RO 9-1 Vecindario, festival azul

Ambiente festivo en el Tartiere, la vuelta del hijo pródigo. Yeray volvía a casa, el canario fue homenajeado por la afición azul antes de que comenzase el partido. Durante toda la semana se habló de su retorno más que de la necesidad de sumar los tres puntos, la victoria era de vital importancia para convertirse matemáticamente en equipo de playoff si los resultados del resto de la jornada acompañaban.

Cambió Pichi Lucas el sistema, renunció al 4-3-3 en el Tartiere para volver al 4-4-2, centro del campo para Pelayo y Curro, ya sabemos que Rubén García es la tercera opción del técnico y el principal damnificado cuando se apueste por el mal llamado doble pivote. Rubén González volvió al lateral para darle amplitud a la banda derecha, Manu Busto alejado de la izquierda de inicio y moviéndose cerca de Jorge Perona. Alineación lógica, cada hombre en su puesto natural, nada reseñable.

Llegaban fácil los azules, el Vecindario vino al Carlos Tartiere sin nada en juego y se notó en el juego sin balón: poca presión, jugar y dejar jugar para intentar disfrutar del partido. No atinaba el conjunto carbayón con la portería de Santi; la tuvieron Manu Busto, Perona y Xavi Moré; Curro estrelló un balón en el poste y Yeray sacó un balón que se colaba sobre la línea. Los canarios buscaban transiciones rápidas tras robo de balón aprovechando la velocidad del propio Yeray y de Yoni. De una internada del primero por banda izquierdo surgió el pase a la frontal para que el segundo fusilase a Aulestia y pusiese el 0-1.

Se complicaban las cosas pero la reacción oviedista fue fulminante con tres goles en los últimos cuatro minutos de la primera mitad. Volvió el mejor Xavi Moré, el que encara y gana la línea de fondo para poner el balón en el corazón del área, así empató Manu Busto. Perona rompió su sequía desde la frontal con un disparo ajustado a la cepa del poste y el cántabro prácticamente sentenció con un lanzamiento de falta de pillo al lado del portero. 3-1 y sensación de avalancha por el tremendo final; sería sólo el principio.

No puede haber análisis de la segunda mitad, el Vecindario se quedó en los vestuarios del Tartiere porque lo que ocurrió en estos cuarenta y cinco minutos es impropio de una categoría competitiva como es la Segunda B. No existieron los canarios en ataque, dejaron jugar a los de Pichi Lucas a sus anchas, adelantaron líneas … el achique sin presión es un suicidio y un chollo para buscar la espalda de los defensas. Destacar el cambio táctico en las filas oviedistas que se reclamaba la semana pasada desde Ovieditis: Miguel y Perona compartiendo ataque, Manu Busto en la izquierda en lugar de por dentro pero misma esencia, doble ‘9’.



Los goles fueron cayendo por su propio peso: Manu y Perona redondearon sus hat-tricks aunque el balón fuese para el árbitro, que pidió retirarse en el Carlos Tartiere; Pelayo hizo su golito a la salida de un córner y Miguel se reconcilió con la parroquia azul con un doblete y una asistencia que seguro le llenarán de confianza para el playoff de ascenso. Más que el 9-1 en sí, lo mejor que saco del partido ante el Vecindario es la comunión entre equipo y afición, todos a una, juntos podemos. Jugadores como Mario Prieto o el propio Miguel fueron recibidos con aplausos a su entrada al terreno de juego, era algo necesario. El ascenso es cosa de todos.

Fiesta en el Tartiere, nos merecíamos los oviedistas un partido así, momentos para disfrutar plácidamente antes de que llegue la tensión del playoff. Ya es matemático, el Real Oviedo estará en la Fase de Ascenso a Segunda División, la LFP más cerca que nunca. El empate del Guadalajara en Butarque impide confirmar la segunda plaza, toca rematar en Lanzarote para asegurar el factor campo en la primera eliminatoria. Abrochaos los cinturones, lo bueno empieza ahora.