Sporting B, primera final

La humillación hecha partido, el paso por los barrizales personalizado en un encuentro, visita el Tartiere el filial de nuestro eterno rival. No es un derby, nunca lo será por más que este día se esté convirtiendo en costumbre, siempre deseamos que el presente sea el último choque ante ellos. Los tres puntos más difíciles de la temporada, siempre lo son. Desde el descenso a Tercera únicamente les ganamos fácil en el primer envite, aquél 1-3 en el Molinón en la que se suponía iba a ser la única visita a Gijón para jugar contra su filial. Después han llegado victorias agónicas, empates tediosos y derrotas dolorosas, la última la más humillante de todas por ser en nuestra casa.

Sobreexcitación esportinguista, para ellos es el partido de sus vidas ya que son los 90' en los que se saben incluso más importante que los mayores, un choque que les puede abrir las puertas del primer equipo porque por un día club y afición les miran a ellos más que a nadie. Juegan contra el eterno rival, tienen el aliento de los suyos detrás y se crecen ante un ambiente que seguramente no volverán a vivir, el Tartiere siempre es una olla a presión y es que ese escudo es non grato en Oviedo independientemente de que sean o no los del primer equipo los que salten al césped. La clasificación nunca importa, ganarles siempre cuesta más porque nosotros tenemos todo que perder, ellos todo que ganar.

Una derrota nunca es positiva, siempre es más fácil corregir errores con la tranquilidad de la victoria aunque tendamos a ser conformistas en época de éxitos. Pero perder en Vecindario ha sido un toque de atención tremendo, el futbolista del Real Oviedo saldrá el Sábado con una activación brutal y es que se sabe en deuda con la afición azul por el patinazo canario. Objetivo #AcudeAlTartiere, alcanzar los 15.000 espectadores no es una químera, por una vez el Club ha puesto de su parte para facilitar una buena entrada. Con todo esto el aspecto mental ha de igualarse, la motivación ha de ser la misma en los azules que en los rojiblancos, que la calidad, la experiencia y el ambiente hagan el resto.

Pacheta debe encauzar esas ganas de victoria y aplauso, tan mala es la pasividad como el ansia y la precipitación, la virtud siempre está en el término medio. El equipo ha respondido en situaciones parecidas, desplazamientos masivos a Valdebebas, San Mamés y Lugo, los futbolistas supieron estar a la altura del ambiente. Ahora la grada no pesa, esto no es Tercera, quien más quien menos ya ha vivido choques de altura y la fuerza del Tartiere debe llevar en volandas en lugar de encoger las piernas, la asistencia ya no es excusa para los nuestros. Hambre y claridad de ideas, presión y pausa, disputa y lucidez, corazón y cabeza, la receta.

A los rojiblancos les gusta tocar el balón, aglomerar posesión, como buen filial se orientan a través de la pelota. Quitárselo es el primer paso, incomodar la salida es el medio para conseguirlo. Renunciarán al estilo, siempre lo hacen cuando llegan al Tartiere. También les pesarán las bajas de Mendy o Gálvez, de ahí la importancia de la pausa, defenderán en mediocampo, acumularán hombres atrás para vencer la segunda jugada si jugamos largo. Partido para Manu Busto y Abasolo, futbolistas especiales en zona de 3/4, asociados en forma como lo estarán Martins y Nano en la otra punta. El cántabro tendrá ganas de reivindicar no sólo su puesto en el once sino su liderazgo dentro del grupo, saltará al campo con la exhibición de hace dos años en la retina. El vasco buscará sitio tras tres partidos en el banquillo, consiguió dar síntomas de recuperación ante Celta B y Lugo, siempre había sido futbolista de grandes citas en el Real Unión.

El equipo ha de ser más horizontal, no fiarlo todo a la disputa. No ahora. El plan valía en Luanco y Alcalá, tampoco iba mal encaminado en Vecindario por el condicionante del césped. Evitar riesgos era el objetivo. Ahora entramos en las diez jornadas decisivas, después ya no habrá más, es un ahora o nunca y Pacheta lo sabe. Toca ser valientes como se fue en Valdebebas, la propuesta debe tener algo de riesgo, atreverse para que el futbolista vuelva a creer ciegamente en sí mismo y en los compañeros. Con confianza y fe este equipo es imparable, más aún con un Tartiere engalanado y dispuesto a empujar al máximo. Todos a una, un ascenso entre ceja y ceja. No debemos ver otra cosa.

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Foto: Álvaro Campo