Asignatura pendiente

Enésimo fiasco del Real Oviedo a domicilio, en el Helmántico se enfrentaban dos históricos con las espadas en todo lo alto, comienzo parejo para luchar desde el principio por los puestos de privilegio. Primera prueba de fuego para los de Sarriugarte: rival de identidad, escenario impropio de la Segunda B y desplazamiento masivo de una afición con hambre de éxito y reafirmación. Cócteles para una tarde de fútbol, mejor panorama imposible para dar un golpe sobre la mesa.

El resultado ya por todos conocido, causas analizadas por muchos y es que el planteamiento del técnico azul sorprendió a propios y extraños. El Salamanca es un equipo que disfruta con la posesión, con Igor de Souza como referencia en el puesto de '9' para descargar y con Piojo pegado constantemente a la banda diestra para buscar el 1vs1 ante su par. De ahí que resulte inexplicable la apuesta por Manu Busto en banda izquierda, todos conocemos el déficit del cántabro en fase defensiva. Javi Cantero no tuvo ayudas y quedó en evidencia, en ataque los azules también se resintieron porque Manu Busto no es el mismo partiendo desde la banda.

El partido se perdió en el planteamiento, condenar a Cerrajería al costado zurdo para cortar la hemorragia no fue más que una señal de impotencia y un reconocimiento al error. Sarriugarte experimentó, incumplió aquello de "lo que funciona no lo toques" y es que ante la baja de Javi Casares trastocó todo en lugar de hacer el cambio de jugador por jugador y mantener las bases. Aquino esperando para jugar a pierna cambiada, Jandro para hacer ancho el Helmántico y recuperar la titularidad olvidada. Varió la disposición, la misma que ya no resultó en la primera mitad ante el Prat en el duelo copero. Félix sabrá los motivos, él conoce al vestuario pero la conclusión que sacamos desde fuera es que se cambió pero no para hacer daño a la debilidad del Salamanca ni tampoco para protegerse de sus puntos fuertes.

La desilusión no es nueva, el Real Oviedo lleva sin ganar lejos de tierras asturianas desde aquella tremenda victoria en Valdebebas. Lo que parecía el despegue definitivo hacia la LFP no fue más que la cima para comenzar el descenso. Primero Pacheta, ahora Sarriugarte, jugadores que ya se fueron y otros recién llegados, todos estrellados más allá de las fronteras del Principado. La debilidad a domicilio fue la que impidió acceder al playoff en el mes de Mayo; ahora son seis tantos encajados en dos partidos, contraste con la portería a cero conseguida en cuatro partidos oficiales en casa y el debut liguero en el Suárez Puerta.

Ser infranqueables en el Tartiere es el primer paso, no el único; si una lección se extrae de la temporada pasada es que sumar cada quince días no basta. Ser regulares a domicilio, ganar como costumbre y arañar un punto cuando no se pueda sumar los tres. Llegarán derrotas, pero la ambición debe ser máxima si se quiere aguantar el ritmo del Tenerife para lucharle el primer puesto. Exigir sin perder la perspectiva, ambicionar sin llevar a la autodestrucción. La paciencia será útil si se aplican análisis y soluciones a los fallos.