Los intocables de Pichi

El Real Oviedo de los años 30 al que la Guerra Civil privó de los títulos, con la delantera eléctrica de Casuco, Gallart, Emilín, Lángara y Herrerita. El de la 62/63, con Girón, Joao Jorge, Paquito y Sánchez Lage. La plantilla del último ascenso a Primera con Carlos Muñoz, Zubeldia, Hicks, Sañudo o Tomás. La que se clasificó para la UEFA, con Jankovic, Viti, Luis Manuel, Jerkan o Gorriarán. Y la de mediados de los 90, con cracks de la talla de Jokanovic, Prosinecky, Rivas o Cristóbal, por enumerar algunos de los futbolistas representativos de aquellas plantillas. Antes se decía que para que un equipo fuese grande el aficionado debía saberse la alineación de memoria, y así era.

Pero el fútbol ya no se cita de carrerilla. Es la época de las rotaciones, del estudio de los partidos, del análisis del rival y la alineación condicionada; repetir once de una semana a otra parece algo imposible. Aún así, todo buen equipo que se precie debe tener una columna vertebral reconocible, unos jugadores que doten de identidad al equipo allá donde vaya. Los tiene el Barça de Pep Guardiola, los tuvo el ManU de Ferguson y Cristiano, también el Chelsea de Mourinho. En el actual Real Oviedo fue Raúl González quien perfiló el esqueleto y es Pichi Lucas quien le da forma y lo consolida.

Seis jugadores fijos en la alineación titular, previsiblemente serán siete en las próximas semanas con la reincorporación de Miguel tras dos meses de baja. Aulestia, Gonzalo, Jorge Rodríguez, Rubén García, Curro y Xavi Moré, una columna vertebral que nada tiene que envidiar a ninguna otra de la Segunda B. Muchos de ellos han jugado en categorías superiores, todos cuentan con años de experiencia en estas lides y si ellos mantienen el nivel bastará con que el resto de compañeros cumpla con lo mínimo exigible para que el Real Oviedo sume muchos puntos en la clasificación.

Vital el triángulo defensivo. Hasta el partido ante el Universidad de Las Palmas, el conjunto azul era el menos goleado del grupo y uno de los mejores de Segunda B en ese sentido. Chocan esos números con la idea futbolística del equipo y con el perfil de jugadores con los que cuenta Pichi Lucas. El Real Oviedo asume muchos riesgos, no está bien trabajada la transición ataque-defensa pero aún así seríamos el equipo menos goleado de la categoría con diferencia si no existiesen los saques de esquina. Hemos de dar gracias a ese triángulo defensivo: Aulestia, Gonzalo y Jorge están rindiendo a un nivel superlativo en el plano individual; sin ellos el objetivo de la temporada sería diametralmente opuesto. Los tres son necesarios, cuando uno falta el equipo se resiente … no quiero pensar qué pasará si algún día se tienen que ausentar dos.

Sobre Oinatz no puede haber lugar a dudas: reflejos felinos, primer atacante en la salida de balón, infranqueable en el 1vs1 y seguro en los chuts lejanos. Difícil sorprenderle desde media y larga distancia porque no intenta blocar, sino que despeja siempre al lateral eliminando la opción de rechace. Ha salvado innumerables puntos esta temporada, sobre todo en acciones de mano a mano donde se ha convertido en un especialista del achique de espacio y la salida. Se le recrimina cierta fragilidad en el juego aéreo, pero si el resto del equipo mantuviese el nivel en las jugadas de estrategia Aulestia no sería discutido; está demasiado expuesto en ese tipo de acciones y aún así cumple sin estridencias a pesar de no ser uno de sus fuertes.

Tampoco Gonzalo necesita presentación. Es el Káiser azul, un capitán y central para muchos años, no creo que se exagere cuando se le cita entre los mejores fichajes de la última década. Rey de la anticipación, seguro en el corte y expeditivo en el juego aéreo. Su mejor cualidad es que hace mejor a su pareja; ni Jorge ni Dani Hedrera mantienen sin Gonzalo el nivel que demuestran cuando coinciden con el burgalés. Con Jorge forma una de las mejores parejas del Grupo II de la Segunda B; el gallego es más expeditivo, se complementan a la perfección pues el ex del Pontevedra es quien asume más responsabilidades a la hora de sacar la pelota jugada desde atrás, sea en corto o en largo. Sufren con metros a sus espaldas, ninguno de los dos es excesivamente rápido pero ambos saben que ése es uno de los precios que hay que pagar por jugar en el Real Oviedo.



Ellos mantienen de pie al esqueleto, pero quienes de verdad le proporcionan una identidad al equipo son los medioscentros. Cuando uno ve a Rubén García y a Curro en el centro del campo sabe que está ante un equipo que se mueve al compás del balón, que entiende el fútbol a través del buen trato con la pelota. ¿Si es lo más adecuado para esta categoría? Con un trabajo táctico adecuado se pueden compatibilizar ambas cosas, el equipo está yendo a más y preveo una segunda vuelta mucho mejor que la primera en lo que a resultados se refiere siempre que las lesiones respeten a estos ‘intocables’.

Curro no es el mismo de la temporada pasada; los toques de atención y la competencia por un puesto en la plantilla dieron resultado, le recuperaron para el fútbol competitivo. Llegó a la pretemporada con peso idóneo, en buena condición física, y sobre todo, con la actitud de luchar por la titularidad. Sorprendió verle en los primeros partidos haciendo el desgaste de un stopper, sprints de 40 metros para recuperar posición y buen sentido táctico. Quizá el trabajo veraniego le esté pasando factura ahora, es imposible mantener un pico de forma durante meses. Pero basta con apreciar que ya no amasa la pelota en exclusiva, que es capaz de moverse sin balón y desentenderse de la posesión, no utiliza la diagonal en largo como opción principal si no como un recurso más.

Rubén García comenzó sembrando dudas; el rendimiento que dio en León hizo que la exigencia fuese máxima con él, estaba siendo discutido e incluso llegó a probar el banquillo en las primeras jornadas. Pero entonces llegó el choque ante el Racing B, donde demostró a todos cómo ha de jugar un mediocentro, impartió un cursillo acelerado de fútbol mientras estuvo en el campo y se ganó la confianza de la parroquia azul. Cuando superó la lesión se convirtió en indiscutible: es él quien hace jugar al equipo, lleva el timón, decide cómo y cuándo. Juego a pocos toques, velocidad en la circulación, desplazamiento en corto y desmarque continuo. Con el paso de los partidos ha perdido el miedo al riesgo, asegura menos en el pase y sus compañeros lo notan. Si él está al nivel, el Real Oviedo tiene muchas posibilidades de ganar. Reconozco queRubén García es una debilidad personal.



Y por último Xavi Moré, el último en acoplarse a la columna. Jugador diferencial, sólo con verle controlar un pase en largo sabes que la Segunda B no es un sitio, que el catalán es un lujo para la categoría. Contacta con la pelota una vez donde los demás necesitan tres toques, encara en el 1vs1 como un extremo de los de antes y aporta profundidad por banda derecha como ningún otro. Hablar de Moré es hablar de arrancada, velocidad, desborde y técnica. Se perdió el primer tercio de Liga; la ausencia de pretemporada y pequeñas lesiones le apartaron del equipo; nunca sabremos que habría sido de Raúl de haber podido contar con Xavi en el inicio de Liga. Un gol suyo supuso el punto de inflexión en la temporada, se ha convertido en la referencia ofensiva del equipo de Pichi Lucas y la sociedad con Miguel promete ser apasionante,como ya demostraron en pretemporada ante el Marino en el debut como azul (ese día amarillo) del ex – jugador del Valladolid.

El siguiente en la lista es el ‘9’, Miguel no tardará en ser uno más de la columna, como tampoco Manu Busto si recupera las sensaciones que le encumbraron en Lorca. Sólo falta que ellos suban el nivel para que este Oviedo sea capaz de todo, quedan 18 finales por delante y la que se disputará ante el Guadalajara será la primera. Con los intocables a punto todo es posible; prioridad mantener los pies en el suelo pero sabiendo que no se debe renunciar a nada.

Artículo publicado en el número 2 de la revista OVD Magazine.

Fotos: Álvaro Campo