Lledó, el guardián silencioso

No se lleva las portadas, esas son para Xavi Moré, Manu Busto, Pelayo, ayer para Nano por su golazo y momento de forma o para Abasolo por su reconciliación con el Tartiere. Pero todo empieza en Lledó, primer atacante igual que Martins es el primer defensor del equipo de Pacheta. Presente en siete de las nueve victorias consecutivas en el Tartiere, un único gol encajado en toda la racha, números cantan. Con él dentro el equipo fue un cohete por más que Dani Barrio no fuese culpable del mal inicio, quizá con el chaval la inercia positiva fuese la misma, nunca lo sabremos.

Empezó como el resto, seis tiros a puerta y seis goles en contra en los dos primeros partidos, Leganés y Toledo tuvieron máxima efectividad ante puerta y eso hunde la moral de cualquiera. Dani Barrio salvó al equipo en Copa, Pacheta le dio confianza en Liga buscando el estado de gracia, buscando dar con la tecla para que todo fuese como el curso anterior. Lledó mantuvo el tipo a pesar de verse relegado a la suplencia por un chaval que en principio no debía hacerle sombra. Supo aceptar su papel y esperar su oportunidad, siempre antepuso al equipo y a su compañero, nunca una mala cara, un lujo tenerle compitiendo por el puesto como reconocía Pacheta.

Volvió ante el Conquense para ser salvador, su parada en el descuento valió tres puntos sin los que no se entendería la reacción azul. Después de eso ya hizo suya la portería por méritos propios aunque el mensaje de Pacheta a sus chicos no fuese el ideal: “salva un punto aunque conlleve tu expulsión y serás recompensado con el banquillo”. El Real Oviedo no está para premios individuales aunque el precio a pagar fue injusto, la próxima vez puede que Dani Barrio se lo piense dos veces antes de meter la mano fuera del área aunque vaya en perjuicio del equipo. Quien dice Dani Barrio dice cualquier otro, el futbolista es egoísta por naturaleza aunque en la actual situación no parece que haya nada que temer. El tiempo ha dado la razón a la decisión del míster pero no a sus formas. Lledó ya es tan indiscutible como el que más.

Héroe ante el Conquense, sostuvo al bloque en el Carlos Belmonte cuando el Albecete inclinó el campo hacia su portería en la segunda parte. Dos partidos para ganar la confianza de todos, dos partidos para que el equipo hiciese creer que el sueño era posible. Lledó fue decisivo, también ante el Coruxo en una primera parte complicada, siempre ahí. No es fácil ser portero de este Real Oviedo: o no te llegan en 89’ o lo hacen por oleadas, no existe el término medio. No es lo mismo, difícil ser un muro cuando siempre te ponen a prueba pero aún más intervenir en frío tras todo un partido de calma. Transmite seguridad, sobriedad, maneja los tiempos con el marcador a favor, la voz de la experiencia.

Primer atacante de Pacheta, suele ser el que lanza al equipo arriba buscando la prolongación de Martins, empujando a Negredo y Juanma al mediocampo para juntar líneas. Función de hombre libre como lo era José Molina en el Atleti del doblete, no es normal ver a un portero botar una falta a 40 metros de su área. Eso dice mucho de la ambición del míster pero también de la confianza en el golpeo de Lledó, un mal gesto es medio gol pero ni un error del andaluz con el pie hasta el momento. No son los suyos despejes sin destino, sabe lo que se hace y cada chut tiene un fin, nada al azar. Ahí sigue instrucciones de Pacheta: prioridad de buscar al punta e iniciar juego ofensivo, pero complicación ninguna en caso de duda. Si no exige a sus centrales, menos a su portero.

No concede segundas ocasiones a los rivales, misma sobriedad con las manos que con los pies. Bloca cuando tiene oportunidad como en el descuento ante el Tenerife en el Tartiere, no tiene problema en mandar el cuero a córner sabiendo de la fortaleza aérea de los suyos, ya lo vimos ante todo un Athletic. Nunca compromete ni a Juanma ni a Negredo, dentro del área nadie es apagafuegos porque Lledó no duda, está inmenso en todo lo que hace.

Ya las ha visto de todos los colores, muchos años de fútbol le convierten en líder del vestuario, capitán sin brazalete como lo son Negredo, Candela o Falcón. La voz de la experiencia, sabe cuándo animar y cuándo toca poner a los suyos en alerta. Sus compañeros le respetan y le escuchan, la complicidad con todos es total. Sus carreras tras los goles ya son legendarias, casi fue el primero en abrazar a Martins tras su chicharrazo ante el Coruxo, el Domingo también estuvo en la celebración cuando Juanma llevó a hombros a Abasolo. Detalles que fortalecen el vestuario, el ambiente es inmejorable por victorias y por piña, el grupo va en la misma dirección independientemente de que uno juegue y el otro espere la oportunidad. Todos juntos son el rodillo.

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Foto: Lne.es