Pacheta, a cara o cruz

En la tarde de ayer se anunció que José Manuel abandona el cargo que nunca debió ocupar como entrenador del Real Oviedo. El elegido para sustiturle y sentarse en el banquillo azul es Pacheta, ex entrenador y director deportivo del Numancia y ex futbolista de equipos como Mérida, Espanyol o el propio Numancia en la década de los 90 y principios del nuevo siglo. Una cara conocida para el aficionado.

Primero de todo, destacar que el perfil Pacheta no es el prioritario para el Real Oviedo en estos momentos. Situación incendiaria, afición revuelta, vestuario por los suelos y dinámica negativa con el equipo rozando las posiciones de descenso. Necesario un entrenador con experiencia; no con cantidad de partidos a sus espaldas sino alguien que haya vivido en situaciones límite, un apaga fuegos como David Vidal que el Lunes volvió a acerse cargo del Albacete una vez más. El fútbol es mucho más que ordenar y mandar a once futbolistas.

Visto el vaso medio lleno, Pacheta es un hombre de fútbol que durante toda su carrera las ha visto de todos los colores dentro de un vestuario. Lo que se encuentre en la caseta no será nuevo para él, acostumbrado a pelear por cotas modestas en Primera División y en equipos en situaciones parecidas. Juegan a su favor la posición de mediocentro que garantiza y exige conocimiento del juego, también sus años como capitán en el Numancia que denota liderazgo y dotes de mando. Como ex futbolista profesional sabrá distinguir al jugador generoso en el esfuerzo y acorde a su profesión con el no implicado. Llega una figura que, al contrario que la de José Manuel, debe infundir respeto a su plantilla aunque sea por su pasado en activo como futbolista de primer nivel.

El primer paso será recuperar anímicamente al vestuario, hacerles creer en él y en ellos mismos. Dijo ayer Mendilibar que una plantilla que no cree en su entrenador está condenada al fracaso, no le falta razón. Pacheta tiene que llegar a los suyos con palabras pero también con hechos, ser consecuente e instaurar una dinámica de trabajo, una hoja de ruta y una base sólida: patrón de juego, columna vertebral, hombres de confianza en posiciones fijas y después premiar el trabajo de la semana en comunión con lo marcado. Seguir una línea y no dar bandazos, apostar por una idea y que esa idea llegue a los jugadores.

Detectar a los que restan, ahí está la clave. Obligado luchar por involucrarlos a todos, también lo será apartar a los que no sean capaces de dar el paso adelante en favor del grupo. No sólo se duda de la implicación sino de las formas, las guerras individuales no llevan a nada. Pacheta debe saber que cuenta con el Vetusta, que en el filial hay tres o cuatro chavales capaces de dar rendimiento inmediato, con chispa, ganas de agradar y hambre de fútbol. Ése hambre es el que tiene que marca la diferencia, al fútbol se juega tanto o más con la mente que con las piernas.

No tiene tiempo, el Domingo llega el Eibar en plena lucha por el liderato y las urgencias apremian. Trabaja contrarreloj, la empresa es complicada. Otros rechazaron el cargo, parece que entrenar al Real Oviedo es un marrón cuando no hace mucho era un privilegio; tocará exigir responsabilidades como lo hemos hecho siempre. Empeorar es imposible, ahora al menos en el banquillo se sentará alguien con ideas. Volvemos a lo mismo, apoyar es lo único que nos queda, no hay más remedio.