Pichi Lucas, fuera de juego

6 de Septiembre del 2009: el Real Oviedo cae en Guadalajara y se queda, tras dos jornadas de Liga, a cinco puntos del líder habiendo sido eliminado en segunda ronda de la Copa del Rey.

5 de Septiembre del 2010: el Real Oviedo cae 2-0 ante la Gimnástica y se queda, tras dos jornadas de Liga, a cinco puntos del líder habiendo sido eliminado en segunda ronda de la Copa del Rey.

Un dèja vú en toda regla, eso es lo que pasa por la cabeza del oviedismo ahora mismo. Idénticas ilusiones en pretemporada e idéntica vuelta a la realidad tras sólo diez días de competición oficial. La imagen ante Eibar, Logroñés y Murcia no fue mala a pesar de los tres empates: en todos se vio más entereza y empaque respecto al equipo que cayó ante el Pontevedra, aunque seguía faltando pegada. Se trataba de ver el vaso medio vacío o medio lleno, aunque por las alturas de la temporada y los rivales enfrentados tocaba ser optimista, quedarnos con las cosas buenas y luchar por mejorar las malas.

Hoy ha saltado por los aires. Horrible partido de los azules, sin intensidad, con gravísimos errores individuales y de concentración, ni un tiro a puerta en 90 minutos ante una Gimnástica que estará satisfecha si no sufre para mantener la categoría a final de temporada. Un equipo que piensa en el primer puesto de grupo y en el ascenso no puede permitirse ofrecer esta imagen ni ceder cinco puntos en dos jornadas de Liga si quiere realmente aspirar a algo. Porque lo peor no es la distancia que nos separa de la cabeza sino la imagen de impotencia y carencia que ha dado el Real Oviedo en el Municipal de Santa Ana. Y sobre todo, la sensación de incapacidad que se transmite desde el banquillo.

Decía en la previa ante el Logroñés que Pichi Lucas tenía ante sí una reválida en estos primeros cuatro partidos oficiales; una reválida como estratega y como gestor de un vestuario. La ha suspendido estrepitosamente y ha confirmado que no es entrenador para éste Real Oviedo a pesar de la reacción que firmó el equipo el curso pasado cuando llegó al banquillo azul. Mismos errores de hace un año, no trabaja la estrategia a balón parado ni ofensiva ni defensivamente, el equipo no tiene identidad ni sabe a lo qué juega, fía todo el poderío en ataque del equipo a la inspiración individual de hombres como Manu Busto o Perona, en otra época fue Xavi Moré. Y ahora también deja claro que no sabe gestionar una plantilla larga.

Víctor Díaz, Negredo, López Ramos, Falcón, los cuatro con 330 minutos de juego en una semana, una barbaridad para estas alturas de temporada. Aitor Sanz, Manu Busto o Perona tampoco les iban a la zaga. No rotó ante el Logroñés tras la paliza ante el Eibar y el equipo fue un trapo en la última media hora ante los riojanos, que terminaron empatando el partido haciendo volar dos puntos del Tartiere. Priorizó la Copa y apostó por los titulares ante un Murcia con seis suplentes de inicio (ejemplo en la gestión de la plantilla); se olvidó de que la visita a Torrelavega era prioridad en lo deportivo y las consecuencias fueron un desgaste flagrante en vano de la columna vertebral del equipo pues los azules quedaron apeados en la tanda de penaltys tras 120 minutos de exigencia, 40 de ellos en inferioridad numérica para más inri.

La Copa era un premio, la Liga una obligación. Tras el empate de la primera jornada ganar hoy era imprescindible, pero el mal reparto de los minutos le obliga a prescindir de Víctor Díaz, Negredo, Falcón y Manu Busto, además de un Jandro que a pesar de ser el único extremo con desborde, punta de velocidad y chispa en este comienzo de competición siempre es el cambio políticamente correcto y cabeza de turco. Insiste Pichi Lucas en alinear a Jorge Rodríguez de lateral para conseguir únicamente poner de manifieso la lentitud del gallego, el poco dominio del espacio y las carencias técnicas propias de un central; al menos Gonzalo es más rápido y suple con velocidad los errores de colocación propios de alguien que juega fuera de puesto, además de ser más válido para defender al extremo de turno.

Una regla básica de cualquier entrenador que se precie es tocar lo mínimo posible la columna vertebral del once inicial. Ahora mismo en el Real Oviedo el esqueleto lo forman Aulestia, Negredo, López Ramos, Falcón, Manu Busto y Perona. Los cinco hombres de campo deberían haber rotado durante los cuatro partidos disputados pero nunca simultáneamente como ha sucedido hoy, con tres fuera del equipo titular. La poca confianza de Pichi Lucas en los suplentes le obliga a tirar siempre de los mismos hasta que no tiene otro remedio. Lo demostró la temporada pasada y lo sigue haciendo en ésta. No es el berciano el entrenador apropiado para llevar una plantilla larga como la del Real Oviedo ni tampoco es el estratega que se necesita para ascender a Segunda.

Los azules no saben a qué juegan. Era doloroso ver hoy a un equipo limitado sobre el césped (la Gimnástica) pero con las ideas claras: transiciones rápidas, movimientos de la gente de arriba y balones al espacio y a la espalda. Con poco conseguían mucho ante la nulidad oviedista, que ni sabía a qué jugar ni cómo jugar. Dos extremos abiertos para no conseguir encarar ni una vez en el 1vs1, dos puntas natos a los que no les llegó ningún balón por abajo (Perona) ni por arriba (Miguel). Si vas a jugar directo, necesitas hombres que vayan a la segunda jugada desde atrás y desde las bandas, cada balón una lucha. Pero no hubo nada. Hizo cambios tras el descanso, Nano pasó a la derecha para demostrar que lo que apuntó en los amistosos está lejos de aparecer.

En el Tartiere puso la excusa del césped cuando el verde del Tartiere ya estuvo mucho peor otros años. En Santa Ana probablemente hará lo mismo, un campo donde el terreno estaba irregular y era difícil controlar un balón. Nada vale, disculpas de perdedor y de alguien que pone paños calientes en lugar de asumir culpas, igual que ocurrió con la eliminación ante el Pontevedra. Dije en un artículo tras la derrota en Guadalajara de hace un año que nada estaba perdido, que el equipo podía ascender … y de hecho se clasificó segundo en Liga. Hoy diré lo mismo. Pero para que el Real Oviedo sea competitivo necesita un cambio urgente en el banquillo, y cuanto antes. Este grupo no es el de la temporada pasada, aquí una remontada de veinte puntos es utópica; y jugar a eso, peligroso.