
Se hizo grande en el Slovan Bratislava, conquistó la Liga checoslovaca y se hizo un nombre, mejor jugador de su país con sólo 21 años para convertirse en una de las promesas del fútbol europeo a principios de los 90. Con esa vitola llegó al Madrid, donde no gozó de oportunidades por culpa del límite de extranjeros que aún regía en nuestra Liga antes de la llegada de la Ley Bosman. Competir con Zamorano, Laudrup y Redondo por un puesto en las alineaciones era misión imposible, Petr vivió a la sombra pero ese año le sirvió para adaptarse a la vida española y a la Liga, también para aprender al lado de los grandes.
Llegó a Oviedo sin hacer ruido, casi nunca lo hacía. Cinco temporadas de azul, el único capaz de sacar lo mejor y lo peor del público carbayón. Genio como pocos, esa misma calidad le unía a una intermitencia que en ocasiones irritaba al Tartiere. Jugador de sangre fría y técnica a raudales, no casaba con el estereotipo de ídolo oviedista pero siempre aparecía si su equipo le necesitaba. Cuando cogía la pelota en zona de tres cuartos y encaraba en carrera pocos podían pararle, dominaba la izquierda pero no le hacía ascos a la diestra, era resolutivo a balón parado e infalible desde los once metros.
Los recuerdos son vagos, no puedo más que relatar goles sueltos o jugadas que puedo degustar gracias a internet. Sí me acuerdo de los comentarios en la grada, de que en los partidos a vida o muerte siempre salía el nombre de Dubovsky, de que pensaba que si llevaba el '10' por algo sería. Guardo con cariño su autógrafo, lo vi en Salesas con Paulo Bento e Iván Iglesias, y mientras todos esperábamos a que mi hermana mayor llegase con el boli, ellos discutían sobre a quién le tocaba pagar el parking.

Tengo presente como si fuese ayer el día de su muerte. Excursión del instituto, último día del curso, recuerdo que fuimos a la montaña. Al llegar a casa todos me miraron con cara de circunstancia, fue mi tía la primera que me lo dijo. No me lo creí, pensé que se trataba de una broma de mal gusto pero entonces daban la noticia en Telecinco. Empecé a llorar y no paré hasta el día siguiente, no daba crédito. Lamentablemente el fútbol se está acostumbrando a la muerte de sus chicos pero Petr fue el primer caso que nos tocó cerca por entonces, ninguno supimos actuar.
Aún sigo esperando a que el Real Oviedo nombre a las puertas 10 y 11 del Carlos Tartiere como Petr Dubovsky y Armando Barbón, y que sendas camisetas adornen en el Estadio para hacer de ese rincón un lugar de peregrinación y recuerdo oviedista. La Federación Eslovaca ha puesto su nombre al trofeo al mejor jugador Sub-21 del país. Nosotros podríamos recuperar el trofeo veraniego bajo el nombre de Petr, emociona pensar una primera edición con el Slovan Bratislava y el Real Madrid. Nunca es tarde para el recuerdo.
Petr, allá dónde estés sabemos que estás con nosotros. Ayúdanos a volver dónde estábamos cuando tú te fuiste.
¡ETERNO DUBO!