Centenario, Diego Cervero

Esperando el momento desde el día de su presentación, incluso nos había anunciado que tenía preparada la celebración para el gol más significativo. Acabado el partido, poco que celebrar, hito ensombrecido por la derrota en Matapiñonera, y es que es recurrente que una hazaña individual en el mundo del fútbol se vea marcada por un traspiés. Pocas veces la fiesta es completa. Aún así, no se debe pasar por alto que el Domingo Diego Cervero celebró su centésimo gol vistiendo la camiseta del Real Oviedo.

Los inicios no fueron fáciles, la sequía duró diez jornadas hasta que por fin explotó en El Sotón con un póker de goles inolvidables. El chico que había firmado en blanco para asegurar el futuro del club en Tercera División ya veía puerta, sus celebraciones quedaban grabadas en la retina porque reflejaban la misma pasión que la de los miles de oviedistas que llenaban cada grada en el paso por los infiernos. Puñetazos al suelo, cabezazos, gritos, toda la furia azul de aquellos años expresada en un festejo, éramos un huracán.

Primera salida del Club, las dos le sirvieron para confirmarse y crecer vistiendo otras camisetas, inconcebible que no le dejasen hacerlo aquí. En su segunda etapa se puso las botas, dos temporadas para acercarse a la centena como nunca se había pensado, promedio de gol por partido con Rául González en el banquillo. Suyo fue el tanto que selló el ascenso, esperemos que último gol en la historia del Real Oviedo en Tercera. Llegó de Mallorca por la puerta grande y salió por la pequeña, de nuevo la ineptitud de unos dirigentes nos privaba del símbolo de la afición sobre el césped.

Tres años en Logroño para hacerse aún mayor, para acallar a todos aquellos que decían que no tenía nivel para ser referencia en Segunda B. Máximo goleador de la categoría de los últimos tres años, pichichi de grupo en las dos últimas temporadas; los números no engañan. Sustitutos que no cumplieron las expectativas, tan sólo Jorge Perona tuvo cifras defendibles pero el equipo vivía de Manu Busto, nunca de un delantero centro. Las hipótesis nunca son justas, tampoco es bueno mirar al pasado para lamentarse. La incógnita de qué hubiese pasado en el Real Oviedo si Diego Cervero hubiese sido el '9' siempre quedará ahí.

La tercera venida superó todas las expectativas, recibimiento de crack, lo que es y lo que merece. El chico que en 2003 firmó en blanco para asegurar la salida deportiva del club, y que diez meses más tarde decía aquello de "hasta que el Oviedo no suba a Segunda B, o me muero o yo de aquí no me marchó", ya tiene su sitio en el olimpo de los goleadores azules al lado de Lángara, Herrerita, Galán y Carlos. A él no se le pasará por la cabeza, nosotros le decimos que puede mirarles a los ojos a todos ellos porque Cervero también es historia viva del oviedismo.

Llegó el céntesimo, caerán muchos más, no conocemos el techo. Ya aguardamos la celebración del 101, ojalá pueda ser en el Tartiere. El del Domingo fue el reflejo del orgullo, valor y garra con que defiende su escudo y a los suyos, peleó un balón imposible para convertirlo en gol. Y después, recuerdo para Michu, embajador y orgullo oviedista en las Islas. Grande no, gigante.

Foto: Lne.es