Oinatz Aulestia marcó una etapa en la portería: héroe del último ascenso y prolongación del oviedismo sobre el césped; portó con orgullo, valor y garra el brazalete que se había quedado sin dueño tras la marcha de Diego Cervero. Oinatz será por siempre uno más de la causa azul. Paco Lledó fue su sustituto tras la salida del vasco el pasado verano. Inicio irregular para afianzarse con victorias y remontada en la tabla, fue el lanzador del juego directo y figura clave en el curso. Salida por la puerta de atrás, reclamó un dinero que era suyo pero se saltó el pacto con los demás compañeros, no había otra salida que separar caminos.
Dani Barrio llegó hace poco más de un año, primero para convertirse en la alternativa a Aulestia y después para ser competencia directa de Lledó. Le avalaba su gran temporada en el Marino, ascenso de los chicos de Quirós y el eterno Guillermo relegado al banquillo por las actuaciones del gijonés. Contactos con filiales de Segunda y Segunda B, el filial del Villarreal sonó con fuerza pero el Real Oviedo es el caramelo más goloso; el escenario para salir de dudas. El Tartiere puede encumbrar o desterrar, muy pocos de los que han salido por la puerta de atrás tras la prueba de fuego con el primer equipo han evolucionado después.
Segundo espada de Lledó, Dani Barrio empezó la Liga como suplente hasta que los seis goles encajados ante Leganés y Toledo le dieron su oportunidad en Copa del Rey. En el Anxo Carro fue el salvavidas, actuación prodigiosa ante el acoso gallego en la primera mitad, manos milagrosas para mantener portería a cero y evitar una goleada segura. Aquella noche la fortuna fue oviedista, tres goles en tres aproximaciones para pasar de ronda y seguir con el sueño copero. El guardamenta volvió a ser héroe en la tanda de penaltys ante el Salamanca en el Tartiere al pararle el último lanzamiento a Diego Reyes. El premio fue su titularidad en San Mamés, no muchos pueden presumir de haber jugado en la Catedral.
Alternó buenas paradas con errores impropios, a veces responsabilidad propia y otras fruto de la mala suerte, como aquel mal bote en el césped del Tartiere que costó la derrota ante el Lugo. Se mantuvo en el once hasta que llegó la decisión más comprometida de Pacheta en lo que a gestión de vestuario se refiere. Expulsado Dani Barrio en el Molinón por sacar una mano fuera del área que salvaba un punto; partido de sanción y oportunidad para Lledó, que salvó la victoria con parada milagrosa en la última acción del partido ante el Conquense. Pacheta dio confianza a esa parada, pero castigó el sacrificio de Dani Barrio en Gijón. Afianzado Lledó, tocó arrimar el hombro desde el banquillo.
Con la salida del jerezano se abría una nueva vía, también llegaba Mario Ruyales. Nuevo entrenador, igualdad de oportunidades por más que el madrileño fuese una petición de Félix Sarriugarte. Ambos con ambición por demostrar en Segunda B, por ser los cerrojos de un equipo referencia de la categoría. Una disputa de la que el mayor beneficiado es el colectivo. Retratado por el robo de Di María en el Tartiere, el 'Fideo' le jugó la misma a Víctor Valdés en Supercopa. Lesión en pretemporada para Dani, desventaja respecto a Ruyales para el inicio de Liga, invertir la situación en plena competición siempre es difícil. El mal fario de uno es la 'suerte' del otro, el menisco de Mario se quebró una semana antes del debut ante el Avilés y las puertas de la titularidad volvían a abrirse para Dani Barrio.
Fue Juan quien le puso a prueba en el Suárez Puerta, dos buenas intervenciones a disparos desde fuera del área para no sufrir con el 0-2, dosis de confianza para un inicio que puede marcar su futuro como portero del Real Oviedo. Sin apuros ante el Fuenlabrada en Copa del Rey, pero salvador de dos puntos in-extremis tres días después ante el mismo rival tras vencer a Pachón en el mano a mano y con el tiempo ya cumplido en el Tartiere. Incapaz en Matapiñonera, poco pudo hacer para evitar el 3-2 adverso en la hasta ahora única derrota azul.
El miércoles volvió la Copa al Tartiere, con ella otra tanda de penaltys como la que le encumbró ante el Salamanca. Tres de ocho lanzamentos atajados desde los once metros, su hazaña quedó incompleta por la falta de efectividad de sus compañeros. Actuación que quedará en el olvido y que recuerda a aquella del legendario Urruti en Sevilla ante el Steaua de Lacatus con la Copa de Europa en juego. Duckadam pasó a la historia esa noche deteniendo todos los penaltys chutados por el Barça y haciendo inútiles las paradas del malogrado meta vasco.
El Domingo sostuvo a los suyos en la primera media hora ante el Alcalá, zozobra colectiva que pudo costar cara de no ser por las manos de Dani Barrio. Portería a cero en cinco de los seis partidos oficiales hasta la fecha, intervenciones de mérito en todos ellos. El debate se va cerrando, pocos desconfían ya de su titularidad aunque algunos sigan mirándole con lupa en cada balón aéreo. Dani Barrio crece a la vez que lo hace el equipo, está ante su reválida como guardamenta azul. Con continuidad y confianza va camino de convertirse en el indiscutible bajo palos, que nadie dude de que ése será el perfecto indicador de que la nave avanza.
Foto: Irma Collín
Dani Barrio llegó hace poco más de un año, primero para convertirse en la alternativa a Aulestia y después para ser competencia directa de Lledó. Le avalaba su gran temporada en el Marino, ascenso de los chicos de Quirós y el eterno Guillermo relegado al banquillo por las actuaciones del gijonés. Contactos con filiales de Segunda y Segunda B, el filial del Villarreal sonó con fuerza pero el Real Oviedo es el caramelo más goloso; el escenario para salir de dudas. El Tartiere puede encumbrar o desterrar, muy pocos de los que han salido por la puerta de atrás tras la prueba de fuego con el primer equipo han evolucionado después.
Segundo espada de Lledó, Dani Barrio empezó la Liga como suplente hasta que los seis goles encajados ante Leganés y Toledo le dieron su oportunidad en Copa del Rey. En el Anxo Carro fue el salvavidas, actuación prodigiosa ante el acoso gallego en la primera mitad, manos milagrosas para mantener portería a cero y evitar una goleada segura. Aquella noche la fortuna fue oviedista, tres goles en tres aproximaciones para pasar de ronda y seguir con el sueño copero. El guardamenta volvió a ser héroe en la tanda de penaltys ante el Salamanca en el Tartiere al pararle el último lanzamiento a Diego Reyes. El premio fue su titularidad en San Mamés, no muchos pueden presumir de haber jugado en la Catedral.
Alternó buenas paradas con errores impropios, a veces responsabilidad propia y otras fruto de la mala suerte, como aquel mal bote en el césped del Tartiere que costó la derrota ante el Lugo. Se mantuvo en el once hasta que llegó la decisión más comprometida de Pacheta en lo que a gestión de vestuario se refiere. Expulsado Dani Barrio en el Molinón por sacar una mano fuera del área que salvaba un punto; partido de sanción y oportunidad para Lledó, que salvó la victoria con parada milagrosa en la última acción del partido ante el Conquense. Pacheta dio confianza a esa parada, pero castigó el sacrificio de Dani Barrio en Gijón. Afianzado Lledó, tocó arrimar el hombro desde el banquillo.
Con la salida del jerezano se abría una nueva vía, también llegaba Mario Ruyales. Nuevo entrenador, igualdad de oportunidades por más que el madrileño fuese una petición de Félix Sarriugarte. Ambos con ambición por demostrar en Segunda B, por ser los cerrojos de un equipo referencia de la categoría. Una disputa de la que el mayor beneficiado es el colectivo. Retratado por el robo de Di María en el Tartiere, el 'Fideo' le jugó la misma a Víctor Valdés en Supercopa. Lesión en pretemporada para Dani, desventaja respecto a Ruyales para el inicio de Liga, invertir la situación en plena competición siempre es difícil. El mal fario de uno es la 'suerte' del otro, el menisco de Mario se quebró una semana antes del debut ante el Avilés y las puertas de la titularidad volvían a abrirse para Dani Barrio.
Fue Juan quien le puso a prueba en el Suárez Puerta, dos buenas intervenciones a disparos desde fuera del área para no sufrir con el 0-2, dosis de confianza para un inicio que puede marcar su futuro como portero del Real Oviedo. Sin apuros ante el Fuenlabrada en Copa del Rey, pero salvador de dos puntos in-extremis tres días después ante el mismo rival tras vencer a Pachón en el mano a mano y con el tiempo ya cumplido en el Tartiere. Incapaz en Matapiñonera, poco pudo hacer para evitar el 3-2 adverso en la hasta ahora única derrota azul.
El miércoles volvió la Copa al Tartiere, con ella otra tanda de penaltys como la que le encumbró ante el Salamanca. Tres de ocho lanzamentos atajados desde los once metros, su hazaña quedó incompleta por la falta de efectividad de sus compañeros. Actuación que quedará en el olvido y que recuerda a aquella del legendario Urruti en Sevilla ante el Steaua de Lacatus con la Copa de Europa en juego. Duckadam pasó a la historia esa noche deteniendo todos los penaltys chutados por el Barça y haciendo inútiles las paradas del malogrado meta vasco.
El Domingo sostuvo a los suyos en la primera media hora ante el Alcalá, zozobra colectiva que pudo costar cara de no ser por las manos de Dani Barrio. Portería a cero en cinco de los seis partidos oficiales hasta la fecha, intervenciones de mérito en todos ellos. El debate se va cerrando, pocos desconfían ya de su titularidad aunque algunos sigan mirándole con lupa en cada balón aéreo. Dani Barrio crece a la vez que lo hace el equipo, está ante su reválida como guardamenta azul. Con continuidad y confianza va camino de convertirse en el indiscutible bajo palos, que nadie dude de que ése será el perfecto indicador de que la nave avanza.
Foto: Irma Collín