Nada perdido, todo por ganar

Derrota que duele, derrota que nos hace perder una oportunidad de oro y es que los pinchazos inesperados de Tenerife y Lugo no han sido aprovechados. De ganar al Sporting B el Sábado en el Tartiere se dormirá en puestos de playoff pero en esta guerra por los cuatro primeros puestos, igual que en un partido, quien perdona lo paga. El traspié preocupa, sobre todo después de escuchar al míster en rueda de prensa y es que Pacheta no se explicaba lo que había pasado en Vecindario. Dudas y malos síntomas en la segunda mitad porque no se compitió ante los canarios.

Todo va más allá del planteamiento y de la alineación, con Manu Busto se encajaron los tres tantos y no llegó el nuestro por más que estemos de acuerdo de que el cántabro es el futbolista diferencial de esta plantilla junto a Nano y Aitor Sanz. Los cambios obligados afectaron al equipo pero antes de las lesiones los canarios ya eran dueños y señores del partido, la inercia era local. Se pierde como bloque, se atacó mal y se defendió peor, tres tantos en contra en cuarenta y cinco minutos lo dicen todo. Lledó aguantó el 0-0 mientras pudo tras el descanso, daba igual; el partido ya estaba inclinado hacia el Vecindario, la sensación de fortaleza se disolvió como un azucarillo en agua y es que a diferencia de los partidos ante Marino y Alcalá, el rival esta vez sí vió la posibilidad de hacer daño.

Tres síntomas a erradicar para volver a ser los de hace dos meses, para volver a sentirnos indestructibles. Males endémicos que han acompañado todo el curso, van más allá de una plantilla corta o de las lesiones de Xavi Moré y Juanma. Virtudes y defectos, lo que es el Real Oviedo no va a cambiar ahora. El equipo es el mismo, los futbolistas también, lo que marca la diferencia es el aspecto mental.

1. El problema lejos del Tartiere es obvio, innegable, irrebatible. Un equipo tan fiable en casa no puede ser tan frágil a domicilio, no cuando no sufres de un factor externo que te condicione en el juego como le puede pasar al propio Vecindario, que cambia de superficie cada semana. Volver a creer, que aparezca el hambre, la seguridad y la confianza que desprende el equipo jugando en la Ería.

2. La fe que rodea al equipo con 0-0, el empuje hasta la saciedad que demuestra para abrir la lata se convierte en miedo cuando el rival se pone por delante, desaparece todo. Sin capacidad de reacción, no se recuerda la última remontada azul. Pacheta debe concienciar a los chicos, el partido sigue siendo el mismo porque siempre hay tiempo por delante. Nada se pierde en el minuto 70', igual que tampoco se gana. No se puede depender de anotar primero y nadar a favor de corriente.

y 3. Un partido que pierdes 1-0 en el 80' tiene que terminar en el área del rival, acoso y derribo en pos del empate. Nunca se puede permitir encajar dos más, volver a Oviedo con un 3-0 en contra duele sobre todo a la afición, también mina la moral del vestuario. Competir hasta el último minuto, morir exigiendo, ésa ha sido la obsesión de Pacheta desde el primer día.

Quedan diez finales por disputar, los diez partidos en los que se decide la Liga como mantiene Luis Aragonés; nada perdido pero todo por ganar. Alcanzar la regularidad es el objetivo de todos, no se clasificarán los cuatro mejores sino los que menos fallen, ahora no importa nada más que sacar cada jornada adelante. Mucho a mejorar, por fortuna los duelos directos marcarán nuestra suerte estos dos meses y ahí los de Pacheta siempre han competido bien, con garantías. Es el momento de empujar, de poblar el Tartiere, de anotar nuestro gol. Y de creer.

Publicidad: Ovieditis es 'patrocinador' del espacio dedicado al Real Oviedo en el programa 'Asturias en juego' de Radio Vavel, en el que se repasará toda la actualidad futbolística del Principado cada Lunes de 17h a 18h
Foto: Jonás Sánchez