Atasco azul, sin salida

1. Sale Sarriugarte con lo previsible, Javi Casares en el once para volver al 4-2-3-1 y en detrimento de Pascual, disposición lógica aunque llame la atención que sea Íker Alegre quien ocupe la banda diestra. Iván Rubio y Señé fuera de la lista de convocados, comodín el primero y marginado el segundo, los dos hubiesen ayudado a desencallar un partido del que no se supo variar el rumbo en ningún momento.

2. El Real Oviedo es aún un equipo sin identidad: sabe a lo que quiere jugar pero es incapaz de plasmarlo, tampoco se atreve porque hacerlo es exponerse al fallo. Pocas veces encaja mejor aquello de "lo más arriesgado es no arriesgarse". La propuesta necesita de gran precisión y técnica, no admite un pie encogido y sí el descaro y la osadía. El desparpajo y el desborde sólo se ven reflejados en Javi Casares y ahí empieza el embotellamiento.

3. El planteamiento del Marino, calcado al del resto de visitantes del Tartiere. Nueve futbolistas por detrás del balón, todos en treinta metros cerrando pasillos interiores. Un '9' sobre el que descargar y salir a la contra, el día en que los rivales se atrevan más seremos más frágiles pero se abrirá una vía para hacer daño. La ansiedad marcará el acierto en la retaguardia; la derrota en Salamanca hubiese hecho mella esta mañana, pero con victorias en la mochila el Tartiere sería inexpugnable.

4. Manu Busto recibe normalmente de espaldas, su fútbol pierde sentido si ha de girarse para jugar. Cervero es quien busca esa función, pero la precisión se resiente ante la tela de araña del rival; tres y cuatro futbolistas rodean al hombre con balón. Si no estiras la lona y ensanchas el campo, el embudo se hace solo. Cerrajería es el paradigma, futbolista que bate línea en conducción pero al que le cuesta mover de un lado a otro. Los de Sarriugarte hacen el trabajo a los rivales con su obstinación de entrar por dentro.

5. Incapaz Íker Alegre en el 1vs1, fue Javi Casares el único que llevó peligro hasta que su bíceps femoral dijo basta. Fue con Aquino pegado en la izquierda y Manu Busto tirado completamente a la derecha como lanzador cuando los azules encerraron, que no inquietaron, al equipo canario. Amplitud, que no profundidad. Lucien Owona no es futbolista para ganar línea de fondo, el problema de Javi Cantero es otro: temeroso, coartado, tuvo que ser la grada del Tartiere quien prácticamente le empujase a doblar a Aquino en su única incursión allá por el 90'.

6. El problema ya es obvio, al Real Oviedo le cuesta un mundo abordar una defensa cerrada, no es capaz de hilar fino en pocos metros. Si no eres capaz de entrar, has de obligar al rival a salir del área. Entregar más posesión y metros, hacer ver al contrario la posibilidad de pescar en el Tartiere. El Marino sale de la cueva porque vislumbra la proeza de sumar los tres puntos, con el descaro atacante llega la desorganización defensiva. Con espacios todo es más fácil, la plantilla azul tiene futbolistas para marcar la diferencia si son capaces de encarar con campo por delante, pocos tienen las individualidades que tiene Sarriugarte en su vestuario.

7. La formación tortuga, encogerse primero para salir desbocado después es más un deseo que una opción contemplada por el cuerpo técnico. Mínimo riesgo en los cambios, siempre hombre por hombre por más que la sobrecarga de Javi Casares obligase a jugar con otro '9'. El Marino ya defendía con todos, Mantovani y Baquero recepcionaban despejes sin presión alguna. Últimos 15' para ir a tumba abierta, Óscar Martínez por Owona para fijar dos centrales sin perder a los extremos ni a Manu Busto picando por dentro.

8. Sin Iván Rubio ni Señé en el banquillo, y con el primer cambio condicionando la última media hora, no hubo alternativa para buscar una vía de agua en la zaga canaria. La lista de dieciséis ha de ir enfocada al partido, si preveés un colista que te va a entregar toda iniciativa y posesión has de llevarte una baza más para el banco, aunque entrañe el riesgo de romper el equilibrio de suplente por línea. La prueba es que Sarriugarte no agotó los cambios este mediodía.

9. El Marino ya perdía tiempo a los 10', hasta seis futbolistas quedaron tirados sobre el césped de La Ería durante el partido y sin embargo se llevaron la primera amarilla en el descuento. El árbitro premia a quien quiere cortar el ritmo y castiga a quien desea jugar al no dar ninguna fluidez al juego; sinsentido mayúsculo que se repite en todos los campos del país. El error es de concepto y no de apreciación, lo cual agrava el fallo. Lo de hoy, lo que ya hizo el Fuenlabrada de Cosmin Contra, es inadmisible y no tiene nombre.

y 10. La que pudo ser una jornada propicia quedó en nada, la distancia respecto al líder sigue siendo de cuatro puntos pero lo peor son las sensaciones. Queda mucho por mejorar y la paciencia escasea, son muchos años en las catacumbas como para exigir tiempo por más que los chicos y Sarriugarte no tengan culpa de ello. Reacción, pedir más a nivel individual y trabajar en lo colectivo, el margen de mejora es amplio pero el examen llega cada siete días.

Foto: Jonás Sánchez