Capitán Jandrín, último exámen

Recambio de Xavi Moré tras la primera lesión del pucelano en el mes de Diciembre, fue de la partida en el Tourmalet ante Athletic en Copa del Rey, Tenerife y Rayo Vallecano B en Liga. Buenos minutos, el peligro vino de sus botas ante los leones en el Tartiere y también en La Catedral, tuvo las tres ocasiones para cambiar la eliminatoria. Cumplió el expediente, aportó trabajo, intensidad en la presión y retorno en fase defensiva, ensanchó el campo cuando los nuestros atacaban. No se le podía pedir más, la exigencia para Jandrín no podía ser igual que para Nano, Manu Busto o el propio Xavi Moré.

El extremo pucelano volvió a caer en Toledo, rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha, adiós a la temporada. Jandrín y Abasolo quedaron como las alternativas de Pacheta. El refuerzo invernal era obligado porque no se podía afrontar el curso con sólo tres futbolistas de banda, menos siendo uno de ellos aún del filial. Llegó Teo desde Orihuela sobre la bocina, viene de ser titular en el segundo clasificado del Grupo III, buen futbolista. Paul fue el titular ante Celta B y Lugo, dos partidos y dos goles para que el vasco se ganase el indulto del Tartiere y del oviedismo. A Jandrín no le queda otra que volver a un Vetusta con el agua al cuello pero que enlaza por primera vez dos victorias consecutivas.

Alguno verá su retorno al filial como un paso atrás, como una muestra de la poca confianza de Pacheta y del cuerpo técnico en el chaval y en la cantera en general, pero nada más lejos de la realidad. Jandrín afronta la última etapa de su formación, la más importante, la que decidirá su futuro en el Real Oviedo. Ernesto no supo afrontarla, los fenómenos se la saltaron aunque los inicios de Michu y Adrián en el primer equipo también fueron a cuentagotas sin un Vetusta en el que foguearse. Es la llamada fase de “jugador clave”: Jandrín debe ser el líder del filial, jugador referencia en el campo y en la caseta, demostrar liderazgo y carácter para ser el timonel del Vetusta en pos de la salvación antes de ser por derecho propio jugador del primer equipo a todos los efectos.

Etapa de exigencia por tanto, es el momento de dar el paso adelante definitivo, ser diferencial en Tercera. Este Domingo fue de nuevo capitán ante el Pumarín en su retorno al filial, en la victoria azul bajo el aguacero, importante primer gol de Jairo Cárcaba. Llevar brazalete no es un gesto para la galería sino un detalle de responsabilidad, el mensaje para Jandrín es claro. El listón está más alto, no le estará permitido cumplir con el expediente ni ser uno más, ha de ser el futbolista que marque la diferencia por encima de cualquier otro; da igual que Chus Hevia ya tenga partidos en Segunda a sus espaldas. El jugador franquicia ha de ser Jandrín, eso le ha pedido Pacheta.

El gran Martí Perarnau explicó el periodo de formación de una joven promesa utilizando a Thiago Alcántara como ejemplo, su vuelta al filial del Barça fue el último episodio antes de su explosión en el Europeo Sub-21 y en la pretemporada culé. No pretendo comparar, el trabajo que se hace en La Masía no admite discursión respecto a lo que se hace en el Real Oviedo, aquí reina la improvisación y el día a día, no hay proyecto futuro ni a medio plazo tampoco. Jandrín y Thiago sí tienen cosas en común, idas y venidas con primer equipo y filial, esperanzas depositadas en ambos desde años antes de dar el salto, exigencia parecida a nivel individual y también del colectivo, la obligación azul en Segunda B es incluso mayor que la culé.

Si Pacheta no confiase en Jandrín no hubiese sido el elegido en Diciembre, ser titular en los dos partidos ante el Athletic dice mucho, el oviedismo llevaba años esperando un momento como ése y Jandrín estuvo allí cuando lo fácil era dar la alternativa a Abasolo. Pero cada cosa tiene su tiempo, acelerar el proceso de formación no ayuda en nada al chico, la presión de un ascenso a Segunda podía quemarle antes de tiempo, la grada no tiene contemplaciones cuando el objetivo está en juego. Pelayo es el espejo donde mirarse: es su cuarta campaña con los mayores desde que debutase de la mano de Raúl, la primera como titular indiscutible. Años de aprendizaje, de alternar titularidades con suplencias y grada, todo para curtirse y seguir creciendo.

La exigencia, con el filial y en Tercera, allí donde Jandrín ya tiró la puerta una vez. Ahí es donde debe hacerse hombre, donde debe pasar de chico a futbolista. Sin prisa pero sin pausa, entra en los meses clave. Si quiere ser futbolista del Real Oviedo ha de dar el paso adelante. No le valdrá con ser el mejor. Ahora toca ser el líder.

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