Cambio radical, giro de 180º. Dos velocidades por encima, ritmo intenso, transiciones rápidas, juego a uno-dos toques en los hombres de centro del campo buscando siempre el pase vertical a la espalda de la adelantada defensa vasca. Mandiola no se esperaba un Real Oviedo valiente y lo pagó en el comienzo, el efecto Pacheta se notó desde el pitido inicial.
Más que cambio de actitud, lo hubo en hambre y confianza. Hace una semana el equipo fue un quiero y no puedo; contra el Eibar calaron las palabras del nuevo entrenador recalcando entre los suyos el único objetivo de la victoria. Donde antes había miedo hubo seguridad, no hay más que ver el control de espuela de Xavi Moré con un rival encima o el sombrero de Negredo a un punta eibarrés siendo el último hombre de la zaga. Descaro y atrevimiento, los de Pacheta fueron a por el partido de principio a fin.
La consigna fue clara, evitar pérdidas en zona ancha y aprovechar la velocidad de los hombres de banda. Pascual y Aitor Sanz jugaron siempre a dos toques máximos, el automatismo de mandar el balón al espacio para la carrera de Xavi Moré o Nano fue claro. Mención especial para estos dos últimos, desgaste impresionante durante todo el partido, repliegue intensivo y ayudas constantes a los laterales en defensa. El catalán salía de lesión y aguantó una hora, el andaluz se permitía carreras de treinta y cuarenta metros cuando se rozaba el descuento.
Ritmo sin tregua, los azules tuvieron al Eibar a su merced durante toda la primera parte. Faltó pausa por momentos, sobró cierta precipitación pero fue normal en un fútbol tan vertical. Preferible eso a dormirse intentando dormir el partido. Pacheta en tensión continua, se fue enfadado a los vestuarios por la relajación posterior a la celebración del 2-0 ya con el árbitro preparado para pitar. Motivador, palo y zanahoria, con el burgalés no habrá ni un respiro para bajar la guardia.
Inicio arrollador en la segunda, la consigna era cerrar el partido antes del 60’ porque después no habría gasolina. Con una buena preparación física no se hubiese aguantado el ritmo todo el choque, con la de Fredy Valdés aún menos. La tuvieron Miguel y Perona, el 3-0 parecía cercano. Entró Jandro para seguir jugando a lo mismo en la derecha pero el resto bajó una marcha; cuando el físico falla el equipo da dos pasos atrás y el Eibar ganó metros, había comenzado la cuenta atrás. Las tarjetas penalizaban, Aitor Sanz y Pascual castigados en el mediocentro, llegaba el momento Pelayo.
Sin amarillas la lógica dictaba pasar al 4-5-1, con los dos coaccionados la jugada podía ser arriesgada pero Pacheta fue valiente. Miguel sacrificado, estaba fuera del partido por culpa del trencilla; quedaba Perona para la contra con Manu Busto en la recámara para los últimos 10’, aunque cuando los gemelos de Juanma dijeron ‘basta’ el elegido fue López Ramos. Así se lo explicó el técnico al cántabro, pendiente de todo detalle el entrenador burgalés. También lo demostró tras el pitido final sacando al banquillo a mediocampo para aplaudir a la grada del Tartiere. Repliegue, superpoblar la zona ancha para cerrar espacios y jugar posesiones largas en la medida de lo posible durante los últimos veinte minutos. La última premisa fue la que no se cumplió, el césped tampoco ayudó a ello.
Se pudo matar al contragolpe, Nano y Pascual se toparon con Irureta, el marcador siguió abierto y la incertidumbre en el ambiente pero hay que quedarse con que en más de veinte minutos de cuenta atrás el Eibar apenas inquietó a Aulestia más que con un chut cruzado de Lanzarote con la diestra. Hubo empaque, se supo jugar los minutos de descuento en campo contrario anulando la posibilidad de fútbol directo y lucha aérea del conjunto de Mandiola. Se defendió atacando como no se había hecho hasta ahora.
Es tiempo de celebración pero de mantener los pies en el suelo. Queda trabajo, el primer paso está dado pero el equipo tiene que manejar mejor los tiempos, saber dar la pausa para después ‘matar’ con un pase vertical. La mejora física es esencial, que no se descarte que Pacheta se haga acompañar de alguien de su confianza porque los azules siempre sufren tras los descansos. El Eibar ya cayó hace dos semanas en Mareo ante el Sporting B, no se ha hecho nada extraordinario. Pacheta sabe que tras levantar la moral la semana pasada, en esta tocará dar toques de atención para seguir apretando.
Foto: RealOviedo.es
Más que cambio de actitud, lo hubo en hambre y confianza. Hace una semana el equipo fue un quiero y no puedo; contra el Eibar calaron las palabras del nuevo entrenador recalcando entre los suyos el único objetivo de la victoria. Donde antes había miedo hubo seguridad, no hay más que ver el control de espuela de Xavi Moré con un rival encima o el sombrero de Negredo a un punta eibarrés siendo el último hombre de la zaga. Descaro y atrevimiento, los de Pacheta fueron a por el partido de principio a fin.
La consigna fue clara, evitar pérdidas en zona ancha y aprovechar la velocidad de los hombres de banda. Pascual y Aitor Sanz jugaron siempre a dos toques máximos, el automatismo de mandar el balón al espacio para la carrera de Xavi Moré o Nano fue claro. Mención especial para estos dos últimos, desgaste impresionante durante todo el partido, repliegue intensivo y ayudas constantes a los laterales en defensa. El catalán salía de lesión y aguantó una hora, el andaluz se permitía carreras de treinta y cuarenta metros cuando se rozaba el descuento.
Ritmo sin tregua, los azules tuvieron al Eibar a su merced durante toda la primera parte. Faltó pausa por momentos, sobró cierta precipitación pero fue normal en un fútbol tan vertical. Preferible eso a dormirse intentando dormir el partido. Pacheta en tensión continua, se fue enfadado a los vestuarios por la relajación posterior a la celebración del 2-0 ya con el árbitro preparado para pitar. Motivador, palo y zanahoria, con el burgalés no habrá ni un respiro para bajar la guardia.
Inicio arrollador en la segunda, la consigna era cerrar el partido antes del 60’ porque después no habría gasolina. Con una buena preparación física no se hubiese aguantado el ritmo todo el choque, con la de Fredy Valdés aún menos. La tuvieron Miguel y Perona, el 3-0 parecía cercano. Entró Jandro para seguir jugando a lo mismo en la derecha pero el resto bajó una marcha; cuando el físico falla el equipo da dos pasos atrás y el Eibar ganó metros, había comenzado la cuenta atrás. Las tarjetas penalizaban, Aitor Sanz y Pascual castigados en el mediocentro, llegaba el momento Pelayo.
Sin amarillas la lógica dictaba pasar al 4-5-1, con los dos coaccionados la jugada podía ser arriesgada pero Pacheta fue valiente. Miguel sacrificado, estaba fuera del partido por culpa del trencilla; quedaba Perona para la contra con Manu Busto en la recámara para los últimos 10’, aunque cuando los gemelos de Juanma dijeron ‘basta’ el elegido fue López Ramos. Así se lo explicó el técnico al cántabro, pendiente de todo detalle el entrenador burgalés. También lo demostró tras el pitido final sacando al banquillo a mediocampo para aplaudir a la grada del Tartiere. Repliegue, superpoblar la zona ancha para cerrar espacios y jugar posesiones largas en la medida de lo posible durante los últimos veinte minutos. La última premisa fue la que no se cumplió, el césped tampoco ayudó a ello.
Se pudo matar al contragolpe, Nano y Pascual se toparon con Irureta, el marcador siguió abierto y la incertidumbre en el ambiente pero hay que quedarse con que en más de veinte minutos de cuenta atrás el Eibar apenas inquietó a Aulestia más que con un chut cruzado de Lanzarote con la diestra. Hubo empaque, se supo jugar los minutos de descuento en campo contrario anulando la posibilidad de fútbol directo y lucha aérea del conjunto de Mandiola. Se defendió atacando como no se había hecho hasta ahora.
Es tiempo de celebración pero de mantener los pies en el suelo. Queda trabajo, el primer paso está dado pero el equipo tiene que manejar mejor los tiempos, saber dar la pausa para después ‘matar’ con un pase vertical. La mejora física es esencial, que no se descarte que Pacheta se haga acompañar de alguien de su confianza porque los azules siempre sufren tras los descansos. El Eibar ya cayó hace dos semanas en Mareo ante el Sporting B, no se ha hecho nada extraordinario. Pacheta sabe que tras levantar la moral la semana pasada, en esta tocará dar toques de atención para seguir apretando.
Foto: RealOviedo.es