Nuevo fiasco, guión calcado al de O Vao y al de la semana pasada en el Tartiere ante el Getafe B, un equipo el oviedista al que los partidos y la Liga Regular se le hacen eternos. No hay fuelle para una carrera de fondo, los de Pacheta rinden en duelos directos y dan esperanzas en un improbable playoff pero no son capaces de competir cada semana, el físico y el fútbol no llegan, no dan para más. Los que perdieron en Elviña son los mismos futbolistas que arrasaron Valdebebas; no es que hayan decidido no correr, es que simplemente no pueden.
Planteamiento de Pacheta lógico en la práctica, Juanma en el lateral izquierdo para jugar con cuatro centrales en la retaguardia y dejar siempre una línea de tres con posesión azul, que el canario diese profundidad junto a Nano en la zurda para llegar al área gallega. Dos futbolistas con buen golpeo de balón, ambos con confianza en sus posibilidades, los únicos a los que el cuero no quemaba en los pies junto a Manu Busto. Owona formaba atrás con Negredo y Juanpa en ataque oviedista, todo el fútbol azul se volcaba a la izquierda. Cuando lo hacía a la diestra Juanma era el tercer central con Jorge como cuarto hombre, Lucien presionaba muy arriba para evitar la salida limpia y la contra del Montañeros.
Pronto en ventaja, lo que antes era una oportunidad ahora es una desgracia. El equipo no tiene físico ni autoestima para presionar y achicar, por eso repliega. No hay confianza en defensa, por eso se aleja el cuero del área de Lledó pero a un precio muy alto, ya no se busca la referencia sino que la referencia busca el golpeo. Sin disposición ofensiva el rival recupera antes, un bucle del que es difícil salir porque los de Pacheta ya ni asustan ni intimidan, ni tan siquiera echan atrás al contrario tras desperdiciar mano a mano ante el portero. En Elviña fue el cuarto en tres partidos con marcador a favor, todos al muñeco; acciones puntuales que juzgan un proyecto. De haber entrado los males seguirían presentes, pero los resultados mandan.
El empate sentó como un jarro de agua fría, una puñalada al corazón del equipo. El Montañeros se hace dueño y señor, los de Álex Suárez someten a los azules que duermen en el balcón del área de Lledó. Con el 1-1 entraron Abásolo y Martins, jugador por jugador, nada cambia. Llegaron tarde los cambios, el Oviedo salió bien tras el descanso, era el momento de Abásolo por dentro junto a Manu Busto para quitar la referencia a los centrales Raúl y Pablo López, para que los azules se asociasen y aglomerasen posesión, para defender con la pelota. Después Martins por Teo en la derecha para la diagonal hacia dentro, invertir roles para sorprender y sentenciar. No se atreve Pacheta a mover nada arriba, debería probarlo igual que lo hizo en la retaguardia.
No es falta de actitud, afortunadamente el fútbol es bastante más complejo que echarle o no ganas. De no ser así todos nosotros llevaríamos al Real Oviedo a lo más alto. El miedo, la falta de confianza y la inseguridad no son sinónimos de pasotismo ni de indolencia, el futbolista quiere pero no puede. A Negredo le gustaría salir desde atrás, a Pelayo mover la bola de un lado a otro, a Nano desbordar como hacía dos meses; pero no son capaces. El balón quema en los pies, el futbolista llega medio segundo tarde a la disputa porque el físico no acompaña, apenas queda gasolina. Plantilla muy justa de efectivos para un estilo exigente, hoy hemos jugado con cinco centrales, dos de ellos como laterales y otro de mediocentro. La confección va en el debe de Pacheta, al menos en parte porque la mayor cuota de responsabilidad es de José Manuel.
Tiempo habrá de rendir cuentas, de analizar pros y contras, de poner notas a futbolistas y cuerpo técnico, ahora toca dar el último aliento aunque sea por inercia, aunque no haya esperanza en el empuje. No es una misión imposible, el Tenerife está a cuatro puntos habiendo un duelo directo en dos semanas, no es una distancia insalvable aunque sí dura. Los chicharreros son tan endebles como nosotros, tienen una salida difícil al Cerro del Espino este Domingo. Pero para aprovechar los regalos hay que saber cogerlos, y este equipo a día de hoy parece imposible que se reponga del mazazo en Elviña para recibir al Castilla en el Tartiere.
Foto: La Voz de Asturias
Planteamiento de Pacheta lógico en la práctica, Juanma en el lateral izquierdo para jugar con cuatro centrales en la retaguardia y dejar siempre una línea de tres con posesión azul, que el canario diese profundidad junto a Nano en la zurda para llegar al área gallega. Dos futbolistas con buen golpeo de balón, ambos con confianza en sus posibilidades, los únicos a los que el cuero no quemaba en los pies junto a Manu Busto. Owona formaba atrás con Negredo y Juanpa en ataque oviedista, todo el fútbol azul se volcaba a la izquierda. Cuando lo hacía a la diestra Juanma era el tercer central con Jorge como cuarto hombre, Lucien presionaba muy arriba para evitar la salida limpia y la contra del Montañeros.
Pronto en ventaja, lo que antes era una oportunidad ahora es una desgracia. El equipo no tiene físico ni autoestima para presionar y achicar, por eso repliega. No hay confianza en defensa, por eso se aleja el cuero del área de Lledó pero a un precio muy alto, ya no se busca la referencia sino que la referencia busca el golpeo. Sin disposición ofensiva el rival recupera antes, un bucle del que es difícil salir porque los de Pacheta ya ni asustan ni intimidan, ni tan siquiera echan atrás al contrario tras desperdiciar mano a mano ante el portero. En Elviña fue el cuarto en tres partidos con marcador a favor, todos al muñeco; acciones puntuales que juzgan un proyecto. De haber entrado los males seguirían presentes, pero los resultados mandan.
El empate sentó como un jarro de agua fría, una puñalada al corazón del equipo. El Montañeros se hace dueño y señor, los de Álex Suárez someten a los azules que duermen en el balcón del área de Lledó. Con el 1-1 entraron Abásolo y Martins, jugador por jugador, nada cambia. Llegaron tarde los cambios, el Oviedo salió bien tras el descanso, era el momento de Abásolo por dentro junto a Manu Busto para quitar la referencia a los centrales Raúl y Pablo López, para que los azules se asociasen y aglomerasen posesión, para defender con la pelota. Después Martins por Teo en la derecha para la diagonal hacia dentro, invertir roles para sorprender y sentenciar. No se atreve Pacheta a mover nada arriba, debería probarlo igual que lo hizo en la retaguardia.
No es falta de actitud, afortunadamente el fútbol es bastante más complejo que echarle o no ganas. De no ser así todos nosotros llevaríamos al Real Oviedo a lo más alto. El miedo, la falta de confianza y la inseguridad no son sinónimos de pasotismo ni de indolencia, el futbolista quiere pero no puede. A Negredo le gustaría salir desde atrás, a Pelayo mover la bola de un lado a otro, a Nano desbordar como hacía dos meses; pero no son capaces. El balón quema en los pies, el futbolista llega medio segundo tarde a la disputa porque el físico no acompaña, apenas queda gasolina. Plantilla muy justa de efectivos para un estilo exigente, hoy hemos jugado con cinco centrales, dos de ellos como laterales y otro de mediocentro. La confección va en el debe de Pacheta, al menos en parte porque la mayor cuota de responsabilidad es de José Manuel.
Tiempo habrá de rendir cuentas, de analizar pros y contras, de poner notas a futbolistas y cuerpo técnico, ahora toca dar el último aliento aunque sea por inercia, aunque no haya esperanza en el empuje. No es una misión imposible, el Tenerife está a cuatro puntos habiendo un duelo directo en dos semanas, no es una distancia insalvable aunque sí dura. Los chicharreros son tan endebles como nosotros, tienen una salida difícil al Cerro del Espino este Domingo. Pero para aprovechar los regalos hay que saber cogerlos, y este equipo a día de hoy parece imposible que se reponga del mazazo en Elviña para recibir al Castilla en el Tartiere.
Foto: La Voz de Asturias