Irrupción Pascual

Llegó sin hacer ruido, sobre la campana. La decepción era máxima por la ruptura en la operación Pegaso; sin ella se iban al traste las opciones de cambio accionarial y también la entrada de Richard y sus fichajes en el Real Oviedo. Hacerle ficha del primer equipo a Pascual fue el síntoma de que nada iba a llegar a buen puerto y la afición miró con recelo el ascenso del canterano.

Los precedentes no ayudaban, Pascual ya había debutado con Antonio Rivas durante la primera andadura en Tercera pero no pudo asentarse, tuvo que buscarse las habichuelas lejos del Real Oviedo. Aranjuez, Lealtad, Marino y Ribadesella fueron sus paradas, solamente en Luanco permaneció más de una temporada; llevaba visos de trotamundos cuando volvió a casa para jugar en el Vetusta y ser referencia de los chavales en la vuelta del filial a Tercera División. Para otros un paso atrás, para él una oportunidad.

Indiscutible para Velázquez, entrenaba con Pichi Lucas como muchos de sus compañeros pero los que tenían premio eran los demás. Prosi contó en varios partidos por las bajas en el centro del campo pero los que veían al Vetusta siempre destacaban a Pascual. No podía alternar primer equipo y filial por edad, todo pasaba por el cambio de ficha en el mercado de invierno si es que se daba la posibilidad. Su apuesta fue arriesgada pero vestir otra vez la camiseta azul pesaba más que cualquier cosa.

Entró en el último partido de José Manuel ante el Sporting B. La afrenta fue mayúscula, la crítica feroz, Pascual apenas pudo dejar un par de destellos en algún cambio de orientación; poco más se podía hacer en un equipo roto en añicos. Entró Pacheta y se invirtió la dinámica, trece puntos de quince posibles y la sensación de que se ha tirado la temporada a la basura por no haber tenido un capitán que dirigiese el navío cuando se destituyó a Pichi Lucas. Pascual se hizo indiscutible con el burgalés, la continuidad en las alineaciones y la confirmación de una pareja de medioscentros es clave.

Pascual es la demostración de que en el Requexón hay más de lo que creemos y de que si la dinámica es positiva cualquiera de los chavales que despuntan en el Vetusta pueden entrar y mantener el nivel. Por eso llega el momento Jandrín: Pacheta lo sabe y el extremo es fijo en las convocatorias, los minutos le llegarán. Nunca es tarde si la dicha es buena, nadie creía que Pascual se asentaría en el primer equipo pasados los 25 y ahora es un fijo. Le da al equipo lo que nadie aportó en todo el curso: pausa, precisión a pocos toques, cambios de orientación. El Real Oviedo necesitaba a un distribuidor en el centro del campo, alguien capaz de hacer jugar a los demás.

El juego directo y la verticalidad permiten los espacios, Pascual y Aitor Sanz disfrutan enviando al espacio y Nano y Xavi Moré gozan yendo al pase en profundidad o encarando en 1vs1 sin ayudas al lateral. El equipo ya no se parte, los dos primeros se complementan y los hombres de banda repliegan, la presión es conjunta y el bloque más sólido. Pascual se ofrece a los centrales, quiere más balón, Aitor se descuelga más para dar el último pase; ya hay sociedad del madrileño con Xavi Moré. La premisa es ser rápidos para jugar en ventaja, el toque de Pascual es clave para mover rápido el cuero de un lado a otro y evitar las ayudas en defensa del rival.

No hay dudas sobre él, si mantiene el nivel se habrá ganado el puesto para intentar el ascenso temporada que viene al igual que Aitor Sanz. Pelayo es el tercero aunque las lesiones le lastran, va por delante de Falcón pero éste último tiene un contrato goloso por un año más; Castells es seguro que no seguirá. Difícil, sea quien sea el que esté al mando del Real Oviedo más allá del mes de Junio se encontrará una plantilla hipotecada por la gestión de José Manuel.