El único camino era salir a competir, adulterar la competición es ensuciar el fútbol. No puede el Real Oviedo lamentar aquel contubernio vasco-navarro en 2001 que provocó el descenso a Segunda y después hacer lo mismo con el Caudal perjudicando a terceros. El Real Oviedo debe ser un club señor y predicar con el ejemplo. Además estaba la deuda con la afición, la trayectoria de todo el año no permite un descenso de intensidad por más que el equipo no se juegue nada.
Fue el discurso de Pacheta toda la semana, saltar al Hermanos Antuña a por los tres puntos, competir y dignificar a la afición azul. Las decisiones individuales sobre la plantilla de cara al año que viene ya deberían estar tomadas por el míster pero nunca está de más ver cosas, estudiar cómo puede rendir un futbolista en una determinada situación o comprobar su nivel de tensión sin nada en juego. Sea por egoísmo personal o implicación colectiva, el jugador del Real Oviedo sigue apretando y eso es mérito de Pacheta.
Salió con lo esperado, no hubiese estado de más Gonzalo como central con Castells y Falcón como medioscentros pero a este último le sigue faltando rodaje y chispa; no está al nivel de sus compañeros y menos para un partido como el de ayer. El campo pesado, lluvia intensa, mucho choque, arriesgar con Pelayo no era necesario. Pocas conclusiones se pueden sacar del partido ante el Caudal, el Real Oviedo hizo lo justo para ganar. El equipo dejó claro que se siente más cómodo cuando no lleva la iniciativa ni el peso del partido, por eso se hace más difícil de entender el desastre de León tras adelantarse en el marcador.
En Mieres esperaban el favor azul, hoy se llenan la boca con faltas de respeto hacia el Real Oviedo reclamando no se sabe muy bien el qué. Paco debería mirarse el ombligo, en lugar de exigir favores y verter amenazas de cara al próximo curso debería preguntarse por qué su equipo, jugándose la vida, permite un gol como el de Rubiato a los cien segundos de partido. Falta total de concentración y de tensión competitiva, algo normal cuando durante la semana se piensa en otra cosa. Un gol que les costó el partido y quién sabe si algo más. Si el Caudal hubiese dejado de lado el ansia y las prisas quizá el resultado hubiese variado, pero no puede pedir nada del partido el técnico mierense cuando Jorge fue el único que estuvo a la altura del envite.
Hablar de hipermotivación, aludir a la falta de asturianidad de la plantilla y cuerpo técnico ovetense para justificar que unos profesionales hagan su trabajo son pataletas de niño rabioso y de mal perdedor. Cuando compara la actitud carbayona en el partido de la primera vuelta con el de ayer ya falta a la verdad y a la lógica: aquel era un equipo roto, con dinámica perdedora y sin capitán, nada que ver con el Real Oviedo de Pacheta. Lo dicho, incomprensibles las declaraciones de Paco en rueda de prensa; seguro que hoy al leerse ve las cosas de otra manera.
Tres partidos para final de Liga. El objetivo sigue siendo ganarlos todos y cada uno de ellos, ser justos con el rival, con los terceros implicados y con nosotros mismos para acabar el año lo más arriba posible. No habrá nada palpable en juego pero el escudo y la camiseta hay que dignificarlos siempre para no dar razones a aquellos que hoy se echan las manos a la cabeza. La suya es un tipo de ‘ovieditis’ distinta a la nuestra.
Foto: Lne.es
Fue el discurso de Pacheta toda la semana, saltar al Hermanos Antuña a por los tres puntos, competir y dignificar a la afición azul. Las decisiones individuales sobre la plantilla de cara al año que viene ya deberían estar tomadas por el míster pero nunca está de más ver cosas, estudiar cómo puede rendir un futbolista en una determinada situación o comprobar su nivel de tensión sin nada en juego. Sea por egoísmo personal o implicación colectiva, el jugador del Real Oviedo sigue apretando y eso es mérito de Pacheta.
Salió con lo esperado, no hubiese estado de más Gonzalo como central con Castells y Falcón como medioscentros pero a este último le sigue faltando rodaje y chispa; no está al nivel de sus compañeros y menos para un partido como el de ayer. El campo pesado, lluvia intensa, mucho choque, arriesgar con Pelayo no era necesario. Pocas conclusiones se pueden sacar del partido ante el Caudal, el Real Oviedo hizo lo justo para ganar. El equipo dejó claro que se siente más cómodo cuando no lleva la iniciativa ni el peso del partido, por eso se hace más difícil de entender el desastre de León tras adelantarse en el marcador.
En Mieres esperaban el favor azul, hoy se llenan la boca con faltas de respeto hacia el Real Oviedo reclamando no se sabe muy bien el qué. Paco debería mirarse el ombligo, en lugar de exigir favores y verter amenazas de cara al próximo curso debería preguntarse por qué su equipo, jugándose la vida, permite un gol como el de Rubiato a los cien segundos de partido. Falta total de concentración y de tensión competitiva, algo normal cuando durante la semana se piensa en otra cosa. Un gol que les costó el partido y quién sabe si algo más. Si el Caudal hubiese dejado de lado el ansia y las prisas quizá el resultado hubiese variado, pero no puede pedir nada del partido el técnico mierense cuando Jorge fue el único que estuvo a la altura del envite.
Hablar de hipermotivación, aludir a la falta de asturianidad de la plantilla y cuerpo técnico ovetense para justificar que unos profesionales hagan su trabajo son pataletas de niño rabioso y de mal perdedor. Cuando compara la actitud carbayona en el partido de la primera vuelta con el de ayer ya falta a la verdad y a la lógica: aquel era un equipo roto, con dinámica perdedora y sin capitán, nada que ver con el Real Oviedo de Pacheta. Lo dicho, incomprensibles las declaraciones de Paco en rueda de prensa; seguro que hoy al leerse ve las cosas de otra manera.
Tres partidos para final de Liga. El objetivo sigue siendo ganarlos todos y cada uno de ellos, ser justos con el rival, con los terceros implicados y con nosotros mismos para acabar el año lo más arriba posible. No habrá nada palpable en juego pero el escudo y la camiseta hay que dignificarlos siempre para no dar razones a aquellos que hoy se echan las manos a la cabeza. La suya es un tipo de ‘ovieditis’ distinta a la nuestra.
Foto: Lne.es