Falsas apariencias

Cambiar de entrenador o cuestionar la profesionalidad de los jugadores son las salidas recurrentes cuando un equipo no encuentra su camino. Ovieditis se postuló a favor de la salida de Raúl porque veía al entrenador sin rumbo, aplaudió los primeros pasos de Pichi Lucas pero ahora se siente decepcionado por el nuevo técnico ya que se empeña en caer en los mismos errores que el anterior dueño del banquillo azul y en crear algunos nuevos. Exige a la plantilla pero el primero que tiene que hacer autocrítica es él.

Entrenador perfecto en las ruedas de prensa, dice lo que la afición quiere oír pero los carbayones están quemados, se las saben todas y ya no tragan. El técnico no puede apuntar tan deliberadamente a los futbolistas cuando el primer responsable es él mismo, no hace los deberes y los resultados mandan, no quiere ver la realidad que todo el oviedismo ve y sigue lastrando al equipo titular en lugar de apostar por lo (poco) que funciona: triángulo defensivo, Ernesto/Barral, Rubén García-Curro, Xavi Moré.



Alineación ilógica, Ander Larrea en el banquillo siendo el único lateral diestro disponible; el vasco debe estar preguntándose qué pasa en Oviedo cuando es la tercera opción para una posición que debería ser suya habiendo jugado más de 40 partidos en la categoría con el Bilbao Athletic teniendo sólo 20 años. Pichi Lucas rompe el triángulo defensivo, toca la columna vertebral, rompe la primera regla de un buen equipo. Colocar a Jorge Rodríguez en un costado conlleva exponerlo a la crítica pública, esa ubicaciónpotencia debilidades y oculta virtudes en el gallego, volvió a ser el jugador imberbe de las primeras semanas, sin salida limpia de balón, sin capacidad para desdoblar al volante y crear superioridades en el centro, sin precisión para ser una opción más del ataque cuando el equipo acosaba la portería del Alcalá en los últimos minutos.

El carril izquierdo sigue siendo para Invernón, futbolista cuyo techo es la Tercera División pero que pasa por delante en la rotación del mejor lateral de Segunda B la temporada pasada, Javi Barral. Un cumplidor con carencias valdría para un equipo sin aspiraciones, pero en el Real Oviedo el lateral zurdo debe ser más que un relleno, ésa ya no es una posición en la que juega el menos malo sino alguien que también debe marcar diferencias adelante y atrás. Ernesto, tras cuatro partidos de titular rindiendo a buen nivel se cae de las convocatorias, el Sábado estuvo castigado con el Vetusta. Problemas extradeportivos son la causa de esta desaparición del once; seguramente el jugador haya dado el paso definitivo para llegar a este escenario pero es el Club quien fuerza la situación una y otra vez hasta que la burbuja estalla, tónica habitual en quienes des-gobiernan el Real Oviedo.

Mario Prieto de nuevo inamovible como mediocentro, mismo panorama desde hace un mes, primero sentando a Pelayo y ahora a Rubén García. Jugador completamente inútil en la creación, lastra al equipo cuando se tiene la posesión y más cuando se nada a contracorriente con el marcador adverso. El entrenador se dio cuenta y ordenó el cambio al descanso: ya era tarde, se habían tirado 45 minutos de partido. La segunda mitad fue otra cosa, hubo toque, desmarques, aperturas a banda, profundidad … se malograron ocasiones, se mereció más premio que la derrota pero el resultado es un castigo al planteamiento de Pichi Lucas.

Plantilla mal diseñada, desequilibrada y coja en varias posiciones. En el foro exigía un delantero pero creía en este grupo, priorizé ver lo positivo antes que lo negativo y ahora llega la frustración. Las posiciones antes expuestas están retratadas, no son las únicas: urge un volante zurdo pues Iván Ania no está físicamente para ser titular, su papel debería ser el de salir en la última media hora a 100% de intensidad en lugar de jugar setenta minutos al 60%. Si Jandro estuviese al nivel sería una opción muy válida, pero lamentablemente está naufragando en su retorno, no aporta profundidad, ni chispa, ni velocidad … sus garrafales errores de cara a gol han costado cinco puntos. Xavi Moré es el único que mantiene el tipo, es la esperanza carbayona para lo que queda de temporada junto al afianzamiento de la pareja Rubén García-Curro y la recuperación de Miguel.

Manu Busto tampoco responde a las expectativas, necesita al equipo para rendir y si éste no acompaña lo más que puede hacer es dejar destellos de su gran clase con un par de pases o regates inverosímiles, muy poca cosa para lo que se espera de él y para lo que necesita el Real Oviedo. Sin velocidad en la circulación, sin movimientos entre líneas, sin desmarques de sus compañeros, sin juego a uno o dos toques, Manu Busto se convierte en un jugador mediocre. Rayco, también está perdido, ha quedado claro que no es ‘9’ para este equipo y no sabe qué rol desempeñar; tampoco tiene gol como para vivir de la pegada y no del fútbol.



Los jugadores pueden dar más individual y colectivamente, también el entrenador, pero los principales responsables todos sabemos quienes son. Es a Alberto y a Mata a quienes hay que exigir responsabilidades, ellos y José Manuel son los culpables de llegar a esta situación. Es tarde, los futbolistas son los que están y ellos deben sacar esto adelante, necesitan el apoyo y el ánimo, las críticas para otros. El Real Oviedo renueva plantillas, cambia entrenadores pero el cáncer está dentro, de nada sirve pintar la fachada si los cimientos están en ruinas.

El objetivo ya ha cambiado, los playoffs siguen a tiro de dos partidos pero el descenso está a dos puntos. La meta sigue siendo ganar cada fin de semana pero no para soñar con el retorno sino para vivir sin agobios, lograr que no aparezcan los fantasmas de la temporada 06/07 porque la autodestrucción estaría cercana en caso de meternos abajo. Luis Aragonés decía que en las últimas diez jornadas se ganaban las Ligas (cada uno la suya), no le falta razón: hasta entonces el oviedismo debe abandonar los castillos en el aire y pensar en la supervivencia, ya llegará el momento de ver si el sueño es posible.