrinchera en su área para evitar metros a la espalda, sin espacios jugar se hace imposible. La magia aparece en cuentagotas, futbolistas como Manu Busto son capaces de desmontar cualquier tela de araña pero la intermitencia es su hándicap; sin ella no estarían donde están.

Pacheta lo sabía, fue consciente del problema en un equipo hundido y lo aplicó también una vez reflotado. Proponer y arriesgar lo mínimo, llegar al área sin importar lo ventajosa o no de la situación creada; la calidad individual es la que después puede inclinar la balanza. Funcionó mientras hubo fuelle y estiletes, sin Xavi Moré el equipo quedó cojo y Nano se desfondó, la historia la conocemos todos. Fue una manera, la suya, para acabar con los atascos y el juego horizontal que tanto condiciona desde el ascenso de categoría.

Problema identificado en el equipo de Sarriugarte, manija para Aitor Sanz y Cerrajería, ninguno de ellos destaca por ser un constructor al uso. Propuesta atractiva y loable, también incapacidad para llevarla a cabo hasta el momento. La frustración precipita, Cervero termina siendo una isla en ataque para ser receptor de balones aéreos. La idea es plasmar la propuesta del técnico, después el tiempo apremia y cada uno termina la guerra por su cuenta porque un empate nunca será bien visto en el Real Oviedo. Estilo a la deriva e identidad desconocida, los resultados no acompañan.

Para saber a qué jugar necesitas saber lo que tienes: si tu idea es un doble pivote con Aitor Sanz y Cerrajería has de crear un contexto en el que estén cómodos y aproveches sus cualidades. Decía Juanma Lillo aquello de "dime qué mediocentro tienes y te diré qué clase de equipo eres". Ambos disfrutarán en campo abierto, con metros para correr y conducir. Tendrás que sacar al rival de la cueva, entregarle el balón y ceder iniciativa para obligarle a proponer, entonces volverá el fútbol fácil. La llamada formación tortuga, esconderse para luego saltar a la debilidad contraria. Dos medioscentros para abarcar zonas de presión, dos extremos letales en el 1vs1 como pocos en la categoría, Manu Busto diferencial para hacer daño entre líneas y un finalizador como Diego Cervero; ingredientes perfectos para activar el plan.

Sarriugarte debe partir de cero, simplificar la tarea para navegar a partir de ahí en pos de un Real Oviedo mejor y más brillante. Proteger a Dani Barrio, volver a la portería a cero, cerrar su área para buscar el zarpazo en ataque; con metros por delante y calidad individual el peligro está garantizado, pocos podrán hacer más daño que este equipo. Reasignar algunos roles y replantearse el papel de algún futbolista es necesario para que todos sumen donde pueden hacerlo. Dar un paso atrás para dar después dos hacia adelante.

Foto: Jonás Sánchez