
Los de Pacheta salen a rebufo, dos puntos por detrás de tercer y cuarto clasificados, a cuatro puntos del segundo que es el Tenerife. Aparece el pesimismo, al equipo le cuesta sacar los partidos adelante, el rodillo de Noviembre y Diciembre ya no aparece por el Tartiere y es que cada victoria cuesta un mundo, ya nunca se gana tranquilos y terminar con Lledó imbatido no es rutina. No es un mal característico, nadie suma fácil, todos los rivales se juegan algo y se dejan la vida sea quién sea el que está enfrente, poco le importa al Montañeros salir ante al Rayo B que ante al Sanse porque en su mente sólo entra el sumar tres puntos para la supervivencia.
Sorpresas cada jornada, ya he dicho que nunca hay pleno: el Castilla vs Sanse, el Albacete vs Toledo, el Tenerife vs Montañeros, el Lugo vs Sporting B, Real Oviedo vs Vecindario, todos pinchan ante rivales de la zona baja, podría dar diez ejemplos más en la segunda vuelta, nadie está a salvo de la quema. No hay lógica, por eso las calculadoras son castillos en el aire, nunca sabes lo que va a pasar el próximo Domingo; en 90 minutos pasas de ser la alternativa al líder a sentir el aliento del quinto soplándote en el cogote.
Pesa la baja de Xavi Moré en el ánimo oviedista, sin el pucelano hemos perdido chispa, estilo, calidad diferencial. Pero aun así el equipo dio la cara en la eliminatoria copera frente al finalista Athletic, venció al Tenerife y empató en Lugo mereciendo mayor premio. El equipo compite de fábula cuando está entre la espada y la pared, siempre lo ha hecho a lo largo del curso. El partido del Sábado fue el fiel reflejo de la identidad de la plantilla: salida brutal, descomprensión mental a los seis minutos viéndose 1-0 arriba y en superioridad numérica, vuelta a la intensidad de vértigo con el empate gijonés para diez minutos de aúpa en los que el marcador pudo ser incluso mayor.

El míster ha conseguido picar el orgullo de Manu Busto, no hay más que escuchar las declaraciones del cántabro para darse cuenta de que tienes ganas de hacer algo grande, de reivindicar su liderazgo. Las jornadas de banquillo le han dado descanso y frescura, el pequeñín puede ir a tumba abierta en los tres meses que quedan. También ha vuelto Abásolo: sensación de pasotismo, indiferencia, seguramente la Segunda B no sea un estímulo para su calidad pero ahora llega al gran escenario. El Real Oviedo será centro de todo estas nueves jornadas, se verá en partidos propios de Primera por el ambiente, por fin un reto para sí mismo.
Ganar al Conquense, y ver qué pasa. El Lugo visita una plaza complicada como es la de Coruxo, el Tenerife recibe al Sanse. Quizá los de Setién ganen a domicilio cuatro meses después de su última victoria como visitantes, quizá los canarios se dejen puntos en el Heliodoro como hace dos semanas. No lo podemos saber porque la lógica brilla por su ausencia. Y como brilla por su ausencia, lo único que debe estar en nuestra mente es ganar nuestro partido. La única cosa clara para el Real Oviedo es que depende de sí mismo para ser equipo de playoff. Vamos a conseguirlo.
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