Fracaso sin remedio

Tarde de transistores, como las de los buenos tiempos. Jugábamos en Matapiñonera y en Coruxo, dos partidos que iban de la mano porque una victoria gallega daba alas a los de Pacheta; por otro lado, el triunfo azul salvaba matemáticamente a los vigueses con lo que el empate valía a Coruxo y Albacete. Todos vieron los toros desde la barrera en O Vao hasta el minuto 85, certificada la victoria del Sanse había que hacer un gol para amarrar la permanencia. La jornada fue curiosa, prácticamente más goleadas que en el resto de Liga, todos los de abajo sumaron los tres puntos en pos del milagro.

Fracaso oviedista, no admite otra calificación el resultado final. No es que el Real Oviedo no haya logrado el ascenso, es que ni siquiera ha peleado por él, eso se hace en los playoffs, unos duelos a los que no llegamos. Siempre nos quedará la duda de este equipo en las eliminatorias, salvo la debacle de Tenerife los de Pacheta fueron superiores a todos los rivales directos pero la realidad es que los azules no han merecido jugar la post-temporada. Y no lo han hecho porque lejos del Tartiere los números son deleznables: una victoria en toda la segunda vuelta y un punto de veinticuatro posibles ante los últimos ocho clasificados. Incomprensible que los mismos que ganaron en el Carlos Belmonte y Valdebebas fuesen incapaces antes los rivales de la zona baja.

Saltaron los futbolistas al césped de Matapiñonera igual que el aficionado: incrédulos, sin fe en el milagro. Esa falta de hambre es la que marca la diferencia, el Sanse se jugaba la vida porque sabían que una derrota les condenaba a Tercera o a la eliminatoria por la permanencia. El partido no tuvo historia, nunca dio la sensación de que los de Pacheta podían llevarse los tres puntos para soñar con la proeza. No hay nada reseñable, fue el calco de lo que ha sido una segunda vuelta atroz lejos del Carlos Tartiere. Los madrileños corrieron más y mejor, pegaron cuando tuvieron que hacerlo para tumbar a Lledó y finiquitar el ocaso oviedista. Personalizar la derrota en errores de uno u otro no sirve de nada, las opciones se perdieron antes de la última jornada.

El balance es negativo, no cabe duda. No se alcanza el objetivo por incapacidad y errores propios, no por grandeza de los rivales. No hay ninguna gloria en la derrota, menos si sumas catorce durante todo el curso. El palo es demasiado duro y demasiado reciente, los análisis vendrán más adelante porque toca bajar pulsaciones y no perder perspectiva. Se ha fracasado, pero algunas cosas se han hecho bien, algún futbolista es válido para intentarlo de nuevo el año que viene, no hay que romper con todo porque el caos económico tampoco permite fichar dieciséis jugadores como ha hecho el Tenerife. Seguirá o no Pacheta, todo apunta a que el mister proseguirá su carrera en otro sitio. La única verdad es que el ascenso a Segunda será inviable mientras Alberto González, Vaca y José Manuel sigan dentro del Real Oviedo. Acabado el fútbol, empieza el partido por la supervivencia.

Foto: Nacho Felgueroso