Era el día para asentarlo todo, para confirmarse y dar un puño sobre la mesa no de cara al resto de equipos sino de puertas adentro, el partido para convencer a vestuario y afición de que el Real Oviedo ya carbura y sube de verdad, que va en serio. Llegaba a la capital el Coruxo, mejor equipo de las últimas cinco jornadas de Liga, sin encajar un gol en tantos partidos y que venía de vencer 0-2 al intratable Lugo en el Anxo Carro. La gente respondió, buena entrada en el Tartiere y todo listo para el empujón.
Se sabía, partido duro duro duro como dijo Pacheta en la previa, había que trabajar muchísimo. El Coruxo es equipo de portería a cero, cómodo sin llevar la iniciativa, conjunto de repliegue y líneas juntas, que sufriría si los azules eran capaces de meter velocidad de vértigo al partido pero que se vió cómodo en el Tartiere viendo como el Oviedo tenía posesión pero no era vertical. La seña de identidad de los de Pacheta es clara, ausencia de pausa, presión intensa tras pérdida, balón al espacio, si el rival defiende con muchos hombres en pocos metros no encuentra espacios y su fútbol pierde sentido. Los gallegos supieron llevar el partido a su terreno pero no tuvieron ambición para buscar a Lledó.
Casi sin ocasiones la primera parte, los azules eran un querer y no poder, Martins se perdía ante la fortaleza en los balones frontales de los centrales gallegos, la superioridad numérica del Coruxo en las inmediaciones del área anulaba cualquier resquicio de segunda jugada. En el pre-partido avisé del error de caer en la impaciencia, ni un silbido en el Tartiere lo que indica que todos sabían de la durezadel rival y de lo que había en juego. El 1-0 llegó en el momento justo, al filo del descanso para echar por tierra el trabajo de 45 minutos del Coruxo. La estrategia decide partidos y da puntos, no extraña que en un choque tan cerrado el tanto llegase a balón parado. El Oviedo es poderoso en la fase ofensiva, gran lanzador Manu Busto y poder aéreo con Negredo, Jorge, Juanma, Owona o Rubiato.
El afortunado fue Juanma, gol merecido para un futbolista que sigue creciendo como central, que evoluciona a la par que el equipo y que no ve reconocidos sus méritos porque aún lleva encima la imagen del curso pasado cuando se convirtió, no sin razón, en centro de las críticas del Tartiere. Acabó bien la temporada en el centro de la zaga, reconvertirle fue la apuesta de Pacheta y el técnico recoge los frutos. Subsanados los errores de concentración y de marca, el canario tiene velocidad, juego aéreo y salida de balón para ser un buen central. Pasa un examen continuo, necesitaba del aplauso de la grada para seguir creciendo en confianza y para sentirse valorado, todo será más fácil así.
Abierta la veda, lo difícil estaba hecho. El partido podía entrar en otra dinámica tras el descanso pero no hubo tiempo de apreciar nada antes de la maravilla de Martins, muchos dicen que el mejor gol que ha vivido el Nuevo Tartiere desde su inauguración en el año 2000. Justo premio, hace una semana hablábamos de su trabajo y evolución, también de su falta de gol. Encontró su recompensa, al fin y al cabo un delantero debe vivir del gol. Pañuelos blancos para el senegalés y la ovación del oviedismo al despedirse dejando sitio a Rubiato, el siguiente que debe subirse al tren porque también será importante. Pacheta lo sabe, le da minutos, ambos aprietan y sólo falta verles juntos aprovechando la inercia ganadora como ya les vimos en Copa del Rey ante el Lugo.
El partido estaba cerrado pero no hay victoria tranquila, Owona cayó en el error de principios de curso y vio dos amarillas en cinco minutos para dejar a su equipo con uno menos durante media hora. Pacheta le dará el toque, no será extraño verle como suplente tras cumplir sanción a modo de castigo si Juanpa mantiene mínimamente el nivel. Para ser un gran defensa hay que medir y entender el juego, sacar el codo a pasear con todo hecho pero mucho tiempo por delante es un error de novato que el míster no permitirá. Cortar de raíz para que no vuelva a aparecer a la hora de la verdad. Palo y zanahoria, consentir actitudes o dar por habitual deslices como este sería lo peor que le podría pasar a Owona, hay que educarle para el fútbol igual que se educa a un niño pequeño.
El equipo aguantó las embestidas, el Coruxo pisó área pero no llevó peligro a Lledó, el oficio salió a relucir y el Tartiere vivió un final de partido plácido dentro de lo posible. La afición ayudó y empujó, tras el pitido el Estadio fue una fiesta porque año y medio después los azules vuelven a puestos de playoffs. Da fuerzas verse ahí pero es anecdótico, hay que quedarse con la sensación de solidez como recordó Pacheta en rueda de prensa. Las victorias duran poco, el margen de error sigue siendo nulo porque antes tocamos fondo. Se trata de seguir apretando, crecer a base de ambición. A partir de ya toca #GanarAlGetafeB.
#ComoCohetes
Foto: Lne.es
Se sabía, partido duro duro duro como dijo Pacheta en la previa, había que trabajar muchísimo. El Coruxo es equipo de portería a cero, cómodo sin llevar la iniciativa, conjunto de repliegue y líneas juntas, que sufriría si los azules eran capaces de meter velocidad de vértigo al partido pero que se vió cómodo en el Tartiere viendo como el Oviedo tenía posesión pero no era vertical. La seña de identidad de los de Pacheta es clara, ausencia de pausa, presión intensa tras pérdida, balón al espacio, si el rival defiende con muchos hombres en pocos metros no encuentra espacios y su fútbol pierde sentido. Los gallegos supieron llevar el partido a su terreno pero no tuvieron ambición para buscar a Lledó.
Casi sin ocasiones la primera parte, los azules eran un querer y no poder, Martins se perdía ante la fortaleza en los balones frontales de los centrales gallegos, la superioridad numérica del Coruxo en las inmediaciones del área anulaba cualquier resquicio de segunda jugada. En el pre-partido avisé del error de caer en la impaciencia, ni un silbido en el Tartiere lo que indica que todos sabían de la durezadel rival y de lo que había en juego. El 1-0 llegó en el momento justo, al filo del descanso para echar por tierra el trabajo de 45 minutos del Coruxo. La estrategia decide partidos y da puntos, no extraña que en un choque tan cerrado el tanto llegase a balón parado. El Oviedo es poderoso en la fase ofensiva, gran lanzador Manu Busto y poder aéreo con Negredo, Jorge, Juanma, Owona o Rubiato.
El afortunado fue Juanma, gol merecido para un futbolista que sigue creciendo como central, que evoluciona a la par que el equipo y que no ve reconocidos sus méritos porque aún lleva encima la imagen del curso pasado cuando se convirtió, no sin razón, en centro de las críticas del Tartiere. Acabó bien la temporada en el centro de la zaga, reconvertirle fue la apuesta de Pacheta y el técnico recoge los frutos. Subsanados los errores de concentración y de marca, el canario tiene velocidad, juego aéreo y salida de balón para ser un buen central. Pasa un examen continuo, necesitaba del aplauso de la grada para seguir creciendo en confianza y para sentirse valorado, todo será más fácil así.
Abierta la veda, lo difícil estaba hecho. El partido podía entrar en otra dinámica tras el descanso pero no hubo tiempo de apreciar nada antes de la maravilla de Martins, muchos dicen que el mejor gol que ha vivido el Nuevo Tartiere desde su inauguración en el año 2000. Justo premio, hace una semana hablábamos de su trabajo y evolución, también de su falta de gol. Encontró su recompensa, al fin y al cabo un delantero debe vivir del gol. Pañuelos blancos para el senegalés y la ovación del oviedismo al despedirse dejando sitio a Rubiato, el siguiente que debe subirse al tren porque también será importante. Pacheta lo sabe, le da minutos, ambos aprietan y sólo falta verles juntos aprovechando la inercia ganadora como ya les vimos en Copa del Rey ante el Lugo.
El partido estaba cerrado pero no hay victoria tranquila, Owona cayó en el error de principios de curso y vio dos amarillas en cinco minutos para dejar a su equipo con uno menos durante media hora. Pacheta le dará el toque, no será extraño verle como suplente tras cumplir sanción a modo de castigo si Juanpa mantiene mínimamente el nivel. Para ser un gran defensa hay que medir y entender el juego, sacar el codo a pasear con todo hecho pero mucho tiempo por delante es un error de novato que el míster no permitirá. Cortar de raíz para que no vuelva a aparecer a la hora de la verdad. Palo y zanahoria, consentir actitudes o dar por habitual deslices como este sería lo peor que le podría pasar a Owona, hay que educarle para el fútbol igual que se educa a un niño pequeño.
El equipo aguantó las embestidas, el Coruxo pisó área pero no llevó peligro a Lledó, el oficio salió a relucir y el Tartiere vivió un final de partido plácido dentro de lo posible. La afición ayudó y empujó, tras el pitido el Estadio fue una fiesta porque año y medio después los azules vuelven a puestos de playoffs. Da fuerzas verse ahí pero es anecdótico, hay que quedarse con la sensación de solidez como recordó Pacheta en rueda de prensa. Las victorias duran poco, el margen de error sigue siendo nulo porque antes tocamos fondo. Se trata de seguir apretando, crecer a base de ambición. A partir de ya toca #GanarAlGetafeB.
#ComoCohetes
Foto: Lne.es