Los problemas están en la calle y en boca de todos, la afición apunta en una misma dirección cuando mira hacia el terreno de juego y Ovieditis no quiere hacer leña del árbol caído, tampoco contar obviedades. El aprendizaje viene por el error, pero haríamos mal en quedarnos sólo con lo que no funciona y no prestar atención a las pocas notas positivas del equipo en lo que va de temporada.
Falsa fiabilidad defensiva, si el Real Oviedo está a dos puntos del descenso a Tercera y a seis de los puestos de privilegio no es por fragilidad sino por carencia de cara a gol. Ocho goles encajados en doce partidos de Liga, Oinatz Aulestia es el Zamora del Grupo II de Segunda B y el quinto guardamenta con mejores registros de la categoría, tan sólo superado por los de Jaén (seis tantos recibidos), Eibar , Ontiyent y Mallorca B (siete). Con estos números cualquiera diría que el conjunto azul es el típico equipo rocoso, que concede poco en defensa y que busca menos el ataque, que prioriza el 0-0 por encima de todas las cosas; jugadores implicados en una misma misión, evitar que el portero recoja el balón de su red, once gladiadores con poco fútbol pero con mucho alma. Nada más lejos de la realidad.
Existen varios factores para explicar estas estadísticas, pero uno de ellos no es el esfuerzo defensivo de todos los jugadores. El centro del campo no muerde, el rival siempre tiene facilidades para salir con la pelota en la zona ancha cuando a nosotros no nos dejan ni respirar si nos aproximamos a las inmediaciones del mediocampo. Todo empieza arriba, Miguel tiene el hándicap de la altura que le invalida para la presión, Manu Busto no tiene el sacrificio ni el pulmón suficientes como para convertirse en el primer stopper. La solución a estos males en la punta de ataque debería ser Rayco, él tendría que ser el primer defensor pero no es así. Anda el canario perdido sobre el césped, no sabe cuál es su rol y no encuentra ubicación, recuperarle debe ser un objetivo prioritario.
Mismo problema en el centro del campo, sobre todo cuando uno echa su mirada a los costados. Iván Ania y Xavi Moré, dos jugadores con una tremenda técnica y calidad individual, pero nulos en el desgaste defensivo, por incapacidad y por cuestión de aprovechamiento de los recursos. Condenar a estos dos futbolistas a perseguir a su lateral y realizar sprints de 40 metros es no saber qué tienes entre manos, desaprovechas la materia prima porque si les exiges en defensa ni uno ni otro podrían entonces decidir en ataque. La capacidad física no se mira en el esfuerzo sino en la recuperación y ambos son incapaces de mantener ese nivel de esfuerzos anaeróbicos durante tantos minutos. El remedio Ovieditis es elegir entre el catalán o el asturiano para salir de inicio: Moré titular, Iván Ania revulsivo para encender a la grada, aprovechar el cansancio del rival y ganar puntos a balón parado en los minutos decisivos. El quebradero de cabeza viene cuando echas un vistazo al banquillo y te encuentras con un Jandro que no es capaz de dar todo lo que lleva dentro y un Invernón que a día de hoy ni siquiera debería ser una alternativa a tener en cuenta. Difícil solución.
Más de lo mismo con la pareja de medioscentros: Mario Prieto penaliza demasiado en ataque como para pensar en él de inicio; además siempre se posiciona por delante de Curro cuando tenemos balón lo que invalida su capacidad defensiva cuando perdemos posesión. La sociedad debe ser la del extremeño y Rubén García pero ninguno se caracteriza por su trabajo sin la pelota, más bien al contrario. Poco recorrido, incapacidad para hacer muchos kilómetros, se complementan bien y tienen actitud, nivel defensivo para sobrevivir pero no para aspirar a cotas altas. La salida de un servidor sería apostar por la superioridad en zona ancha, tres hombres para dominarlos a todos: Curro, Rubén García y Pelayo; el primero pivote para sacar la pelota jugada desde atrás; sin posesión sería el canterano el posicional con los otros dos a su lado, se reparten esfuerzos y se protege más a la defensa. Esta opción resta opciones en ataque ya que si el ‘10’ es quien se coloca entre centrales con balón el equipo se queda sin llegada desde segunda línea y con sólo tres jugadores para buscar el gol; Curro debería aprender a desentenderse de la creación para que el equipo creciese.
Curioso ver qué el equipo acumula fallos y sin embargo es el que menos encaja, pero eso no es sinónimo de ser el que mejor defiende. Los rivales no salen a por el partido, el objetivo ante el Real Oviedo es empatar y ganar si se tiene suerte en las pocas ocasiones que se disponga; el único que quiso acabar con los azules fue el Alcorcón. Cualquier contrario con ambición y calidad puede hacernos daño, demos gracias de que aún no se hayan dado cuenta y se conformen con lo justo. Pero sobre todo, el mérito de que seamos el equipo menos goleado del Grupo II es de tres hombres: Aulestia, Gonzalo, Jorge Rodríguez.
Del arquero está todo dicho (ver artículo del 28/10), ha salvado puntos ante Atleti B, Racing B, Cerro Reyes, también salvó de un ridículo aún mayor en Gijón y de que el Cacereño complicase el partido en el Tartiere. En quienes vamos a fijarnos en este artículo es en la pareja de centrales, Gonzalo y Jorge Rodríguez, las ‘Torres Gemelas’, no por su estatura física sino por su altura futbolística. El burgalés es el Káiser, gran fichaje de los últimos años, impecable en el tackle y en el juego aéreo, rey de la anticipación y jefe de la defensa. El gallego es el descubrimiento de la temporada, vino sin hacer ruido pero se ha convertido en pieza clave cuando se le ha alejado del lateral diestro: coloso cuando el balón surca los aires, perfecto en el 1vs1, va bien al cruce e intenta sacar la pelota jugada desde atrás siempre que puede. Se complementan, uno marcador y el otro hombre libre, alternan roles y siempre cubren las espaldas del otro además de estar ahí en las ayudas a los laterales.
Son ‘la pareja’, romperla es sinónimo de fracaso como ocurrió en Cerro Reyes y Alcalá. Si hay una ley que todo entrenador sabe es que nunca se debe tocar el esqueleto defensivo de un equipo salvo obligación: Aulestia, Gonzalo y Jorge son los únicos tres fijos en el once azul, al menos deberían serlo. Por lo general no suele ser justo personalizar éxitos o fracasos pero en este caso es correcto hacerlo, si ellos faltasen el Real Oviedo ahora mismo sería carne de descenso con toda seguridad. Es momento de analizar errores, ver qué no funciona y actuar en consecuencia, pero también de observar lo bueno y trabajar a partir de ello.
Falsa fiabilidad defensiva, si el Real Oviedo está a dos puntos del descenso a Tercera y a seis de los puestos de privilegio no es por fragilidad sino por carencia de cara a gol. Ocho goles encajados en doce partidos de Liga, Oinatz Aulestia es el Zamora del Grupo II de Segunda B y el quinto guardamenta con mejores registros de la categoría, tan sólo superado por los de Jaén (seis tantos recibidos), Eibar , Ontiyent y Mallorca B (siete). Con estos números cualquiera diría que el conjunto azul es el típico equipo rocoso, que concede poco en defensa y que busca menos el ataque, que prioriza el 0-0 por encima de todas las cosas; jugadores implicados en una misma misión, evitar que el portero recoja el balón de su red, once gladiadores con poco fútbol pero con mucho alma. Nada más lejos de la realidad.
Existen varios factores para explicar estas estadísticas, pero uno de ellos no es el esfuerzo defensivo de todos los jugadores. El centro del campo no muerde, el rival siempre tiene facilidades para salir con la pelota en la zona ancha cuando a nosotros no nos dejan ni respirar si nos aproximamos a las inmediaciones del mediocampo. Todo empieza arriba, Miguel tiene el hándicap de la altura que le invalida para la presión, Manu Busto no tiene el sacrificio ni el pulmón suficientes como para convertirse en el primer stopper. La solución a estos males en la punta de ataque debería ser Rayco, él tendría que ser el primer defensor pero no es así. Anda el canario perdido sobre el césped, no sabe cuál es su rol y no encuentra ubicación, recuperarle debe ser un objetivo prioritario.
Mismo problema en el centro del campo, sobre todo cuando uno echa su mirada a los costados. Iván Ania y Xavi Moré, dos jugadores con una tremenda técnica y calidad individual, pero nulos en el desgaste defensivo, por incapacidad y por cuestión de aprovechamiento de los recursos. Condenar a estos dos futbolistas a perseguir a su lateral y realizar sprints de 40 metros es no saber qué tienes entre manos, desaprovechas la materia prima porque si les exiges en defensa ni uno ni otro podrían entonces decidir en ataque. La capacidad física no se mira en el esfuerzo sino en la recuperación y ambos son incapaces de mantener ese nivel de esfuerzos anaeróbicos durante tantos minutos. El remedio Ovieditis es elegir entre el catalán o el asturiano para salir de inicio: Moré titular, Iván Ania revulsivo para encender a la grada, aprovechar el cansancio del rival y ganar puntos a balón parado en los minutos decisivos. El quebradero de cabeza viene cuando echas un vistazo al banquillo y te encuentras con un Jandro que no es capaz de dar todo lo que lleva dentro y un Invernón que a día de hoy ni siquiera debería ser una alternativa a tener en cuenta. Difícil solución.
Más de lo mismo con la pareja de medioscentros: Mario Prieto penaliza demasiado en ataque como para pensar en él de inicio; además siempre se posiciona por delante de Curro cuando tenemos balón lo que invalida su capacidad defensiva cuando perdemos posesión. La sociedad debe ser la del extremeño y Rubén García pero ninguno se caracteriza por su trabajo sin la pelota, más bien al contrario. Poco recorrido, incapacidad para hacer muchos kilómetros, se complementan bien y tienen actitud, nivel defensivo para sobrevivir pero no para aspirar a cotas altas. La salida de un servidor sería apostar por la superioridad en zona ancha, tres hombres para dominarlos a todos: Curro, Rubén García y Pelayo; el primero pivote para sacar la pelota jugada desde atrás; sin posesión sería el canterano el posicional con los otros dos a su lado, se reparten esfuerzos y se protege más a la defensa. Esta opción resta opciones en ataque ya que si el ‘10’ es quien se coloca entre centrales con balón el equipo se queda sin llegada desde segunda línea y con sólo tres jugadores para buscar el gol; Curro debería aprender a desentenderse de la creación para que el equipo creciese.
Curioso ver qué el equipo acumula fallos y sin embargo es el que menos encaja, pero eso no es sinónimo de ser el que mejor defiende. Los rivales no salen a por el partido, el objetivo ante el Real Oviedo es empatar y ganar si se tiene suerte en las pocas ocasiones que se disponga; el único que quiso acabar con los azules fue el Alcorcón. Cualquier contrario con ambición y calidad puede hacernos daño, demos gracias de que aún no se hayan dado cuenta y se conformen con lo justo. Pero sobre todo, el mérito de que seamos el equipo menos goleado del Grupo II es de tres hombres: Aulestia, Gonzalo, Jorge Rodríguez.
Del arquero está todo dicho (ver artículo del 28/10), ha salvado puntos ante Atleti B, Racing B, Cerro Reyes, también salvó de un ridículo aún mayor en Gijón y de que el Cacereño complicase el partido en el Tartiere. En quienes vamos a fijarnos en este artículo es en la pareja de centrales, Gonzalo y Jorge Rodríguez, las ‘Torres Gemelas’, no por su estatura física sino por su altura futbolística. El burgalés es el Káiser, gran fichaje de los últimos años, impecable en el tackle y en el juego aéreo, rey de la anticipación y jefe de la defensa. El gallego es el descubrimiento de la temporada, vino sin hacer ruido pero se ha convertido en pieza clave cuando se le ha alejado del lateral diestro: coloso cuando el balón surca los aires, perfecto en el 1vs1, va bien al cruce e intenta sacar la pelota jugada desde atrás siempre que puede. Se complementan, uno marcador y el otro hombre libre, alternan roles y siempre cubren las espaldas del otro además de estar ahí en las ayudas a los laterales.
Son ‘la pareja’, romperla es sinónimo de fracaso como ocurrió en Cerro Reyes y Alcalá. Si hay una ley que todo entrenador sabe es que nunca se debe tocar el esqueleto defensivo de un equipo salvo obligación: Aulestia, Gonzalo y Jorge son los únicos tres fijos en el once azul, al menos deberían serlo. Por lo general no suele ser justo personalizar éxitos o fracasos pero en este caso es correcto hacerlo, si ellos faltasen el Real Oviedo ahora mismo sería carne de descenso con toda seguridad. Es momento de analizar errores, ver qué no funciona y actuar en consecuencia, pero también de observar lo bueno y trabajar a partir de ello.