Adiós liderato, segunda parte para olvidar

Los análisis y los juicios de valor hay que hacerlos con la cabeza fría; el fanatismo condena el debate y el razonamiento. No es normal pasar de cero a cien o a la inversa en diez minutos, no es lógico y denota falta de razón. El Real Oviedo hoy ha quedado descolgado de la lucha por el primer puesto y se deben admitir las críticas constructivas y razonadas, pero nunca las descalificaciones.

El partido en Puertollano empezó bien, con los azules (hoy de verde) bien plantados sobre el Sánchez Menor y con iniciativa. El césped no ayudó en nada, buena apariencia pero sólo eso: seco, hierba alta, botes muy irregulares, imposibilidad de jugar por abajo o controlar en condiciones. El juego directo era una obligación, Pichi contó con Miguel como ‘9’ ante las bajas de Jandro y Perona; estuvo bien el ‘Culebra’, participativo y sin esconderse, aunque demasiado aislado en la punta de ataque. Tampoco estuvo fino con el balón en los pies, el césped jugaba en su contra.

Curro y Rubén García de nuevo con marca individual, apenas entraron el juego y vieron pasar la pelota continuamente por encima de sus cabezas. En defensa comprometidos, trabajadores, se fajaron en el cuerpo a cuerpo y replegaban correctamente. En igualdad de intensidad y garra la calidad decide, y los hombres de Pichi Lucas tienen mucha. El Puertollano se empleó al máximo, muchas veces por encima de la legalidad, pero los carbayones no se amilanaron en ningún momento durante la primera parte.

Partido feo, tosco, desagradable para la práctica y también para la vista. A ninguno nos gusta ver así al Real Oviedo pero la situación lo exigía y el equipo supo adaptarse. Manu Busto puso el 0-1 en la primera acción de peligro, gol de pillo al ganarle el rechace a Calleja y al disparar con tres defensas bajo palos que esperaban el centro a Xavi Moré. Lo más difícil estaba hecho, quedaba nadar a favor de marea. Pudo llegar el segundo, el Puertollano estaba fuera del partido y los fallos en defensa se sucedían pero ni Miguel ni el propio Busto pudieron aprovecharlo.

En la segunda parte los manchegos metieron una marcha más. La entrada de Adisson y Encinas le dieron un aire nuevo, velocidad en la transición y verticalidad. El Oviedo cedió de nuevo la iniciativa, la posesión pasó a ser local una vez más y los azules sin balón no saben jugar. Mismos errores de siempre, urge darle solución porque andar sobre el filo de la navaja lleva a disgustos, no es la primera vez que lo digo. No había muchas soluciones en el banquillo, Gonzalo no estaba para jugar y la ausencia de Jandro pesó al adolecer de un revulsivo. Aún así se equivocó Pichi Lucas al hacer el primer cambio justo en el momento en que el Puertollano botaba un balón parado cerca del área de Aulestia. Desajuste en la marca porque Invernón no llega a tiempo y empate a uno.

No se había rehecho el Oviedo cuando Adisson controló de espaldas a portería y con un control mágico se deshizo de Dani Hedrera para subir el segundo. El Puertollano le dio la vuelta al marcador en cuatro minutos y cualquiera que haya jugado a fútbol sabe que reaccionar a un golpe así es difícil, y más si sufres una expulsión absurda. Desigual el criterio del árbitro, que perdonó la expulsión Acorán por un codazo a Aulestia pero echó del campo a Iván Ania sin que el capitán azul diese una patada. No son justificaciones, porque los de Pichi Lucas entregaron el partido cuando lo tenían de cara, pero sí realidades.

El Real Oviedo desapareció con 2-1, y más aún con diez sobre el césped. El Puertollano se creció, los carbayones vieron utópica la remontada y en ningún momento la opción del empate sobrevoló el Sánchez Menor. Pichi Lucas apostó por Rayco en los últimos diez minutos pero sacrificó a Jorge Rodríguez, dejando una defensa de tres con nuestro central más lento. Con los azules entregados llegó el tercer gol, de nuevo Adisson. Y podemos dar gracias porque el Puertollano pudo haber hecho mucha más sangre en una segunda parte lamentable.

Pero que los segundos cuarenta y cinco minutos fuesen malos no es motivo para crucificar a los futbolistas ni para descalificarlos, tampoco para entregar las opciones de ascenso. Ni antes éramos el Dream Team ni ahora una basura, en un cuarto de hora no se puede pasar del cielo al infierno. Quienes lo hagan ni tienen coherencia ni razonan los por qué, hablar de ‘testiculina’ sólo en la derrota es facilísimo … y equivocado.

Hay que olvidarse del primer puesto, asegurar la segunda plaza y pensar partido a partido, en lo que quede de Liga y en el playoff. Tiene trabajo Pichi Lucas, el equipo debe mantener el chip cuando se pone por delante y no entregar el control del juego. Desde el banquillo se debe leer mejor los partidos y reforzar el centro del campo. Autocrítica sí, pero constructiva. No sólo ascienden los campeones de grupo, no lo olvidemos.