Internacional con España Sub-15, Sub-16 y Sub-17; capitán en las categorías inferiores del Athletic de Bilbao desde Infantil hasta Juvenil; 46 partidos en Segunda B con el filial, 24 con el Baskonia en Tercera División, todo ello con sólo 20 años. Sobre el papel, estamos ante una de las perlas de Lezama, un jugador con futuro en al menos Segunda División y con recorrido en el primer equipo si la suerte le sonríe como le ocurrió a Koikili, que con 26 años aún jugaba para el Sestao River en Segunda B sin ninguna perspectiva de futuro más allá del día a día. Las comparaciones son odiosas, la suerte decide el camino y estar en el sitio justo en el momento adecuado marca una carrera deportiva y una vida.
La trayectoria descrita arriba pertenece a Ander Larrea, actual lateral derecho del Real Oviedo y que pasa por un calvario deportivo en las filas azules. Llegó a mediados de Agosto para tapar el agujero de una posición que tuvo hasta cuatro inquilinos en pretemporada (Jorge Rodríguez, Pablo Naredo, Nico, Rubén González) y donde nadie conseguía asentarse ni dar un mínimo de garantías. Se pierde muchas semanas de entrenamientos con sus nuevos compañeros, está claro que parte en desventaja respecto al resto porque no ha tenido apenas periodo de adaptación al vestuario ni a los esquemas de Raúl González, trabajo contrarreloj antes del comienzo de Liga para pelear por un puesto en el once.
Jorge Rodríguez se asienta como lateral diestro titular en los dos primeros partidos oficiales, Alcalá y Toledo; en Lorquí llegan las rotaciones y la oportunidad para Ander. El resultado todos lo sabemos, hecatombe carbayona e imagen patética del equipo. Aquél día quedaron retratados los catorce futbolistas que saltaron al césped pero fueron dos los que pagaron los platos rotos: Larrea y Dani Hedrera no han vuelto a disputar ni un minuto con la camiseta del Real Oviedo desde la eliminación copera salvando los ocho minutos que disputó el central en campo del Cerro Reyes. No escribo esto para defender lo sucedido en aquél partido ni tampoco todo lo que rodea la situación actual del central jerezano, que conste en acta. El ostracismo de estos dos jugadores provocó la entrada de Rubén González al lateral diestro y de Jorge Rodríguez al centro: el primero ya ha demostrado no estar capacitado para ser titular en un equipo que aspire al ascenso, el segundo se está convirtiendo en el kaiser de la defensa azul.
Ander Larrea llegó al Real Oviedo con la vitola de ser un buen lateral en lo defensivo, con velocidad para ganar la batalla en el 1vs1, tiene un potente tren inferior que le permite superar en la arrancada a la mayoría que intentan desbordarle; usa bien el cuerpo en la pugna, típico lateral vasco correoso. Sabe colocarse y estar en el campo, por algo probó más posiciones que la del lateral diestro en categorías inferiores, algo siempre queda. Sufre en el juego aéreo pero es un hándicap imposible de afrontar con su poco más de 1’60 de altura. Gusta de participar en fase ofensiva, no se conforma con quedarse en zona media sino que si la situación lo permite sube la banda y triangula con el volante para forzar situaciones de 2x1: daría un plus al equipo en la salida de balón, principal carencia del Real Oviedo esta temporada como se vio ante el Puertollano.
Entrena bien, dice la gente que se pasa durante la semana por El Requexón que se le ven aptitudes para ser titular, que va un paso por delante de Rubén González en los entrenamientos. Otros dicen que está un peldaño por debajo del resto del equipo, la única solución para despejar dudas de un lado u otro es verle sobre el terreno de juego en partido de Liga.
El jugador nunca se va a dar por vencido. Sabe lo mucho que le ha costado llegar hasta aquí y no se conforma, el hecho de pedirle al Athletic su salida del Club al ver que no había posibilidades de ascender al equipo que entrena Joaquín Caparrós dice mucho de él. Esa plaza en los entrenamientos y algunas convocatorias de la primera plantilla son para Eneko Bóveda, que siempre había vivido a la sombra de Ander pero que ahora es el propietario del lateral diestro del Bilbao Athletic. En Lezama se negaban a la cesión, querían mantenerle en el segundo equipo a toda costa ya que Ander seguía siendo el mismo que despertaba esperanzas cuando era capitán del Juvenil; fueron semanas de tira y afloja pero al final comprendieron que un jugador a disgusto no aporta nada a un equipo, era tonteria convertirse en el perro del hortelano que ni come ni deja comer.
Lo cómodo para Larrea hubiese sido quedarse en Lezama con el filial cerca de familia y amigos y después salir a otro equipo vasco de la categoría, pero eligió el Real Oviedo para dar un salto en su carrera. Cuando era un ‘guaje’ hacía los deberes de noche tras los entrenamientos, no podía salir de fiesta con sus amigos por la exigencia de las categorías inferiores de Lezama. Ahora, mientras otros gozan de 20 horas de ocio al día (quitamos cuatro horas a la jornada, dos de entrenamiento y otras tantas pre- y post- sesión), él sigue estudiando, algo que se sale de la norma en futbolistas que están a un paso de llegar al fútbol profesional, sobre todo habiendo sido formado en una cantera que ya te da cierto caché para el resto de tu carrera deportiva. Siempre se ha esforzado por salir adelante y seguirá haciéndolo.
Confía en sus posibilidades, tiene confianza en sí mismo y en su juego y está deseoso de una oportunidad que puede llegar en Alcalá ante la sanción de Rubén González. Estoy seguro de que si Ander salta al campo de El Val dará todo lo que tiene dentro porque el banquillo se le está haciendo duro, un jugador con jerarquía desde alevín no está acostumbrado a ver los partidos sentado, necesita vestirse de corto y volver a sentirse futbolista. No podemos pedirle que tras 55 minutos oficiales en dos meses nos demuestre lo que otros no han hecho en once jornadas; el futbolista necesita continuidad para dar el máximo rendimiento, y sobre todo después de estar tantas semanas sin sentir el ritmo competitivo, así que la exigencia no ha de ser máxima ni por parte de la afición ni por parte del cuerpo técnico igual que no lo fue con la reaparición de Rubén García hace unos días en el Tartiere.
Cambiar a Jorge de posición y dar entrada a Dani Hedrera como central sería un mazazo para el jugador vasco. Se rompería la regla de no tocar lo que funciona y no alterar la columna vertebral defensiva del equipo (Aulestia, Gonzalo, Jorge Rodríguez) salvo necesidad extrema. Ander se daría cuenta de que es la tercera opción para el lateral diestro y de que esta temporada será de estancamiento en su carrera puesto que la titularidad estaría a dos lesiones/sanciones de distancia. Por confianza en él y por coherencia futbolística, ha de ser el ex-cachorro quien ocupe ese carril derecho este Domingo en Alcalá.
Que este artículo no se convierta en un debate sobre el trato al Requexón; comparando aptitudes el que cierra el paso a los chavales es otro y no él, Larrea puede llegar a ser un buen complemento y muy útil al Real Oviedo si se le da la confianza necesaria, estoy seguro de ello aun sin haberle visto jugar más de 90 minutos entre amistoso y partido oficial en Lorquí. Espero que ante el Alcalá comiencen dos resurrecciones: la suya propia, y por supuesto la del Real Oviedo.
La trayectoria descrita arriba pertenece a Ander Larrea, actual lateral derecho del Real Oviedo y que pasa por un calvario deportivo en las filas azules. Llegó a mediados de Agosto para tapar el agujero de una posición que tuvo hasta cuatro inquilinos en pretemporada (Jorge Rodríguez, Pablo Naredo, Nico, Rubén González) y donde nadie conseguía asentarse ni dar un mínimo de garantías. Se pierde muchas semanas de entrenamientos con sus nuevos compañeros, está claro que parte en desventaja respecto al resto porque no ha tenido apenas periodo de adaptación al vestuario ni a los esquemas de Raúl González, trabajo contrarreloj antes del comienzo de Liga para pelear por un puesto en el once.
Jorge Rodríguez se asienta como lateral diestro titular en los dos primeros partidos oficiales, Alcalá y Toledo; en Lorquí llegan las rotaciones y la oportunidad para Ander. El resultado todos lo sabemos, hecatombe carbayona e imagen patética del equipo. Aquél día quedaron retratados los catorce futbolistas que saltaron al césped pero fueron dos los que pagaron los platos rotos: Larrea y Dani Hedrera no han vuelto a disputar ni un minuto con la camiseta del Real Oviedo desde la eliminación copera salvando los ocho minutos que disputó el central en campo del Cerro Reyes. No escribo esto para defender lo sucedido en aquél partido ni tampoco todo lo que rodea la situación actual del central jerezano, que conste en acta. El ostracismo de estos dos jugadores provocó la entrada de Rubén González al lateral diestro y de Jorge Rodríguez al centro: el primero ya ha demostrado no estar capacitado para ser titular en un equipo que aspire al ascenso, el segundo se está convirtiendo en el kaiser de la defensa azul.
Ander Larrea llegó al Real Oviedo con la vitola de ser un buen lateral en lo defensivo, con velocidad para ganar la batalla en el 1vs1, tiene un potente tren inferior que le permite superar en la arrancada a la mayoría que intentan desbordarle; usa bien el cuerpo en la pugna, típico lateral vasco correoso. Sabe colocarse y estar en el campo, por algo probó más posiciones que la del lateral diestro en categorías inferiores, algo siempre queda. Sufre en el juego aéreo pero es un hándicap imposible de afrontar con su poco más de 1’60 de altura. Gusta de participar en fase ofensiva, no se conforma con quedarse en zona media sino que si la situación lo permite sube la banda y triangula con el volante para forzar situaciones de 2x1: daría un plus al equipo en la salida de balón, principal carencia del Real Oviedo esta temporada como se vio ante el Puertollano.
Entrena bien, dice la gente que se pasa durante la semana por El Requexón que se le ven aptitudes para ser titular, que va un paso por delante de Rubén González en los entrenamientos. Otros dicen que está un peldaño por debajo del resto del equipo, la única solución para despejar dudas de un lado u otro es verle sobre el terreno de juego en partido de Liga.
El jugador nunca se va a dar por vencido. Sabe lo mucho que le ha costado llegar hasta aquí y no se conforma, el hecho de pedirle al Athletic su salida del Club al ver que no había posibilidades de ascender al equipo que entrena Joaquín Caparrós dice mucho de él. Esa plaza en los entrenamientos y algunas convocatorias de la primera plantilla son para Eneko Bóveda, que siempre había vivido a la sombra de Ander pero que ahora es el propietario del lateral diestro del Bilbao Athletic. En Lezama se negaban a la cesión, querían mantenerle en el segundo equipo a toda costa ya que Ander seguía siendo el mismo que despertaba esperanzas cuando era capitán del Juvenil; fueron semanas de tira y afloja pero al final comprendieron que un jugador a disgusto no aporta nada a un equipo, era tonteria convertirse en el perro del hortelano que ni come ni deja comer.
Lo cómodo para Larrea hubiese sido quedarse en Lezama con el filial cerca de familia y amigos y después salir a otro equipo vasco de la categoría, pero eligió el Real Oviedo para dar un salto en su carrera. Cuando era un ‘guaje’ hacía los deberes de noche tras los entrenamientos, no podía salir de fiesta con sus amigos por la exigencia de las categorías inferiores de Lezama. Ahora, mientras otros gozan de 20 horas de ocio al día (quitamos cuatro horas a la jornada, dos de entrenamiento y otras tantas pre- y post- sesión), él sigue estudiando, algo que se sale de la norma en futbolistas que están a un paso de llegar al fútbol profesional, sobre todo habiendo sido formado en una cantera que ya te da cierto caché para el resto de tu carrera deportiva. Siempre se ha esforzado por salir adelante y seguirá haciéndolo.
Confía en sus posibilidades, tiene confianza en sí mismo y en su juego y está deseoso de una oportunidad que puede llegar en Alcalá ante la sanción de Rubén González. Estoy seguro de que si Ander salta al campo de El Val dará todo lo que tiene dentro porque el banquillo se le está haciendo duro, un jugador con jerarquía desde alevín no está acostumbrado a ver los partidos sentado, necesita vestirse de corto y volver a sentirse futbolista. No podemos pedirle que tras 55 minutos oficiales en dos meses nos demuestre lo que otros no han hecho en once jornadas; el futbolista necesita continuidad para dar el máximo rendimiento, y sobre todo después de estar tantas semanas sin sentir el ritmo competitivo, así que la exigencia no ha de ser máxima ni por parte de la afición ni por parte del cuerpo técnico igual que no lo fue con la reaparición de Rubén García hace unos días en el Tartiere.
Cambiar a Jorge de posición y dar entrada a Dani Hedrera como central sería un mazazo para el jugador vasco. Se rompería la regla de no tocar lo que funciona y no alterar la columna vertebral defensiva del equipo (Aulestia, Gonzalo, Jorge Rodríguez) salvo necesidad extrema. Ander se daría cuenta de que es la tercera opción para el lateral diestro y de que esta temporada será de estancamiento en su carrera puesto que la titularidad estaría a dos lesiones/sanciones de distancia. Por confianza en él y por coherencia futbolística, ha de ser el ex-cachorro quien ocupe ese carril derecho este Domingo en Alcalá.
Que este artículo no se convierta en un debate sobre el trato al Requexón; comparando aptitudes el que cierra el paso a los chavales es otro y no él, Larrea puede llegar a ser un buen complemento y muy útil al Real Oviedo si se le da la confianza necesaria, estoy seguro de ello aun sin haberle visto jugar más de 90 minutos entre amistoso y partido oficial en Lorquí. Espero que ante el Alcalá comiencen dos resurrecciones: la suya propia, y por supuesto la del Real Oviedo.