Mediocentro, cuestión de prioridades

“Dime qué mediocentro tienes y te diré qué clase de equipo eres”. Esta frase la pronunció el actual entrenador del Almería Juanma Lillo, ex – técnico azul, en su etapa de comentarista y analista en televisión. No falta a la razón el preparador guipuzcoano; el mediocentro dota de identidad al equipo, él es quien marca la pauta y dicta a qué jugar y cómo jugar. Es el director de la orquesta, estamos probablemente ante el rol más difícil de desempeñar en un equipo.

La idea futbolística del Real Oviedo está clara: apostar por Rubén García y Curro es hacerlo por la posesión, por la creación, por el toque. Orientar todo el juego alrededor de la pelota, por eso el equipo sufre lo indecible cuando es el rival quien maneja el cuero. Resulta paradójico pero los futbolistas de Pichi Lucas saben defender con balón pero no sin él. Un problema que se viene repitiendo toda la temporada; con el anterior entrenador los números atrás eran mejores por el excelso rendimiento de la pareja de centrales y Aulestia, no por rendimiento colectivo.

Dos medioscentros creativos, ninguno está habituado al rol de pivote, a hacer las coberturas e incrustarse casi como tercer central. Es Rubén quien asume esa misión, se le está pidiendo hacer algo totalmente contrario a lo que hacía en el 4-3-3 de la Cultural, un alfil haciendo el trabajo de un peón. Lo mismo ocurriría si fuese Curro quien tuviese más obligaciones defensivas, no se entienda esto como una crítica al extremeño. Ahí comienza a aparecer la figura de Pelayo para alimentar el debate.

Sí es cierto que el rendimiento del ‘10’ azul ha bajado dos peldaños respecto al comienzo de temporada. Verano intensivo, mientras otros cargaban pilas él trabajaba contrarreloj para volver a ser un futbolista. Llegó a la pretemporada por encima de sus compañeros, las exhibiciones anaeróbicas en los primeros amistosos y partidos de Liga eran asombrosas, un Curro totalmente nuevo y rehabilitado. Pero todo preparador sabe que aguantar un pico de forma durante un curso entero es utópico, el bajón físico tiene que llegar más temprano que tarde y en los últimos dos meses el jugador lo está notando. Si no se le da respiro llegará al playoff exprimido totalmente.

Ya no recupera posición como antes, los sprints de 25 metros persiguiendo al rival han quedado atrás. Presiona en primera instancia y se olvida, vuelve trotando para dejarse ver y molestar en la jugada llegado el caso pero el físico no le da para más. Tampoco domina la falta táctica para cortar el contragolpe con lo que el equipo queda partido por la mitad, cinco arriba y cinco abajo en caso de pérdida en la transición defensa-ataque.

No se trata de un problema de actitud, todo lo contrario. Quiere hacer demasiadas cosas, vuelve a amasar demasiado el balón en la creación, baja a recibir entre centrales con lo que el equipo se vuelve más previsible: solamente Rubén García y Manu Busto para recibir entre una línea de cuatro centrocampistas rivales más un pivote defensivo. Salir por el centro se convierte en imposible. Fiarlo todo a la inspiración individual es lo que queda cuando no hay ideas, el Domingo el Cerro Reyes se portó bien dejando que Xavi Moré encarase a un solo defensor.

Rubén García pasa inadvertido, ya no es el ‘4’ sino el '6', el encargado del trabajo sucio. No está en contacto con la pelota y cuando lo hace conduce en exceso, son tantas las ganas de sentirse parte del partido que da uno o dos toques más de los necesarios. Su tremenda calidad impide el robo pero ralentiza la circulación, ocurrió varias veces en la primera parte ante los pacenses. Sin velocidad en la creación el factor sorpresa desaparce, las ayudas llegan antes y las individualidades tienen más complicado decidir.

En las últimas semanas Pelayo oposita a la titularidad, sus buenos minutos saliendo desde el banquillo y el gran partido que hizo ante el Sporting B en el Tartiere lo confirman. Un apoyo en el juego aéreo defensivo, se incrusta entre centrales, sacrificio defensivo y capacidad para ayudar en la creación: no es manco el chaval con el balón en los pies precisamente. Libera a su compañero, tanto Curro como Rubén tienen una preocupación menos si Pelayo está sobre el césped; ambos pueden dedicarse a hacer lo que mejor saben hacer.

Pichi Lucas debe manejar la situación. El equipo funciona pero ninguno de los dos medioscentros debe sentirse indiscutible, cualquiera puede salir en cualquier momento porque el acomodamiento conlleva bajón, el Real Oviedo no se lo puede permitir. Que nadie juegue por decreto, hay partidos que se adaptan mejor a unos futbolistas que a otros, tener variables denota grandeza. Juntarlos a los tres es otra opción, Manu Busto como falso ‘9’ y dos hombres en las bandas, intercambio continuo de posiciones, ausencia de referencia, movimiento y desmarque.

Si la inercia sigue así Pelayo debería contar mucho en playoff, el canterano crece a pasos agigantados. El cuerpo técnico debe plantearse algunas cosas: dar descanso a Curro, reorganizar el rol de Rubén García, estudiar la posibilidad de jugar con pivote y dos interiores llegado el caso; adaptarse y cambiar según la situación requiera es el camino hacia el triunfo. Y si el problema está en la zona de creación porque el rival acumula hombres, basta con saltársela.