Evolucionar para dar el salto

Marcaje individual a los dos medioscentros; superioridad numérica del contrario, bien con un mediapunta tapando línea de pase o un pivote por delante de los centrales. No encuentra la tecla Pichi Lucas, al Real Oviedo le cuesta en los últimos partidos construir con fluidez y tan sólo cuando Manu Busto o Xavi Moré reciben en las inmediaciones del área se enciende la luz.

Los resultados en el Tartiere acompañan, las dimensiones son grandes y los espacios aparecen, el contexto favorece y aunque no haya velocidad en la circulación la calidad de los futbolistas manda. A domicilio nos encontramos campos estrechos y largos, hierba alta para impedir que la circulación de balón coja velocidad. El juego directo pasa a ser una obligación, ni los medioscentros ni la tercera línea son capaces de recibir y girarse, siempre controlan de espaldas. Las individualidades deciden, el problema llega con ventaja en el marcador.

Repliegue de las líneas, entrega del cuero, defensa sin balón, regalamos 40 metros al contrario esperando en campo propio. No está el Real Oviedo diseñado para aguantar un resultado así sino para defender a través del balón, el mal está detectado desde hace tiempo pero aún no se ha puesto solución. El equipo sigue cambiando el chip cuando se pone por delante y Pichi Lucas no tiene más recurso que el de inscrustar a Pelayo en los últimos veinte minutos de partido para fortalecer, que no para cambiar la inercia.

Curro y Rubén García, una pareja de iguales. Ambos necesitan un guardaespaldas, el gallego guió a la Cultural la temporada pasada con el 4-3-3 como sistema base. Obligarles a ir a la disputa, a perseguir al contrario y a correr sin balón es desgastarles para hacer lo que mejor saben. Ya que el técnico es incapaz de decidir entre uno y otro llega la hora de juntarles a los tres, Pelayo como pivote con Curro y Rubén como interiores. La decisión será sacrificar a un hombre de la tercera línea, Pichi Lucas no debe ser políticamente correcto.

Volvemos a la igualdad en la zona de creación, tres hombres para anular los marcajes individuales, intercambio de movimientos con posesión de los centrales para desactivar las marcas, cualquiera puede ser el vértice en ataque. Presencia en el centro del campo para garantizar la posesión y para tapar espacios cuando el rival achuche, Pelayo entre centrales con Rubén en el perfil diestro para las ayudas al lateral y Curro en la izquierda para asociarse por dentro. 4-1-4-1 sin balón, el repliegue de los volantes sigue siendo imprescindible porque sin él de nada servirá la superioridad por dentro.

Sobra uno arriba, renunciar a una banda no es una opción, tampoco incrustar a Manu Busto en la izquierda porque al cántabro hay que rodearle al máximo de un contexto que le favorezca para que dé lo mejor de sí mismo: en Barcelona Messi ya es el ‘10’, no parte desde la derecha como antaño. De ahí que diga que Pichi Lucas debe mojarse y no recluir a Manu Busto en la banda, obligarle a perseguir a un lateral y a correr hacia atrás es restarle frescura donde de verdad marca diferencias. Con el cambio de sistema ha de ser el falso ‘9’, libertad en el repliegue y de movimientos por dentro.

Un solo gesto para cambiar el dibujo: Manu Busto baja a la posición de ‘10’, los hombres de banda hacen la diagonal hacia dentro para pasar a un 4-4-2 con rombo en el centro del campo. Importante contar con Rayco en las segundas partes, reúne todas las cualidades el canario para partir desde la izquierda y definir con pierna buena, tiene punta de velocidad y arrancada, también fondo físico para el repliegue en defensa.

Reinventarse es necesario, el Real Oviedo es el equipo más estudiado de la categoría porque es el que cuenta con más facilidad de seguimiento, la grandeza no siempre juega a favor. Innovar sin perder la esencia, poder alternar ideas sin necesidad de cambiar a los once es un paso de ganador. Pichi Lucas debe atreverse.